capítulo 6

16 3 5
                                    

Elizabeth.

Me siento sumamente incómoda e incluso triste.

No sé que hacer con estos sentimientos. Es tan frustrante. Tengo ganas de verlo y a la vez, me aterra tenerlo frente a mi.

Es sábado, ya han pasado unos días desde que no lo veo.

Pero por alguna razón siento su mirada clavada en mi nuca todo el tiempo.

Que imbécil, no le importó lastimarme.

Pero bueno, que le va a importar, si es un maldito sin sentimientos.

Los últimos días me los he pasado muy ocupada, con los exámenes finales, y gracias a eso, no he pensado demasiado en él.

Aunque me he sentido muy incómoda en el instituto con él detrás de mi todo el tiempo.

Y a pesar de que no hablamos, siento su presencia.

El viernes terminé el instituto, y pues, tengo que empezar la universidad.

Voy a estudiar Música.

Si, un poco ridículo, Pero es lo que me apasiona.

Aunque no se que será de mi en esa residencia lejos de mi familia.

Especialmente de Jacob y de mi hermano Jonathan.

Aún sabiendo que estoy en peligro por culpa de un maniático, que dice que "Tengo algo que le pertenece".

Va a ser terrible esto de comenzar en la universidad.

Oh Dios...

Lo único bueno es que una de mis mejores amigas, Jessie, también estudiará lo mismo y se irá conmigo.

El sonido de mi teléfono indicando que me llegó un mensaje, corta mis pensamientos de el tirón.

Jacob: Elizabeth, no te he escrito, ni me he acercado a tí por respeto a tu privacidad, y supongo que tienes cosas que pensar, pero es muy infantil de tu parte que no me hables ni me dirijas la palabra solamente porque te rechacé, recuerda que es importante que este cerca de tí, y tu hermano me ha estado preguntando el porqué no estoy todo el día pegado a tí, madura un poco.

No me lo puedo creer, definitivamente este tipo está mal.

No pensaba responderle. Pero no me dejó en paz, pasados unos minutos me llegó otro mensaje de él.

Jacob: Pareces una niña pequeña, ¡Acaba de contestar de una puta vez!.

Elizabeth: ¡Oye, no me grites!, no te contesto porque no me da la gana, ¿Tanto te duele?

No iba a permitir que me tratara así solo porque no le he hablado en unos días, quizás el infantil es él.

Jacob: Ni siquiera te he gritado, estamos escribiendo, y no, no me duele, me da totalmente igual lo que te pase a ti o a tu jodida vida, pero esto lo hago por mi mejor amigo, es increible que sean hermanos, no se parecen en nada.

No puedo negar que me dolió muchísimo lo que me dijo, se me hizo un nudo en la garganta y las lágrimas estaban luchando por salir de mis ojos, ni siquiera tengo idea de por qué me trata así.

Pero prefiero alejarme de él, no tiene derecho de hablarme como le da la gana.

Le envié dos últimos mensajes, para no contestarle más.

Elizabeth: Si te da tanto igual, mejor renuncia, yo me sé cuidar sola, si tanto te molesta mi existencia, ignorala, es fácil de hacer, lo han hecho toda mi vida, y sí, Jonathan sí es mi hermano, y tenemos más cosas en común de lo que crees. Solo te dedicas a juzgar a la personas sin conocerlas ni un poquito. Se que te importa una mierda todo lo que tenga que ver conmigo, no te preocupes, yo hablo con mi hermano para que te mantenga lo más lejos posible de mi. ¿Sabes algo Jacob? Sinceramente creí que eras una buena persona, o quizás si lo eres, pero no me tocó a mí conocer esa parte de tí.

Elizabeth: Por mí aléjate, lárgate de mi vida, estaré mejor si me cuido de tu padre sola, parece que toda tu familia quiere lastimarme, incluso tú. Si les hice algo mal en esta vida o en otra, lo siento, pero no voy a permitir que me hagan daño. Ninguno de ustedes. Mucha suerte en la vida. Adiós.

No me di cuenta que estaba llorando, hasta que termine de escribir los mensajes.

Lloré tanto, que me quedé dormida, el sueño me abrazó y no pensé en nada más.

                                 ***
Jacob:

Me encontraba justo fuera de el departamento de Elizabeth, agitado y con un nudo en la garganta.

Me duele muchísimo haberla lastimado, solo la traté así para evitarle un dolor mayor y porque soy un maldito infantil.

Decidí no tocar la puerta, porque estoy seguro que está dormida, así que escale hasta la ventana de su habitación.

Mi corazón se rompió en pedazos al verla con sus preciosos ojos cerrados e hinchados, la cara roja y empapada por sus lágrimas.

Se durmió de tanto llorar.

Por mi culpa.

Me alarmé al ver cómo se volvía a despertar por la brisa de la ventana abierta.

Cuando abrió los ojos, los tenía rojos, y se le veían cansados.

Su mirada se dirigió a mi, y su cara de vulnerabilidad absoluta, cambio abruptamente, sus facciones se endurecieron, y me dedicó una mirada frívola.

–¿Qué haces aquí? –su tono de voz fue totalmente diferente al que utilizaba conmigo siempre, no tenía ápice de enfado, ni de dolor, me habló fuerte, sin emociones en su voz. Era como si no le importara mi presencia, y a la vez no quisiera que estuviera allí.

–Vine a verte... –no me permitió terminar la frase, se levantó de la cama con la misma expresión y señaló la ventana.

–Vete por donde mismo entraste, no te quiero ver y mucho menos cerca de mi. Me dejaste muy claro que no te importa lo que me pase, así que lárgate, no tienes nada que hacer aquí.

Cerré los ojos unos segundos antes de volver a abrirlos, cansado de discutir.

Le repasé la cara con mis ojos, sus labios estaban entreabiertos, no lo pude evitar, di dos pasos al frente cortando el espacio que nos separaba, y la besé.

No corresponde al principio y me separo acercando mis labios a su oído.

–Perdóname, por favor, perdóname –le susurré con desesperación, necesito que me deje de odiar, ella no merece que la trataren como lo hice.

No respondió. Pero esta vez, fue ella quien me besó, al fin terminamos durmiendo juntos y abrazados en su cama.

Perfecta Oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora