Capítulo 8: Heridas

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"Quien se niega a reconocer sus errores jamás podrá triunfar, pero si los acepta y corrige, tendrá una nueva oportunidad"

El domingo durante el culto Danla y Aaron fueron presentados delante de toda la congregación como novios, lo que hacía oficial su compromiso. Las mejillas de Danla lucían rojas, pero su sonrisa de pura felicidad relucía sobre su sonrojo. Me sentía muy feliz por ella y su nuevo novio, eran una hermosa pareja, lucían muy bien juntos. Yo también anhelaba algún día poder ser presentada junto a una persona que amara de todo corazón. Mis ojos, inevitablemente buscaron el lugar donde se encontraba Eduardo, quien se había sentado dos filas más adelante junto a su madre. Había creído que él podía ser esa persona que algún día se presentaría junto a mí, pero por más dulce y educado que él fuese, ni siquiera lograba sentir aquellas mariposas en el estómago, de las que tanto las personas comentaban.

Al terminar el culto me dirigí hacia Eduardo, quien se encontraba conversando con uno de sus amigos, pero antes de llegar a él, fui interceptada por Danla, quien me presentó a su novio. Este era un chico de ojos brillantes y sonrisa dulce, no me extrañaba que mi amiga llevara tanto tiempo enamorada de él.

—Es un placer —dijo él con una voz suave y profunda, al tiempo que me ofrecía su mano.

—El placer es mío —respondí estrechando su mano con una sonrisa—. Les deseo la mayor felicidad —añadí.

El chico se retiró para ir a saludar a algún conocido, mientras que Danla se quedó junto a mí para interrogarme sobre mis impresiones acerca de su novio. Intenté darle una respuesta rápida mientras miraba de manera disimulada en la dirección de Eduardo, el cual continuaba, con lo que parecía, una animada conversación. Danla me comentó con alegría sus planes de futuro con Aaron, e intenté seguir el hilo de su conversación, aunque por instantes me perdía de la misma, pues intentaba organizar las palabras que deseaba decirle a Eduardo, no sabía cómo iniciar aquella conversación difícil.

Aaron llamó a Danla para que saludaran a algún conocido y aquello me dio la posibilidad de acercarme a Eduardo, quien ya había terminado su plática.

—Buenos días, Eduardo —saludé obsequiándole una sonrisa nerviosa.

—Hola, Ally —contestó él dándome un beso en la mejilla.

Me quedé por un instante en silencio cuando este se separó, las inseguridades se presentaban nuevamente. Me preguntaba cómo lo tomaría y si le haría daño con la decisión que había tomado.

—Allison deseaba hablar contigo acerca de nosotros —se adelantó Eduardo antes de que pudiera decir una palabra y eso hizo que me tensara—. Sé que nos conocemos hace poco y quizás sea pronto para decir esto...

Me imaginaba lo peor con esa elección de palabras, era la receta perfecta para el fracaso.

—... solo puedo verte como una amiga —agregó Eduardo y pude respirar con tranquilidad nuevamente—. Espero no herir tus sentimientos —dijo observándome con cierta preocupación.

Me quedé por un instante procesando lo que él acababa de decir, era como si hubiera leído mi mente y la hubiera expuesto en voz alta.

—Para nada —contesté mostrando una pequeña sonrisa—. De hecho, quería hablar de eso mismo contigo, porque, yo siento lo mismo que tú. Creo que podemos ser grandes amigos, pero si nos referimos a noviazgo, no veo futuro.

—Me alegro que lo tomes así —contestó Eduardo relajando sus tensos hombros, aunque aún me quedaba otra tarea difícil, hablar con mi madre.

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Luz en OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora