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omnisciente

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omnisciente.

Luego de verse por minutos frente al espejo del baño, se acomodó el pelo y el uniforme. Salió mientras iba tarareando algo un poco conocido, y al chocarse con la recepción, se percató de que no está la chica de siempre. Ahora hay un rubio/castaño de ojos claros, que lleva ropa muy suelta y la cara de dormido que se le estaba por caer.

Se acercó perplejo y una vez frente a frente, sonrió.

—Hola. —Se apoyó sobre el mostrador y su contrario frunció el ceño. Con esa cara dio a entender de todo.

—¿Hola? —Siguió acomodando sus cosas para ver en donde estaba más cómodo y se daba cuenta de que el morocho de seguridad, no se iba de ahí—. ¿Qué se te ofrece? —Preguntó sin entender qué hace que lo mira tanto.

—Ah, soy Ivo —le dio la mano con total confianza y Joaquín no la aceptó ni de lejos—. Uh... Mal momento para presentaciones supongo —retiró su mano e hizo un gesto con el rostro creyéndose gracioso. El castaño seguía mirándolo muy raro—. Trabajo de seguridad en la librería. Ya sabés, por si cualquier cosa necesitás mi ayuda o algo —movió sus labios de lado a lado, analizándolo por completo. Cada detalle de Joa se lo estaba guardando.

—Ajá... —Contestó sin mirarlo.

—Bueno... —Comenzó a retroceder—. Voy a abrir —dijo en un murmuro y se dio cuenta que a su nuevo compañero le importó poco y nada su presencia. Ni siquiera se tomó la molestia de presentarse. ¿Cómo es posible? Creyó que se llevarían bien porque de lejos parece ser alguien muy amable—. ¿Viste al nuevo? —Preguntó en voz baja, mirando a su compañera de seguridad—. Es raro, no sé. Ni siquiera me dijo su nombre —agregó ofendido y Nicole se le rió por eso.

La enana prendió las luces del segundo piso tocando un sólo interruptor y ambos se fueron a fijar que las cámaras de seguridad anden correctamente en el día de hoy.

—Se registró como «Joaquín C». Lo vi en el temario —sonrió observando todo desde su postura firme—. No tuve la oportunidad de hablarle, pero ¿por qué decís que es raro? Capaz que sólo es tímido. —Se hundió de hombros. Serue negó con la cabeza.

—No creo que lo suyo sea timidez. Es raro. —Clavó sus ojos sobre la recepción y lo vio sonreír. Ahí, los colores que Ivo llevaba apagados, se encendieron.

—Dejalo. Es nuevo, qué sé yo —lo codeó y siguieron caminando—. ¿Cómo estás? ¿Anto? ¿Todo bien? —Cuestionó con sus manos en sus bolsillos, mirando desde su pequeña estatura a su amigo.

—Yo bien, por suerte. Anto, ahí anda —suspiró. Luego, bostezó contagiando a su amiga. Seguido de sus palabras, repitieron el recorrido por otro pasillo diferente—. Todo el tiempo me llama. Quiere que la ayuda a salir de su casa y ya no sé que hacer. Me duele que la pase mal ahí dentro, pero no puedo quitarle autoridad a Florencia. Es su mamá aunque no se haga cargo —agregó con tristeza. El asunto de su hija lo pone mal de manera constante.

𝗮𝗹𝗲𝗷𝗮𝘁𝗲 - 𝘬𝘢𝘺𝘯𝘦𝘢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora