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maría alemán — 25 años, españa.
santiago vaca narvaja — 25 años, argentina.
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— qué, ¿te gusta fumar ahora? te hace mal eso. — dijo santiago, le había dicho que ya no lo hacía, pero claramente era mentira, no podía dejar de fumar de un día para otro.
— dale, un día mas, no seas gil. ¿en qué te afecta a vos aparte? — santi odiaba que yo fumara y me drogara, según él eso estaba matando mi carrera como modelo.
— dios, no podés fumar mas maría, ¿tan larga la vas a hacer? te voy a prohibir que fumes y que consumas, todo. te estas matando, ¿te has visto?, muerta estás.
— ¿y por qué seguís acá? andá a buscar a una mina rubia ahí que no fume, que no se drogue, tanto me jodes, andá al boliche y agárrate a alguna mina ahí.
— no, no quiero, quiero estar con vos, te quiero cuidar pero vos no ayudas maría. — terminó y me miró en un silencio que pareció eterno.
— no puedo dejarlo de un día para otro santiago. — le dije tirando el cigarro, dando justo con el centro de la papelera.
— ¿jugás basket ahora? — preguntó él riendo, sacándome una sonrisa.
— no cambies el tema, es un cigarro nomás, no es para tanto. — le dije mirándolo, él me observaba como nunca nadie me había mirado, según mis amigas cuando santi me mira le brillan los ojitos.
— entonces empecemos por eso, dejá el cigarro, son las seis de la mañana, no sé ni que hacés despierta. empecemos por eso, ¿dale? el cigarro hoy no. — me dijo sacándome la caja de cigarros de la mano.
— aunque sea por hoy nomás. — bufé un triste "dale" y santi me dió un abrazo.
— dale, ¿tanto vas a amar al cigarrito? — preguntó irónico.
— ¿yo o los cigarros? — preguntó divertido mientras me abrazaba.
— vos obvio. — conteste y reímos. amaba a santi, pero dejar un vicio de un día para otro es difícil.