CAPITULO 16

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En el gran salón del castillo de Reselt, la atmósfera estaba cargada de tensión y expectación

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En el gran salón del castillo de Reselt, la atmósfera estaba cargada de tensión y expectación. Los nobles esperaban presenciar la unión de dos poderosas familias en matrimonio. En el centro de la sala, el príncipe heredero Eros aguardaba con impaciencia, vestido con su imponente atuendo real, su mirada fría y decidida oculta tras una máscara de serenidad.

Desde el otro extremo del salón, Lady Roxa Malchiester hizo su entrada con la elegancia y la dignidad que la caracterizaban. Vestida con un deslumbrante vestido blanco adornado con detalles plateados, su presencia exudaba determinación y firmeza. A pesar de las miradas de desdén y desconfianza que recibía por parte de algunos presentes, Roxa mantuvo la compostura mientras avanzaba hacia el altar.

El ritual de la boda transcurrió solemnemente, con el intercambio de votos y la promesa de lealtad entre Reselt y Malchiester. Ninguno mostraba aprecio por el momento, sus miradas frías lo decían todo. Aunque no había amor entre ellos, ambos entendían la importancia estratégica de esta unión para sus respectivos beneficios.

Entre los nobles presentes se encontraba el príncipe Marc, quien aún no quería creer lo que estaba sucediendo. A su lado, Helena, vestida con un hermoso vestido azul y con su cabello recogido, miraba a la pareja con disgusto. No entendía lo que había ocurrido después de ver al príncipe Eros. Sintió la mirada fría del príncipe heredero por un breve momento, y eso le erizó la piel. No había forma de que el amor declarado en ese altar fuera una verdad.

Enoc observaba a sus padres desde la distancia, incapaz de acercarse debido a la atención de casi todos los presentes. Estaba acompañado de Carl, y aunque no había deseado asistir, no se arrepentía; había conocido al antiguo emperador del reino de Rosenod. Había invitados de todas partes, la unión de Eros y Roxa era el centro d atención entre todos. Se habían presentado las familias más grandes del reino, así como gobernadores y emperadores de otros reinos. Todos comprendían lo que representaba esta unión. También estaba el príncipe de los Taraniss, representando a las especies no humanas, junto con el duque Himston, quien estaba relacionado.

Si todos los presentes tuvieran algo en común, sería que veían a la pareja como una amenaza segura.

El emperador observaba a todos con atención. Sabía que pensarían tres veces antes de atacar a Reselt. Sonrió para sí mismo, pues podía ver en Eros y Roxa a su escudo y flecha más grandes que todas las que apuntaban hacia su imperio. Él había hecho real este matrimonio.

Al finalizar la ceremonia, Eros y Roxa fueron presentados como marido y mujer ante la nobleza reunida en el salón. A pesar de sus diferencias y la falta de sentimientos entre ellos, mostraron una fachada de unidad y compromiso por el bienestar de cada uno.

La pareja real se inclinó ante sus súbditos, conscientes del desafío que les esperaba y de la necesidad de mantener las apariencias en un mundo donde la política y el poder eran moneda corriente.

¿Cómo se había llegado a esto?





¿Cómo se había llegado a esto?

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