Extraño C A P I T U L O 5

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Desde que se fue mi hermano Julián y luego mamá, quedo un vacío en mí, me siento extraño y los extraño. Ya no quiero sentirme así, vacío, solo, cayendo en un oscuro pozo, hondo y profundo. Me quede solo en este mundo, sin familia, por más que mis amigos estén presentes, nada es lo mismo, ya no tengo a mi hermano para compartir todo aquello que los hermanos comparten, ya no tengo a una madre que me acobije como solía hacerlo, que me aconseje, que me abrace, que me haga sentir protegido, que me cocine, que pregunte como estuvo mi vida, en fin, ya no tengo a mi madre. Siento que la tristeza se apodera de mí ¿Cómo se siente la misma? Esa pregunta empezó a encarnarse en mí, era el mas puro reflejo de la tristeza, aquella que se produjo por la perdida de mis seres queridos, por el rechazo y la decepción que sufrí por parte de mi padre, juro que aguante, resistí, camine una y otra vez, pero todas las veces caí derrotado al suelo y lo mas triste que no había nadie ahí, ya no quedaba nadie para darme una mano y ayudarme a no deteriorarme constantemente. Sentía que todos aquellos que conocían mi vida, tomaban mi tema a la ligera.

Inevitablemente sucedió, era algo previsto, estallo, se rompió en mil pedazos mi cuerpo, las espinas en la espalda, las ampollas en los pies. Estoy encerrado en un cubo perfecto, un hechizo tan oscuro que no me deja ver más haya del horizonte, ese que pudo teñir mi vida de mil colores, pero, sin embargo, se tiño de gris a negro. Pasaron los días, de repente pase dos semanas en la cama, mi casa estaba llena de cartón por la comida rápida con la que me alimentaba, necesitaba que mi corazón no fuera de cartón, tan frágil y fácil de romper. Algo andaba mal, algo comenzó apoderarse de mí, era el hechizo de la depresión que había caído sobre mí, como un manto de desolación, como una cobija negra que abrazaba mi ser, porque sentía frio, porque comenzaba a sentirse cómodo algo que poco a poco me destruía.

Yo sabia que algo andaba mal en mí, una de mis mejores amigas me acompaño al médico, me dijo que ya no podía seguir así, que debía luchar para no caer en mi maldito olvido. Despreciaba mi vida, sentía que sobraba en este mundo, porque nadie puede habitar el mismo siendo huérfano, no conociendo su origen. Tras ser diagnosticado de depresión, me encerré en mi casa, no quería que nadie me viera así, con la mima ropa de hace una semana, con las ojeras en mi piel, con el olor a alcohol.

La depresión me encegueció, porque por más gente que tuviera a mi lado apoyándome, era una batalla que yo mismo debía afrontar, estar frente a mis propios demonios, a mis propias penas ¿Que era esto que estaba viviendo? Quedé solo en la soledad, me tenía a mí, pero cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde. Los sentimientos de tristeza, las ganas de llorar, el vacío y la desesperanza en mi interior, se hacían cada vez más grandes. De repente perdí el interés por seguir con vida, el cansancio, la falta de energía, la perdida de apetito que me llevo a perder peso, se hacían insoportables, al igual que la ansiedad y la inquietud que padecía mi ser.

Me explayé a un nuevo mundo, al de las drogas, el alcohol no bastaba, así que la cocaína se complementó a mi mundo, ahora podía viajar a otro mundo, donde me encontraba seguro, donde podía hablar con mi hermano Julián, pero con mi madre no, ella sabia que yo estaba haciendo las cosas mal. Me canse, no podía más, agarre la clonazepam que me había medicado el psiquiatra y no dude un segundo en tomar las veinte pastillas que tenía en mis manos, no tuve suerte, la muerte no estaba a mi favor, con llanto de desesperación y angustia, hasta el mismísimo esqueleto, me fallo, me abandono, las pastillas no hacían rápidamente el efecto esperado, es así que agarre mi arma, aquella arma que compre para cuando llegase este momento, que tanto espere, el momento de reunirme con mi madre y con mi hermano. Justo me encontraba por gatillar el arma, de repente una voz se me había presentado, era la de mi hermano diciendo no lo hagas. Fue ahí, en ese mismo instante que caí rendido por el efecto del medicamento. Me vencí. 

El Prófugo RefugiadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora