—El tiempo que estuve en el hospital sufrí de una severa depresión —continué narrando mi historia a un asombrado Jake—. Me sentía la peor persona del mundo, había arruinado la vida de mis padres, a mis amigos y me odiaba cada día por ello. Sin embargo, salí adelante, porque tomé la decisión de hacerlo, dejar de consumir drogas y entregar mi vida a Dios, que me levantó, rompió mis cadenas para que hoy yo pudiera estar aquí.
Jake se mantuvo en silencio manteniendo su mirada fija en mí, esperaba que por fin estuviera comprendiendo que la chica que había conocido era resultado de sus decisiones y no de una vida completamente perfecta.
—Estás a tiempo de arrepentirte —le aconsejé a Jake—. Debes elegir si quieres seguir en esa oscuridad a la que llamas luz o si vas a buscar la verdadera luz —añadí esperando con gran ansia que me dijera que iba a buscar la luz, que después de todo lo que había escuchado de mis labios quería ser mejor, pero no dijo nada, se mantuvo observándome fijamente, aunque su mente parecía estar en otro lugar.
—Piensa en lo que te dije —le pedí con un mínimo de esperanza.
Salí de la habitación para encontrarme con la madre de Jake.
—¿Pudiste convencer a Jake de dejar la heroína? —preguntó ella con preocupación.
Ya no sabía qué creer de aquella mujer que tenía frente a mí. Intenté pensar en lo que ella había pasado y en su sufrimiento, pero no me parecía justificación suficiente para haber dejado a su hijo como lo hizo.
—No, no he podido convencerlo —respondí negando con la cabeza y aquello me dolía, porque no quería que terminara como yo, no deseaba que se odiara a sí mismo—. Esta vez encarcelarlo no es la solución, sino estar a su lado, ayudarlo a curar las heridas de Jake, sea la madre que él necesita desde hace muchos años —añadí antes de marcharme.
Al salir de la casa me permití tomar un respiro mientras el viento frío característico de noviembre me abrazaba. Enfrentarme a Jake, a su madre y a mi pasado me había dejado sin energía, solo deseaba llegar a casa y refugiarme en mi cuarto.
—Hija, ¿te pasó algo? —preguntó mi madre al verme entrar en la casa.
—¿Cómo pudieron soportar el proceso de mi recuperación? —pregunté acercándome a mi madre.
Mamá y papá siempre me sonrieron durante mi recuperación, incluso cuando pensaba que no podría lograrlo, ellos me habían dado aliento para seguir caminando hacia la meta. Antes no me lo había preguntado, pero ahora que me encontraba en una posición similar a la de ellos no podía imaginar lo doloroso que había sido para ellos.
Mi madre hizo un espacio para mí en el sofá y al sentarme a su lado comenzó a acariciar mi cabello como hacía cuando yo era una niña.
—Verte caer una y otra vez fue doloroso para nosotros, pero logramos mantenernos firmes porque le creímos a nuestro Dios. Mírate aquí estás, libre de las drogas y más fuerte que nunca —dijo mamá acariciando mi mejilla con la dulzura de siempre. Mi madre fuerte y valiente, mi consejera, cuanto la amaba, su cariño era incondicional hacia mí; me abracé a ella con fuerza y comencé a llorar con todos mis sentimientos revueltos. Lloraba por el pasado que había escogido y por el presente que vivía Jake, me sentía profundamente triste cada vez que veía a un chico perderse en las drogas—. Allison, sé que te sucede algo, pero esperaré que me lo cuentes —agregó mi madre y me abracé más a ella.
Aunque la droga era un capítulo triste en mi vida, también sabía que había sido un detonante en nuestra vida. Tanto mis padres como yo habíamos cambiado y nos habíamos perfeccionado en nuestros defectos, en otra época mi madre me habría sacado las palabras a empujones, pero ella había aprendido a ser paciente con mis decisiones más difíciles y yo había comprendido que mis padres no eran mis enemigos, solo eran personas que deseaban mi bienestar, aunque a veces se equivocaran en sus decisiones.
*****
Había perdido las esperanzas de que Jake tomara la decisión correcta, llevaba ya tres días sin asistir. Dejé los libros en mi casillero y tomé el de química, a continuación, cerré el casillero para dirigirme hacia el laboratorio de química.
—Allison —me llamaron desde atrás y reconocí la voz de Jake.
Me di la vuelta llena de esperanza al verlo allí. Lucía algo más demacrado que la última vez que lo había visto, sus ojeras se marcaban claramente bajo sus moribundos ojos.
—Jake —susurré dando dos pasos hacia él.
Se hizo un silencio entre ambos mientras Jake miraba las losas que adornaban el suelo como si fueran lo más importante o contubernio un tesoro que sólo él conocía.
—Quiero encontrar la luz de la que hablas —me dijo Jake levantando la cabeza para mirarme con unos ojos que gritaban por ayuda desde el silencio.
Mi corazón se llenó de felicidad de escuchar aquello, pensé que no sucedería, que lo vería ponerse peor cada día.
Miré el reloj que tenía en mi muñeca, faltaban tres minutos para que la clase comenzara. Le pedí a Jake que nos reuniéramos en el estacionamiento de la escuela después de las clases, y el accedió con un corto asentimiento. Una vez terminé las clases me dirigí hacia el estacionamiento, donde Jake me esperaba junto a mi bicicleta.
—Hola —saludé con incomodidad, no sabía cómo abordar el tema—. Me alegra mucho que hayas tomado esta decisión.
—Por favor, no parezcas una azafata hablando —dijo Jake con todo irónico y una sonrisa burlona en sus labios.
Podía haberme enojado, pero me sentía feliz de ver una sonrisa en su rostro, así que yo también sonreí y el ambiente se relajó un poco.
—¿Te gustaría ir a la iglesia conmigo? —pregunté siendo directa—. Confiar en Dios fue lo que me dio fuerzas para lograr superar todos los problemas que me trajo la adicción.
—No, no voy a ir a una iglesia, ni con un médico, ya salí de esto una vez y puedo volver a hacerlo —respondió él negando con la cabeza.
Intenté protestar, pero Jake no me lo permitió argumentando que aquella era su condición. Solté un suspiro de exasperación, pero decidí seguir adelante con aquello, podríamos avanzar poco a poco.
—¿Qué fue lo que te causó esta recaída? —interrogué recordando lo que había leído.
Jake bufó dos veces, se pasó la mano por la cara y se movió de manera intranquila antes de contestar: —Mi padre ha llamado varias veces últimamente, desea que vaya a verlo, una reconciliación padre e hijo.
Aquella última frase la soltó llena de amargura, ira, odio y por debajo de todo aquello se encontraban las palabras de un niño herido.
—Solo quería volver a sentir un poco de felicidad.
Esas últimas palabras retomaron fuerte en mi mente.
—Se me ha ocurrido una idea, nos veremos mañana después de clases —respondí con una sonrisa.
Él había dicho las palabras claves para mí, aquel último comentario lo había revelado todo. Jake era un niño al que le habían arrebatado todo lo que le proporcionaba recompensas y felicidad, su padre, madre, deportes, cerámica, libertad. Solo le había quedado como refugio las drogas, las cuales le ofrecían su falsa alegría, pero dejando estragos tan demoledores como los de un huracán.
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Luz en Oscuridad
RomanceAllison odia tener que mudarse de la ciudad que la ha visto crecer a una totalmente nueva en la que no conoce a nadie, pero debe hacerlo debido al ascenso laboral de su padre. Llena de esperanza decide afrontar esa situación con la mejor actitud par...