1. 🥀Dónde Todo Comenzó 🥀

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Quince años atrás ...

Como ya era costumbre había terminado sus lecciones con mucho tiempo de sobra, así que salió al jardín, desde que llegó a esa casa ese se había convertido en su lugar favorito, odiaba estar dentro de la casa ya que siempre estaba solo, el viejo Yoshinobu tenía meses sin aparecer por ahí, solo se encargaba de hacer los depósitos para la escuela, sus clases privadas y el sueldo de todos los empleados, pero él brillaba por su ausencia y no es que el viejo fuera el ser más agradable, pero siempre era divertido hacerlo rabiar con sus travesuras; suspiró al ver los Mochis de fresa qué Ijichi había dejado sobre la mesa, luego tomó uno y se dispuso a comerlo, pero unos gritos el la calle llamaron su atención, sabía perfectamente de quien se trataba así que salió para ver que era lo que le ocurría esta vez, pero su sorpresa fue grande cuando vio al hijo de sus nuevos vecinos mostrándole a su amiga una lombrices y esta gritaba aterrorizada, no pudo aguantar la risa y al soltar la carcajada ambos  voltearon a verlos.

— ¡Satoru! — gritó Utahime y corrió hacia él — Ese niño es un tonto, me amenazó con echarme esas lombrices encima — se quejó en cuanto lo abrazó.

— Utahime no es para tanto, no exageres  — dijo escueto y se liberó del abrazo.

— ¡SATORU! Siempre eres tan malo! — exclamó.

— Utahime, tu fuiste grosera con él así que deberías disculparte — habló el niño rubio qué se había quedado atrás.

— Qué gracioso Nanami, pero eso no va a pasar — dijo decidida y tomó su mano para caminar hacia su casa — Vamos Satoru, es por ti por quien vine — habló animada.

— ¿Qué le dijiste? — inquirió y posó su mirada sobre el pelinegro quien los veía confundido.

—  Nada importante — mencionó molesta.

Él suspiro y soltó su mano, se encaminó hacia el pelinegro, pero él dio un respingo y entró rápidamente a su casa sin siquiera darle la oportunidad de hablarle, sonrió al darse cuenta que por primera vez alguien había rechazado su cercanía, regresó a donde se encontraban sus amigo y los tres caminaron hasta su casa; las horas pasaron rápidamente y  al atardecer sus amigos tuvieron que regresar a su casa, él aún no quería entrar así que se quedó otro rato en el jardín leyendo uno de sus libros preferidos, no sabía por que pero quería ver nuevamente al pelinegro así que se asomó por la valla y allí estaba, pero una punzada atravesó su pecho cuando lo vio limpiándose las lágrimas bruscamente con la mano, tenía entendido que ellos habían llegado de Kioto así que seguramente él la estaba pasando mal al no conocer a nadie, apenas había pasado un mes desde que llegaron y en todo ese tiempo hasta ese día vio al niño así que asumió que no debía tener amigos aún, una rara sensación se apoderó de él, no quería verlo llorar más.

Llegó rápidamente hasta la entrada de la casa del pelinegro, ahí se tomó el atrevimiento de entrar hasta el pasillo en el cual se encontraba el pelinegro y suavemente acarició su cabello llamando la atención del niño.

— Hola, soy Gojo Satoru, ¿Y tu? — habló animado.

El niño lo vio confundido, pero rápidamente cambio su expresión de tristeza por una leve sonrisa — Soy Geto Suguru — respondió.

— Es un nombre muy lindo — halagó — Oh! Ese es uno de mis libros favoritos — dijo señalando el libro que el niño tenía al lado.

— El mio también — murmuró.

— Wow! Eso es fantástico, creo que tu y yo tendremos muchas cosas en común — sonrió — ¿Me dejas ser tu amigo? — inquirió y vio los ojos dorados brillar y una sonrisa un poco más grande se formó en el rostro del pelinegro.

— Sí — respondió — Gracias, no había hablado con nadie aun, pero tus amigos no se van a molestar ¿Verdad? — imdagó nervioso.

— No tienen por qué, yo quiero ser tu amigo y eso no lo pueden cambiar — hablo seguro  y sonrió al ver el nerviosismo desaparecer del pelinegro — Por cierto, ¿Cuántos años tienes? — inquirió curioso.

— Tengo once, ¿Y tú? — preguntó animado.

— Tengo trece, no hay mucha diferencia — dijo risueño.

Hablaron mucho sobre cosas triviales, se enteró que Suguru no disfrutaba de las cosas dulces como él lo hacia, que asistirán a la misma escuela solo que en grados diferentes, también que la mejor amiga de Suguro se llama Shoko y que la extraña mucho ya que han sido amigos prácticamente desde que estaban en pañales y así entre otras cosas cada uno habló sobre su vida y para él fue una sorpresa ya que no acostumbraba hablar sobre su vida de esa forma, pero Suguru le transmitía tanta paz que fue inevitable, también antes de irse recibió una invitación por parte de la madre de Suguru para festejar su cumpleaños número doce; en la soledad de su habitación pensó en que regalarle, a pesar de haber hablado mucho  esa tarde aún quería seguir conociendo más cosas sobre él, estaba ansioso por verlo otra vez.

*****

La mañana llegó y él se preparó rápidamente para la escuela, terminó de acomodar su uniforme y salió de su habitación, Ijichi había le informó sobre su desayuno, pero como ya era costumbre no lo comió, no le gustaba comer solo, así que salió y se puso en marcha a la escuela, pero escuchar su nombre hizo que volteara rápidamente ya que reconoció esa melodiosa voz.

— Satoru, mi mamá y yo preparamos esto para ti — dijo extendiendo un bento para que él lo tomara.

Un nudo se formó en su garganta, era la primera vez que alguien hacía algo así por él — Muchas gracias — dijo y luego hizo una reverencia con dirección a la madre de Suguru quien los observaba desde la entrada de su casa y ella le sonrió — ¿Quieres pasar la tarde en mi casa? — inquirió y el pelinegro asintió en respuesta — Muy bien, entonces nos vemos por la tarde, muchas gracias disfrutaré este delicioso almuerzo — dijo regresó a su caminar.

Dio una última mirada a Suguru quien al parecer esperaba que él se alejara un poco más para poder regresar, sonrió y siguió hasta la escuela.

EN LA OSCURIDAD (SatoSugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora