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El antiguo reloj de la mansión, marcaba las diez de la noche, cuando el silencio fue interrumpido por el sonido de pasos apresurados que resonaban en los vacíos pasillos. En la penumbra de la entrada principal, un hombre de semblante sombrío, buscaba a "Mingyu", la mano derecha del señor de la mansión.

Con paso rápido y aire de urgencia, el hombre recorría los corredores en busca del alfa. "Mingyu, ¿dónde te encuentras?", susurraba con ansiedad, mientras su voz se desvanecía en la vastedad de la mansión.

En una de las numerosas estancias de la mansión, Mingyu reposaba en un sofá de terciopelo, absorto en sus pensamientos mientras contemplaba las llamas en la chimenea cercana.

El castaño, al entrar en la sala, se apresuró hacia él con una mezcla de alivio y preocupación.

—Mingyu, el señor requiere tu presencia de inmediato. Es un asunto urgente.
—anunció con voz apresurada.

Mingyu asintió con gesto ausente y se puso en pie. Sin pronunciar palabra alguna, el alfa indicó su entendimiento, y el hombre se retiró de la habitación, obediente al gesto.

Tan rápido como fue convocado, Mingyu llegó al despacho de su jefe. Una majestuosa puerta de caoba, adornada con incrustaciones de cristal, era el preludio a la grandiosidad que aguardaba tras ella. Al tocarla dos veces, una voz decidida desde adentro lo invitó a entrar.

—Señor —pronunció Mingyu al ingresar al despacho, inclinando levemente la cabeza, en señal de respeto hacia el hombre que estaba de pie junto a la inmensa ventana de cristal, perdido en la contemplación del paisaje nocturno.

La luna llena otorgaba un halo de fascinación a la nevada noche, convirtiendo el frío en un escenario cautivador para el hombre de cabello oscuro.

—¿No crees que ha pasado demasiado tiempo desde nuestra última cacería?
—preguntó, volviéndose hacia Mingyu, quien permanecía inmutable en su posición.

—Indudablemente, señor —respondió el pelinegro con seriedad.

El alfa soltó una risa franca antes de dirigirse hacia el amplio sillón de piel junto a la ventana.

—¿Qué te parece si salimos mañana?
—inquirió con tono burlón, su mirada cargada de un desafío que solo Mingyu entendía.

—Me parece una idea excelente, señor Jeon. La nevada promete ser aún más intensa mañana —replicó, dejando escapar una risa que solo ellos dos comprendían.

—Mingyu, espero que estés preparado.
—sentenció el alfa, levantándose del sillón y quitándose los guantes de cuero negro que llevaba, para examinar con una mirada indulgente la cicatriz en la palma de su mano izquierda.—"모두를 위한 늑대지만, 그 사람은 불쌍한 내 강아지일 뿐이에요".




—"모두를 위한 늑대지만, 그 사람은 불쌍한 내 강아지일 뿐이에요"

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Jeon |KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora