Rescate

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Vamos al paso y a lo lejos ya vemos el pueblo, hemos llegado en un momento. Me tiene abrazada a él, si no supiera que es un bruto y un animal salvaje pensaría que es un hombre cariñoso.

Un ruido nos llama la atención a un lado del camino, de pronto salen 3 hombres por detrás de los árboles, y Brod detiene el caballo, apretando su mano en mi cintura, está tenso.

-Vaya, vaya, por fin te tenemos a solas Brodric McKenzie. -este parece su líder, es mayor que el resto, con el pelo canoso y un enorme barrigón. Sus ropas parecen de mejor calidad que las de los hombres que lo acompañan, ninguno lleva un escudo que identifique sus casas.

-¿Qué estás haciendo en mis tierras Douglas? No te he dado permiso para cruzarlas. -esa frase lleva una amenaza, necio de él si no la identifica.

-Tenía curiosidad por la mujer que decías que era mi hija, y estoy sorprendido, si no la quieres para ti, tal vez me quede con ella y la obligue a calentar mi cama.

Ahogo un grito, será cerdo.

Brod simplemente sonríe. Si el tal Douglas no detecta que está en serios problemas tiene el instinto de supervivencia atrofiado. Mi hombre está a punto de devorarlo vivo. Se baja del caballo, y aprieta su mano en mi rodilla, mirándome durante un segundo a los ojos.

-Corre.-es una súplica. Saca su espada de la parte de atrás del caballo, y palmea su grupa. Salgo disparada encima del caballo, agarrándome por mi vida a su cuello.

Me giro lo suficiente para verlo pelear, no solo contra tres, hay por lo menos una docena de soldados, debían estar todos escondidos en los árboles. Pero no veo a su líder, y necesito estar mirando al frente para no perder el equilibrio.

De pronto lo oigo, viene detrás de mí, acercándose peligrosamente, lleva a otro hombre a su lado. Entre los dos rodean el caballo y lo detienen, que se encabrita y levanta las manos delanteras. Tirándome al suelo. Eso ha dolido, maldita sea Trueno.

Me levanto cojeando como puedo, estos dos vienen a por mi. Y salgo corriendo hacia el bosque, si sigo por el camino me atraparan más fácil. Al menos si voy a morir no se lo voy a poner fácil.

Lo único que tengo miedo es que puedan hacerle daño a Brodic. Es un gran guerrero pero le sobrepasaba en número.

Voy corriendo tan rápido y tan a ciegas que no me doy cuenta de hacia dónde me dirijo. De pronto el terreno empieza a inclinarse peligrosamente, miro por encima de mi hombro y el barrigón se ha quedado en lo alto mientras que el otro hombre viene detrás de mí, algo más lento que yo. Tal vez pueda sacar ventaja aquí.

Pero no, craso error. Tropiezo con una piedra suelta y empiezo a caer sin control ninguno por la pendiente, golpeándome el cuerpo contra ramas y piedras. Hasta detenerme al llegar abajo, golpeando mi espalda con un tronco caído.

Siento que todo se desvanece.

Brodric

Me despierta el ruido de un helicóptero, y gente gritando, una luz en la cara que me ciega los ojos.

-¿Catherine McKenzie? Tranquila, ya te hemos encontrado.

Las únicas palabras que distingo entre tanto pitido, la cabeza me va a estallar y no soy capaz de mover el cuerpo, me duele demasiado.

-¿Brodic?

-Tranquila, enseguida te llevaremos al hospital.

Siento que vuelvo a desmayarme porque no se como me despierto en una habitación de hospital, vestida con la bata de paciente y una vía cogida en el brazo. Hay un gotero puesto y una máquina que pita a mi derecha.

¿Pero qué?

Sigo muy aturdida, y dolorida. Estoy intentando despertarme del todo y recordar que ha pasado cuando un médico entra en la habitación.

-¿Cómo te encuentras Catherine?

No puede ser.

-El dispositivo de búsqueda te encontró a doscientos metros del coche, inconsciente y magullada. Te hemos tratado con analgésicos en vena, deberías estar mejor del dolor. Te hemos hecho pruebas para comprobar que no tuvieras ningún hueso roto, y te vigilaremos durante unos días por si tuvieras una conmoción cerebral.

No estoy prestando atención a lo que me está contando el médico, solo puedo pensar en él. Tal vez todo lo que vivimos fue mi imaginación durante los días que sufrí el accidente y me quedé allí tirada, alucinando. Pero se que es real. Brodic era real.

-Mi móvil, ¿dónde está?.-miro por la habitación y lo veo sobre la mesita, a mi lado, intento alcanzarlo con mi mano, pero no llego.

-¿Necesitas que contactemos con alguien? En tu historial no sale nadie como persona de referencia. -me alcanza el teléfono de mala gana.

Niego con la cabeza, no tenía a nadie, y la única persona que quiero cerca de mi es imposible.

Desbloqueo el teléfono y me pongo como una loca abriendo el buscador, necesito buscarlo, necesito saber que fue real.

Lo encuentro, Brodic McLeod, voy a llorar, no, ya estoy llorando, las lágrimas se deslizan por mis mejillas sin que pueda detenerlas.

-Bien, te dejaré sola, me pasaré en un rato a ver como estas, si necesitas algo, por favor, pulsa el botón sobre tu cabeza y vendrá una enfermera.

Asiento con la cabeza, sigo sin escucharlo, estoy absorta en la información que el navegador de internet está encontrando.

"Brodic McLeod, conocido como el Lobo Negro se le empezó a llamar así a raíz de la masacre que cometió contra todo el clan McKenzie hasta casi su aniquilación".

"Fiel servidor del rey, ni siquiera este osaba desafiarlo del temor que sembraba a su paso".

"No se le conoce esposa ni matrimonio alguno, a pesar de las apelaciones reales, llegó a desafiar a su majestad, pero era tal el miedo que infundía que hasta el mismísimo rey aceptó su voto de castidad".

"Su clan cambió de manos pues murió sin descendencia".

Lloro desconsolada, sobrevivió al ataque.

Necesito salir de aquí.

Empiezo arrancarme los cables del aparato y este empieza a pitar más agudo, me quito la vía del brazo e intento ponerme de pie, para cuando lo consigo ya ha llegado la enfermera a la habitación, corriendo. Intenta que me calme, que me siente de nuevo, pero yo solo puedo llorar. No quiero ser violenta, así que me vuelvo a sentar en la cama.

-Por favor, quiero el alta.

-No puedes irte aún, no sabemos si te has golpeado la cabeza, debes quedarte 48h en observación.

-He dicho que me des el alta, me marcho, por las buenas o por las malas.

Después de hacerle cara a Brodic McLeod esta niñata no me da ningún miedo.

Salgo del hospital dos horas más tarde, vestida con un pijama del hospital, me da igual el ridículo. Consigo parar un taxi y le doy la dirección de mi casa, antes quiero vestirme y coger algunas cosas.

Mi objetivo es claro, tengo que volver. Si para ello tengo que recorrer medio monte, lo haré.

Llevo semanas recorriendo estos senderos, tocando cada árbol, cada matojo del camino. Y nada. Estoy empezando a resignarme, no quiero perderlo. Pero creo que ya es demasiado tarde, nos separan varios siglos de diferencia.

Pero no quiero perder la esperanza, quizás algún día, el menos esperado vuelva a mirarlo a los ojos. Esos ojos de lobo que me miraban con deseo. Y hacía que se me mojaran las bragas. Por eso vuelvo aquí cada día, por eso no dejaré de buscarlo, porque él tampoco podría huir de mi.


Sin Cobertura (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora