Así comenzó todo

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Alastor había aceptado el beso de Lucifer, en cuanto asintió aquel ángel no dudó en poner sus labios contra los suyos. Lo besó intensamente, rápido pudo sentir su lengua navegar por toda su boca.

Sería una mentira si Alastor decía que era su primer beso, claro que había besado anteriormente e incluso había tenido sexo. Pero tanto el beso como el sexo le habían parecido repulsivos aquella vez, no comprendía que era lo que estaba cambiando porque con solo los besos de Lucifer podía sentir el comienzo de una erección...

Alastor interrumpió los besos un momento y sonrió.

— Vaya, cariño. Parece que quieres algo mas que un beso – dijo provocándolo.

— Callate y continúa – fue la respuesta de Lucifer.

Alastor besó el cuello de aquel hombre y dejó una mordida. Fue un poco fuerte y con los dientes de Alastor un poco de sangre salió. El demonio lamió la herida.

— Sabe demasiado bien, su majestad... – admitió sonrojado.

Pero Lucifer no respondió, pasó su mano libre por el cuerpo de Alastor hasta su entrepierna y comenzó a tocarlo un poco.

— Creo haberte dicho que te callaras y solo continuaras – dijo finalmente.

Alastor finjio poner un candado en su boca y comenzó a explorar más el cuerpo del Rey del infierno.

Aquel día aprendió varias cosas interesantes:

1. Que el sexo puede ser placentero con la persona correcta.

2. Que los ángeles eran hermafroditas.

3. Que al tener tantos hoyos disponibles a Lucifer le encantaba llenar cada uno y lo logró con el uso de sus tentáculos.

4. Que aquel ángel caído tenía demasiada energía, tuvo que rechazar seguir porque llegó un punto en el que Alastor estuvo completamente cansado.

Al día siguiente por poco llegaron tarde al final de aquella tarea, pero en cuanto Charlie preguntó que tal les había ido Lucifer no pudo evitar sonrojarse demasiado.

— Bien, bien, Char... – fue lo que logró decir.

— Debo admitir que demasiado bien, querida. Puedo decir que ahora somos más unidos ¿No lo crees, Luci? – dijo acercándose un poco a él y poniéndolo mas nervioso.

Todos rieron ante aquello comprendiendo el doble sentido porque quien no hubiera escuchado a Lucifer gemir toda la noche debía estar sordo. O eso pensaron porque Charlie no lo comprendió.

— ¿Ves, Vaggie? ¡Si pude lograr algo! – dijo muy emocionada por su dinámica.

— Char... No creo que... Bueno... Olvidalo, si lo lograste – dijo sabiendo que su novia era demasiado inocente para la vida en el infierno.

Mas tarde Lucifer habló con Alastor.

— No creas que esto va a ser siempre, Al... Fue cosa de una vez, ¿de acuerdo? – le dijo sonrojado.

— Lo que ordene, su majestad – contestó acercándose a él.

— No se vale... Alastor... Deja de... – comenzó a decir pero fue inútil, no podía negarlo con él tan cerca.

Fue así que su extraña relación comenzó.

Lo hacían por las noches, en la mañana antes de bajar, en el baño por las tardes y se repetía el ciclo.

Era un secreto a voces lo que hacían ellos, todos podían ver la emoción del demonio con tan solo pasar Lucifer pues su pequeña cola de venado se movía con entusiasmo. Y también podían ver el sonrojo de Lucifer.

Aparte del hecho de que ahora parecían imanes, si uno se movía se acoplaba inmediatamente.

Habían caído sin darse cuenta.

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