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omnisciente

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omnisciente.

Camina con una sonrisa mientras entre sus manos sostiene sábanas limpias que le pertenecen a la menor de la casa. Toca su puerta y abre sin esperar respuestas.

—Belu, acá te traje tus sábanas lim… —Se calla cuando la ve y la escuche llorar—. Ay, amor, ¿qué te pasó? —Se acerca rápido y dejando todo de lado, la abraza como nunca para consolarla.

—No te voy a decir porque te vas a enojar conmigo —murmura, y el castaño frunce la frente. Claro que se quedó confundido ante esa respuesta, pero no importa que sea, él está dispuesto a ayudarla y consolarla siempre.

—No, mi vida. Decime, yo estoy acá para lo que sea que suceda —la mira y sonríe. Se levanta de la cama en la cual se había sentado junto a ella y fue a buscar papel. Se lo entrega y de nuevo, vuelve a abrazarla—. Contame, hija.

—Me peleé con Elías —murmura con la voz triste, cabizbaja. Joaquín respira profundamente y sigue escuchándola—. Me dijeron que estaba hablándose con otra chica y que los vieron. Él me negó todo y me trató de tóxica —su mirar se fue hacia el suelo. Joaquín comienza a acariciar su pelo y al escucharla, le dieron ganas de soltar un «te lo dije», pero es su padre, no un amigo, ¿cómo va a decirle eso? Su deber es ayudarla y consolarla cuando nadie más pueda.

—Pero no tenés que llorar por eso, mi vida. Vos sabés que tenés la razón por lo que todos te dijeron, y listo. Que no intente manipular la situación y hacerte quedar como una tóxica cuando no es así —comenta. Luego, se acomoda y se pone frente a ella para mirarla al rostro—. No merece tus lágrimas, hija. Un pibe que no te valora, no merece ni que gastés tiempo llorándolo —sonríe y deja un beso en su frente—. Afuera hay muchos más. Incluso, cuántos no te imaginás —ríe rodando los ojos. Exageró un poco en su tono de voz e hizo sonreír a la menor—… Él no va a ser el primero ni mucho menos el único —suspira. Esconde un mechón de su pelo castaño detrás de su oreja y luego, sonríe para agregar—: Sos una princesa, ¿mirá si ese tarado va a hacerte llorar así? —Causa la risa de Belén y que, así, sus lágrimas se detuvieran, para luego recibir un abrazo de su parte.

—Te amo, pa —susurra, enredando sus brazos en su cuello.

Hoy sábado, salió del trabajo 13:30 p.m., y con una sonrisa feliz, llega al edificio del departamento. Antes de cruzar su puerta, el E2 del quinto piso, su vecina Jimena se aproxima hasta él para charlar.

—Buenas tarde, querido.

—Buenas tardes, Jime —busca sus llaves entre sus prendas y no logra dar con ellas, así que se queda unos segundos demás.

—El señor Gastón salió. Dijo que si lo veía, le avisara —comunica y Joaquín frunce el entrecejo.

—¿Le dijo a dónde? —Cuestiona y mira hacia abajo. Aún no encontraba sus llaves—. Que raro, no me avisó —ríe y en el bolsillo trasero de su jean, estaban las mismas.

𝗮𝗹𝗲𝗷𝗮𝘁𝗲 - 𝘬𝘢𝘺𝘯𝘦𝘢.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora