Eva

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Cuando Adán murió, Eva estuvo segura de dos cosas; La primera que el dolor de perder a su alma gemela solo se comparaba con el dolor de perder a su hijo aquel día que Caín en un arranque de celos mató accidentalmente a Abel, la segunda que, sin Adán en el Ragnarok, era su deber proteger a sus hijos de la locura de los dioses.

Eva, la primera humana madre de la humanidad era tan cálida como el sol de primavera, tan brillante como las flores del campo y tan amable como solo una mujer que ama a sus hijos podría serlo. Pero también era esposa de Adán, una mujer inteligente, capaz, y muy, muy protectora.

Por ello se aseguró de ver cada batalla de sus hijos con la frente en alto, la primera batalla la vio en compañía de Adán sintiendo juntos la preocupación por el guerrero Lu Bu siendo consolada por su amado esposo, después se encargó de lidiar con todas esas emociones ella sola.

Sintió alegría al ver la victoria de Kojiro, molestia por los abucheos hacia Jack, dolor ante la partida de Raiden, sorpresa ante la decisión de Buddha, preocupación por el emperador Qin, melancolía por la partida de Nikola, tristeza por la pérdida de Leónidas, sintió dolor por sus hijos perdidos en cada batalla y alivio por los que sobrevivían, rogando porque las batallas terminaran con la victoria de la humanidad.

Pero nada de eso pasó ya que un llamado dios primogénito resucitó entre la batalla causando que todas las razas se unieran por la supervivencia. Eva no dudo ni un segundo en salir a proteger a sus hijos, podrá no ser una guerrera como los participantes del Ragnarok ni acostumbrar a pelear, pero sin su esposo vivo ella se encargaría de darle seguridad a la humanidad.

Protección, calidez y seguridad, eso es lo que significaba ser madre, guiar a un hijo a la felicidad, luchar con uñas y dientes por su bienestar, no por deber sino por amor.

Aunque su cuerpo apenas resistía Eva se mantuvo en pie hasta que una luz radiante apareció en medio del campo de batalla y entre las cenizas del Niflheim resurgieron los vencidos del Ragnarok decididos también a proteger a los suyos, entonces la mujer sintió la calidez de brazos familiares rodearla y una amable voz calmando su adrenalina con unas simples palabras.

-ya puedes descansar, yo me encargo desde aquí de proteger a nuestros hijos

-Adán

Ahora, meses después de la batalla veía con diversión a su esposo amenazar a algunos dioses que habían quedado encandilados por sus preciosos hijos luchadores del Ragnarok. En secreto la mujer les daba consejos a sus retoños sobre cada relación que iniciaban, a pesar de ser grandes guerreros parecían tan perdidos en el asunto del amor que no podía evitar aconsejarlos sobre el camino del amor.

Después de todo para eso estaba ella, su madre, quien siempre los cuidaría y amaría sobre todas las cosas.


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