Un Poco Más De Él C A P I T U L O 3 (poema)

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Con heridas en su piel, en su alma, en su corazón, se fue,

decidió dormir, decidió ser prófugo, decidió refugiarse

en la depresión de su cama, en el sueño pesado,

en las marcas de su piel, las cuales se convirtieron

en cicatrices, que me hacen acordar las vivencias de él.


Él sufrió, su infancia se rompió, se rompió cuando

abusaron de él, cuando en el colegio le decían gordo y fofo

Él no quería ser él, quería ser otro, pero simplemente era él,

un diamante en bruto, que nunca nadie descubrió.


Les voy a contar un poco más de él.

A él, le hace bien hablar, sacar a flor de piel y

desahogar su corazón, su alma, espíritu y ser.

Hablar le permite curar las cicatrices de su piel,

esas profundas cortaduras que representan,

lo más oscuro, lo más triste,

lo más macabro que le tocó vivir a él.


Sonaba el timbre para el recreo,

él no tenía recreo, el patio le quedaba enorme, hacía frío,

no había nadie ahí para él, quería que el timbre sonara,

para regresar al aula, ya no quería ser él.

Apestaba ser él.


No quería pasar la vergüenza de ser él,

sin amigos, solo, menospreciado,

ya en el aula, se sentaba en su banco,

él ocupaba su lugar, pero su mesa

le quedaba grande y vacía, no había nadie ahí,

él quedo con heridas en su piel, en su alma,

en su corazón, se fue, decidió dormir, decidió ser prófugo,

decidió refugiarse en la depresión de su cama,

en el sueño pesado, en las marcas de su piel,

las cuales se convirtieron en cicatrices,

que me hacen acordar las vivencias de él.


Él era el último, no era fácil, aceptarse,

amarse, aún no es nada fácil aceptarlo a él,

pero vive en mí.

Ese postre que me hizo feliz,

quiso llenar el vacío que hoy sigue en mí,

pero que no quiero ser él.

Ser él último elegido en la composición de los equipos,

en las clases de educación física,

por mi composición morfológica.


Que mal hizo ese pibe para ser acorralado, excluido

y abandonado, solo quería ser él, pero no lo dejaron.

Creyeron que tenia espejo de madera, perdió mil y cien mil cenas,

cada mañana al despertar se fijaba su panza, pero ahí estaba,

ahí se quedo su panza, no se aceptó, porque la sociedad

lo vómito, no era hegemónico,

él quedo con heridas en su piel, en su alma,

en su corazón, se fue, decidió dormir, decidió ser prófugo,

decidió refugiarse en la depresión de su cama,

en el sueño pesado, en las marcas de su piel,

las cuales se convirtieron en cicatrices,

que me hacen acordar las vivencias de él.

El Prófugo RefugiadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora