La infancia de Jeno había sido difícil.A los once años estaba empecinado en ser el mejor en todo, porque solo eso pondría feliz a su padre y haría que lo mirase con la mitad del orgullo con el que miraba a su hermano mayor. Ah, en ese entonces creía que todo era culpa de Jaehyun, quien a los quince años ya era perfecto en todos los aspectos en los que Jeno siempre sería deficiente. Nació para ser la oveja negra, creciendo apartada del rebaño, porque según se padre, Jaehyun llevaba el apellido Lee en lo alto, mientras Jeno solo lograba arrastrarlo por el suelo.
Debió ser una maldición el día en que conoció a Jaemin y lo encontró inmensamente genial. Jeno de once años no se había desarrollado todavía, tenía la carne blanda y los huesos débiles, mientras Jaemin parecía que iba a comerse el mundo con sus ojos inmensos que lo miraron con la atención que nadie más le dio. Quizás su madre, pero tampoco era como si Jeno pudiese verla a menudo.
Por supuesto que tenía otros amigos, Mark, por ejemplo, quien era un año mayor y tenía un padre igualmente estricto. Pero Jaemin fue diferente desde el comienzo, puso el mundo de Jeno a girar en la forma incorrecta, lo llevó hacia un acertijo que un niño de once años no estaba listo para desentrañar.
Tampoco lo estuvo a los doce, cuando comenzó la secundaria e hizo todo un berrinche para ir al mismo lugar que Jaemin, sin importar que su colegiatura ya estuviese pagada en una excéntrica escuela privada, donde solo podían acceder los hijos de familias con el dinero suficiente para que sus herederos tuviesen clases aburridas y excéntricas, las cuales los diferenciarían del resto. Es decir, ¿qué carajos importaba el polo y las técnicas de comercio exterior cuando se era un niño?
Ni a los trece, aunque ya en ese tiempo estaba dispuesto a malgastar sus fines de semana observando a su mejor amigo en la pista de hielo. Jeno se había rendido con el patinaje para entonces, por lo que solo estaba allí, con los ojos lagañosos y bostezando cada pocos segundos, dispuesto a permanecer despierto si eso hacía que Jaemin le sonriese con la fuerza del universo mientras se deslizaba sobre sus cuchillas.
La revelación sucedió a los catorce.
Toda su vida pensó que su madre no lo quería, por eso prefería irse del país antes que darle un beso de buenas noches. Excepto que un día de enero, con la primera nevada en puerta, ella apareció, vestida con un pijama gris cuyos bordes estaban embarrados. Tenía la marca de ataduras en las muñecas, le sangraba la mejilla por una fea cortada y llevaba las uñas arrancadas de la mayoría de los dedos. Atravesó la casa y se enterró en los brazos de sus hijos.
Olía a humedad y al gasoil de los autobuses.
Gritó como un animal al que le han matado a sus crías frente a sus ojos.
Su padre la arrastró lejos de ellos. La mujer, su propia madre, se convirtió en una fiera que luchó con sus dientes, hasta que él la encerró dentro de su oficina y les pidió a los sirvientes que llevasen a los muchachos al segundo piso. Jeno tendría pesadillas con los gritos de su madre por años.
«Está loca» le había dicho Jaehyun, frotando la piel de su hermanito menor. «Papá no dejará que se acerque a nosotros, no te preocupes»
Pero Jeno quería preocuparse. Quería saber por qué estaba loca, por qué su padre no dejaría que se acercase a ellos. Esa noche, mientras Jaehyun roncaba suavemente a su lado, Jeno se escapó de la casa y fue al único lugar en el que quería estar.
Llovía a cantaros y ni siquiera tenía un paraguas con él cuando cruzó la ciudad entera para pararse bajo una de las ventanas de los Na. Trepó las enredaderas de un costado, las lágrimas furiosas en sus ojos y el corazón yendo a mil por hora dentro de su pecho. Golpeó el cristal con insistencia hasta que Jaemin apareció, brillando bajo las luces tenues de su cuarto, como si fuese un faro en medio de una tormenta en el océano.
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We can't be Friends
FanfictionDicen que el primer amor nunca se olvida, pero Jaemin lo estaba intentando. Basado en "We can't be friends" de Ariana Grande.