Capítulo 1: El Comienzo de una Eternidad (Parte 4)

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La llegada del otoño trajo consigo hojas teñidas de rojo y dorado, y con ellas, una nueva temporada de pequeñas grandes aventuras para Martina y Javier. Un día particularmente fresco y ventoso, decidieron organizar una búsqueda del tesoro en el bosque, usando un viejo mapa que Javier había dibujado inspirado en sus lecturas de cuentos de piratas y exploradores.


Con una lista de "tesoros" que encontrar -un hongo con forma de estrella, una piedra que pareciera cristal, una hoja mayor que sus cabezas- emprendieron la expedición, llenos de risas y desafíos. A cada hallazgo, marcaban el lugar en el mapa de Javier, y con cada marca, se sentían más conectados con los cuentos de aventuras que tanto amaban. Fue una tarde de descubrimientos sencillos pero significativos, donde el juego los llevó a apreciar los pequeños detalles del mundo natural a su alrededor.


Cuando el cielo comenzó a oscurecer, y las sombras de los árboles se alargaban sobre el suelo del bosque, decidieron regresar a casa, pero no sin antes prometerse que aquel mapa sería solo el primero de muchos. Martina propuso escribir una historia sobre sus aventuras, usando el mapa como guía para futuros lectores, y Javier, entusiasmado, ofreció ilustrar cada capítulo con fotografías y dibujos de sus hallazgos.


A medida que los meses pasaban y el invierno se acercaba, sus encuentros empezaron a tener un nuevo refugio en la calidez de la biblioteca local. Allí, entre estanterías repletas de libros, descubrieron juntos novelas de ciencia ficción y biografías de grandes exploradores, cada lectura un peldaño más en la escalera de su imaginación compartida.


Fue en uno de esos días, mientras la nieve caía suavemente fuera de las grandes ventanas de la biblioteca, que Martina le mostró a Javier el borrador de su primer cuento, inspirado en sus aventuras. Mientras él leía, sus expresiones cambiaban con cada palabra, un testimonio silencioso del talento de Martina. Terminada la lectura, Javier no pudo más que abrazarla, orgulloso y emocionado, sabiendo que tenía en sus manos el corazón y el alma de su mejor amiga.


Y así, con cada hoja que caía y cada página que volvían, su amistad se enraizaba más profundamente, resistiendo las estaciones y cambiando con ellas, siempre hacia adelante, siempre juntos. Con cada aventura, cada historia escrita y cada imagen capturada, Martina y Javier no solo documentaban su crecimiento sino que también cultivaban un amor puro y una camaradería que definiría sus vidas

Hojas de Arce y Estrellas FugacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora