Leah

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Unos meses después...

No sabía cuánto iba a cambiarme la vida este hombre.
Me llevó a su mundo, y de ahí no salí, fiestas en clubs de ricos, mucha música, motos...
Puedo decir que lo que empezó como una rivalidad se convirtió poco a poco en una amistad que nos unía, y más tarde, pasamos a algo más.

Lo que fue un gesto amable como acogernos en su casa cuando íbamos como cubas se transformó en un fuerte unido. No es que fuéramos a todos lados juntos, nos dejábamos nuestro espacio, nos juntábamos con quién queríamos.
Pero sí empecé a formar parte de su mundo. Teníamos casi las mismas inquietudes, como cuál sería el próximo paso que daríamos, queríamos encontrar trabajo e independizarnos.
No sabíamos si juntos o por separado, de momento una temporada, a lo mejor compartíamos casa o no, esas dudas se fueron formando con el tiempo que pasábamos juntos.

Nos fuimos conociendo de las fiestas en las que me dejaba caer, él pinchando música y yo bailando sus temas.
Ese trabajo se le daba muy bien, le iba como anillo al dedo y esa fue una de las cosas que me gustaron de él.
Amaba el mundo del motor, de hecho, iba a todos lados con su moto roja y alguna que otra vez me daba un paseo en ella.

Resulta que estudiábamos en universidades cercanas, y como se levantaba pronto para entrenar, a veces me acercaba en la moto. Cuando hablábamos de nuestras carreras fue cuando me enteré de que hacía Imagen y Sonido y que sus padres no veían futuro para él... Eso me desconcertó porque me sentí identificada, pero le confesé que me pasaba lo mismo con los míos y la carrera que yo hacía de Diseño Gráfico.
Le conté que quería dedicarme por completo al mundo de los tatuajes, me encantaba dibujar, y también, que en algún momento quería trabajar o colaborar con un estudio que le gustara mis diseños, pero eso mis padres no lo entendían.
Así fue como unimos nuestras fuerzas y nos apoyábamos mutuamente a conseguir nuestros sueños. Eso es lo más sano que te podrás encontrar en una relación.

Cómo podrás imaginar querido lector, me terminé enamorando de Adam, tenía algo que me atraía de él que todavía no he conseguido descifrar.
Empezamos a pasar más tiempo juntos, quedábamos fuera de nuestros horarios de clases, y nos íbamos a dar una vuelta en su moto. A veces, le pedía que me enseñara a manejarla, pero, o se negaba en rotundo o perdía muy rápido la paciencia. Así que, tampoco es que insistiera tanto.

Con el tiempo, me fui dejando caer por su casa, pues la mayor parte del tiempo vivía solo. Cada vez que iba desconectaba de mi familia y me sentía en paz con su compañía.
Eso fue lo que me hizo pensar que podría vivir una temporada con él, así, a lo loco, se lo comenté un día y aceptó mi propuesta de buena manera.
Así que, esa fue mi decisión cuando un día me dejaron caer mis padres que estaba perdiendo el tiempo con mi vida cuando mi hermana ya se había casado e iba en camino de traer un nieto para ellos. Agarré todo lo que pude en un acto desesperado e hice las maletas, me mudé a casa de Adam sin decirles nada a cambio. Tampoco me lo reprocharon. Así que mejor.

Llegué a casa de Adam con mis maletas y corrí a sus brazos, lloré y me consoló a base de abrazos. Entonces fue cuando me sorprendió pidiéndome ser su novia, claro que acepté a pesar de la sorpresa del momento, y nos dimos nuestro primer beso como pareja.

Esa iba a ser una nueva etapa y no me iba a arrepentir de mi decisión.


Mi conquista sobre ruedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora