El joven, el tuerto y el loco

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La taberna que observaba cerrada desde el carruaje a  los pies de la estatua de Zervant en la plaza seguía cargada de misterio e incógnitas. Viktor echaba mirabas a las inscripciones del pedestal, como si allí estuvieran sus respuestas, mientras escribía en su diario.

¿Quién o qué era ese? ¿Cómo conocía a mi padre? Y... ¿a mi abuelo? ¿Me confundió con mi padre? ¿Por qué quería la Piedra? Según he leído, forma parte de la leyenda de los Lycaones, unos jóvenes que, en la noche de su decimoctavo cumpleaños caían presos de una maldición que deformaba su cuerpo, aumentando el tamaño de sus extremidades, cubriéndolos de pelo y dándoles una apariencia canina, como la de un lobo, y al parecer esa piedra puede revertir o controlar los efectos.
He oído casos así en la vida real, ¿habrá ocurrido alguno cerca? Aunque fuera así, ¿qué adolescente es tan importante como para hacer uso de una reliquia así? Será que...

―¡Ey! ¡Novato!― La voz de uno de sus nuevos compañeros le empujó de su nube de pensamientos, y se precipitó al carruaje en el que llevaba una hora, esperando para salir hacia Cavernópoli
―¿Si?― Preguntó Viktor algo avergonzado.
―¿Todo bien? Ya se que el primer viaje es extraño, pero podrías presentarte. No te vamos a comer.
―Si... perdona, estaba en mi mundo.
―Ya lo veo, ya... En fin, no te preocupes, ya me encargo yo de las presentaciones, mira, el conductor del carro es Val, no pertenece al grupo, pero le pagamos para que nos lleve porque nadie sabe conducir el carro― Viktor asentía con curiosidad― El que está comprando las provisiones es Jacob, está un poco loco, pero es buena gente. Aunque no te extrañes si viene con más explosivos que comida. Y por último, pero no por ello menos importante... ¡Yo!― Exclamó desenvainando un sable cuyo filo resplandecía como un zafiro a la luz de la mañana.
―¿Y tu nombre es....?
―¡Idno! Bueno, en realidad es Idnován, pero prefiero Idno, queda mejor ¿a que sí?

Viktor se percató de que le faltaba un ojo, lo cual le molestó. No por Idno, sino porque había tardado demasiado para lo observador que solía ser. Estaba demasiado despistado, y eso no iba a ser bueno en la tierra de los monstruos.

―La verdad es que si― Respondió Viktor saliendo de su mundo. ―Quedará bien en los reportes de héroes del mes, seguro que eres un gran guerrero.―
―¡Donde quedará bien es en la lista de muertos del próximo trimestre!―
Una voz algo afónica procedía de un hombre de cabello cano, no era muy mayor en realidad, pero se diría que los años han pasado muy rápido por él.
―Muerto estaré la próxima vez que tardes tanto en comprar unas simples provisiones. ¿Se puede saber donde demonios te has pasado la última hora, Jacob?
―Eligiendo la mejor gama de utensilios para defendernos: Ballestas de brazo, virotes de plata, virotes explosivos, veneno para imbuir armas, pociones de invisibilidad, pociones de fuerza, de curación rápida...
―¿Y comida?
―Oh.

Idno se llevó la mano a la cara, debatiéndose si matar a Jacob en ese mismo instante o rezar para encontrar una bolsa de monedas en medio del camino. Finalmente decidió tomar una bocanada de aire y soltarla produciendo un silbido que erizaba la piel.

―Bien. Por favor. Cuéntanos todo lo que has comprado, veremos si podemos vender algo en el próximo punto comercial y recuperar algo de dinero.
―Espera, ¿cuéntanos? ¿A ti y a quién más...?― Jacob miró su alrededor hasta toparse con Viktor, que observaba perplejo la escena. ―¡Ey! ¿Es el nuevo?
―Así es Jacob― Respondió Idno atravesándole con la mirada.―Y gracias a ti, durará menos de un mes con vida en los caminos.
―No es para tanto, hombre, aún podemos pasarnos por los almacenes baratos antes de mediodía. ¿Verdad Val?... ¿Val?

Entre tanto escándalo nadie se había dado cuenta de que Val se había marchado hace ya un buen rato. De hecho, en realidad se había ido con otros cazadores que partieron veinte minutos antes y le pagaron casi el doble por conducir un carro alquilado. Al menos quedaba el caballo.

―No puede ser. No puede ser. No puede ser.― Idno caminaba en círculos llevándose las manos a la cabeza que ya le dolía de pensar en alguna solución.
―Eh... chicos― Todos se giraron y Viktor se sintió apuñalado por los tres ojos con los que se encontró al levantar la cabeza.― Creo que yo podría conducir el carro, quizá no de la forma más tradicional, pero pude domar a Vientoférreo, el caballo más fiero del pueblo.― A pesar de que Jacob le miraba con una incredulidad devastadora, Viktor encontró refugio en la sonrisa de Idno, que había recuperado la esperanza.
―¡He oído hablar de él! Rompió las cadenas con las que lo retenían y destrozó los campos de cultivo cercanos, al menos hasta que un joven se subió a su lomo a la carrera y tras una ardua pelea, pudo domarlo... Si llamamos domar a dirigirlo hacía un molino cercano... Y chocar. Como sea, el joven y el caballo no sufrieron ningún daño, un milagro lo llamaron, aunque no se podía decir lo mismo del pobre molino.― Viktor se sonrojó recordando que aquello fue cantado por juglares durante al menos una semana por toda Ciudadela. ―¡Así que tú eras aquél joven! ¡Es fantástico! Podrás conducir este caballo sin problemas.
―Pero antes un último asunto... Jacob. ¿Se puede saber en que te has gastado 200 monedas de plata? Porque te recuerdo que al menos 150 eran mi aportación.
―Si... Es que había tantas cosas bonitas e interesantes, ¡la más reciente ronda de producción de Forja Fiera! ¡Todo novedades y últimos modelos!
―Está bien,  ya veremos de que nos deshacemos, pero muestra todos tus nuevos "juguetes".

Jacob vació su saco, donde salieron virotes de todo tipo, una ballesta que se ataba al brazo y se disparaba con un movimiento de mano, bombas de humo, bombas lacrimógenas, varios viales con líquidos de colores que aportaban diversos efectos al mojar un filo con ellos, pociones con efectos de lo más variopintos, en todos los tamaños y colores, desde venenos hasta antídotos, y alguna que otra con calaveras y símbolos raros en sus etiquetas.

―Y por último.― Dijo Jacob sacando un libro polvoriento. ―¡Esto!―

Se produjo un silencio incómodo

―¿Y eso es...?― Preguntó Idno
―No lo sé.
―¿Disculpa?
―No lo sé, está escrito en rúnico.

Idno sucumbió ante la desesperación

―Veamos. Has ido a comprar provisiones.
―Sí― Dijo Jacob de la forma más despreocupada.
―Y has comprado de todo menos comida.
―Ajá.
―Te has gastado todo nuestro dinero.
―Se podría decir que sí.
―Y te lo has gastado en un libro escrito en un lenguaje que nadie ha usado en los últimos tres siglos.― La cara de Idno empezaba a reflejar una fracción de su ira.
―A ver, en verdad me han hecho un descuento porque nadie lo quería, llevaba ahí mucho tiempo...
―¡Me da igual! ¿Ahora que hacemos con eso? ¡Nadie va a querer un libro de diossabequé!
―Un libro de usos de los monstruos.―Intervino Viktor
―¿Cómo dices?
―Se llama "Criaturas de Las Sendas: Usos y Aplicaciones de las Piezas de Caza".
―¿Y cómo sabes eso?
―Mi padre me regaló esto.― Dijo Viktor enseñando una pequeña libreta de tapas aterciopeladas. ―Es un diccionario de viaje, un legado de la familia. No se si alguien lo ha llegado a usar en los últimos 200 años, pero es un recuerdo que ha pasado de padre a hijo durante innumerables generaciones.
―¡Idno! ¿De dónde has sacado a este chico? ¡Es un prodigio!― Viktor se sonrojó.
―Pues mira, se ofreció a acompañarnos porque éramos un grupo pequeño pero con buen perfil. Me dijo que si hacía falta que pagase algo, pero le dije que con su ayuda era suficiente. Aunque ahora que lo pienso... Hmmm... Sí... ¡No habría tardado ni dos segundos en intercambiarlo por ti!

Viktor observaba la trifulca de lejos, casi había olvidado lo del extraño y la piedra, pero sentía que este iba a ser el comienzo de un gran viaje. Y no se imaginaba cuán grande el viaje iba a resultar.


Neuraway- El Bestiario de ViktorWhere stories live. Discover now