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¡Felicidades, encontraron al traidor!
¿Pero cómo sucedió?
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Desde su llegada, Angeline se dedicó a investigar el edificio, en busca de respuestas. Ni siquiera la actividad impuesta fue suficiente barrera para hacer que se alejara de sus metas, así que, mientras la mayoría de internos estaba distraído con lo que había sucedido la noche anterior, aprovechó para seguir investigando. En un golpe de suerte, logró dar con una parte de la pared que parecía hueca y, convencida de haber encontrado algo, se dispuso a entrar en ella a como dé lugar. Sin embargo, hubo una persona que no pasó por alto este hecho. Mientras Angeline buscaba la entrada a la sala de cámaras, Eden mantenía una disimulada charla con alguien, quien venía observando a Angeline desde hace tiempo y le ordenó detenerla. La orden era simple: matar a Angeline y llevarla a su sala definitiva, lejos de la sala de cámaras…
Queriendo darle una muerte pacífica, se dirigió a la enfermería, para buscar el veneno que usaría para asesinarla. Mas, en el camino, se le ocurrió una idea mejor: una distracción. Si hacía su trabajo lo suficientemente bien, quizá podría salir con vida. Por eso, al entrar en la enfermería, rápidamente tomó una jeringa y la llenó de cloroformo, escondiéndola detrás de sí mismo y ubicándose detrás de la puerta, listo para sorprender a la primera persona que entrara.