Cuando Alice despertó, jamás creyó que en los siguientes días su vida cambiaría en un giro bastante complicado. Como cada mañana, se puso de pie, saliendo de su mullida cama, con su cabello color chocolate despeinado y sus verdes ojos un tanto hinchados de dormir, asomó su cabeza entre las cortinas y pudo apreciar un violeta grisáceo en el cielo mañanero de ese día. Se miró en el espejo y soltó un gruñido.
—Oh joder, tengo sueño— dijo de manera perezosa y un timbre de celular interrumpió sus quejas matinales. —Hola linda, buenos días— contestó la llamada sonriendo ampliamente mientras ponía el alto parlante de su celular y se dedicaba a desvestirse para entrar en la bañera.
—Hola Princesa, espero que estés teniendo una linda mañana, nublado con 15 grados Celsius...— comenzó diciendo la voz alegre de una chica.
—Muy graciosa, deberías abandonar la escuela y convertirte en la chica del clima— le contestó la chica castaña comenzando a reír.
—Oh si, claaaaro— dijo riendo la voz, desde la bocina.
— ¿Que se te ofrece?— preguntó mientras se metía a la bañera con lentitud y disfrutaba de la tibieza del agua en su piel.
—Sólo quería saber si estabas despierta, porque luego te quedas dormida— De la bocina del celular brotó una risa, haciéndole recordar el incidente de la semana pasada.
—No Annie, no me quedé dormida— contestó la muchacha con una risa.
—Vale linda, entonces te veo en la escuela, no llegues tarde, te amo. Recuerda que tenemos que ir de compras para tu fiesta de cumpleaños—
—Oh sí, y por cierto, te tengo excelentes noticias en cuanto a eso, pero hablamos en la escuela— Le dijo por último y entonces sonrío para despedirse de su amiga y colgó.
Abandonó la tina después de aquél minucioso baño y se enredó en su toalla de baño con tranquilidad para ir a su gigantesco armario y escoger un conjunto de pantalones de mezclilla entallados, con una blusa de manga larga en color borgoña, de cuello redondo, acompañados por una chaqueta en terminado de cuero negro y estoperoles cuadrados.
Se vistió con rapidez y comenzó a secar su cabello para peinarlo, mientras en su Mac sonaba "Beautiful Nightmare" de Skylar Grey, disfrutaba cada nota, pero cuando terminó arreglarse y se miró al espejo, suspiró.
Otro día más de escuela, viendo las mismas personas, haciendo las mismas cosas, viviendo los mismos minutos. Lo único que podía agradecer era tener dos maravillosas amigas que le apoyaban en todo y las quería como sus hermanas, pero algo le faltaba... Ella sabía lo que era... Sabía que era Él.
Miró el retrato que estaba en su espejo, eran dos niños de 13 años abrazados, se podía reconocer a ella por sus ondas color chocolate y sus ojos color esmeralda. En cambio, el niño era castaño y salpicado por pecas en la nariz y sus alrededores. Él era Liam Jonhson, el "amor de la vida" de Alice Elgort. Tenía todo lo que ella soñaba y buscaba en alguien, era gracioso, interesante, inteligente, una persona sencilla y que todo mundo parecía amar, además de tener una voz de cantante nato, era el chico de sus sueños, casi perfecto. Lo único que arruinaba era que él nunca pondría sus ojos en Alice, y no porque no le agradara como persona o físicamente, puesto que eran amigos desde siempre y Alice era guapa en toda la extensión de la palabra, pero Liam no podía fijarse en Alice ni en ninguna otra chica, ya que estaba profundamente enamorado de otra chica, una chica que era su novia y lo adoraba tanto como Alice. Y esa era precisamente la razón del porqué se la vivía sintiéndose insegura, preguntándose porque ella no era lo suficientemente buena como para estar con Liam, pero por supuesto que lo era, aunque cada cabeza es un mundo y Alice se propuso a esperar por él cuanto fuera necesario, a demostrarle que ella podía ser lo que el buscaba, de una u otra manera.
Sonrío y tomó su bolso para bajar las escaleras rápidamente, en camino hacía el comedor, para desayunar a prisa mientras saludaba a sus padres.
—Buenos días princesa— le contestó su padre cuando ella besó su mejilla.
—Come bien antes de irte mi amor— le dijo su madre con una sonrisa —Hoy vamos a llegar hasta tarde, así que si quieres puedes decirles a Annie y a Hannah que vengan a casa o puedes ir a quedarte a casa de alguna de ellas si quieres—
—Cool...—dijo no tan convencida, pero a pesar de todo les sonrío. "Ustedes siempre llegan tarde" pensó con un deje de desilusión y continuó su desayuno.
Una vez que se despidió de sus padres, subió a su Mercedes-Benz SLR McLaren de color gris plata, y lo encendió para dirigirse a su colegio.
Cuando estacionó, un BMW Z4 se enfiló a su lado y su corazón se desbocó, sabía a quién pertenecía. De aquél auto bajó Liam y la saludó con una radiante sonrisa que la puso a temblar por demás, y entonces rodeó el auto para abrir la puerta a una chica más bajita que él, de cabello rubio y ojos color marrón, delgada hasta el punto de ser huesuda. Se trataba de una chica llamada Abigail Panabaker, la chica por quien Liam bajaba hasta las estrellas del cielo para ella.
Lo único que Alice pudo hacer fue saludar de regreso a ambos y sonreír de esa manera falsa a la que tanto se había acostumbrado y bajó la mirada para irse lo más rápido que pudiera, evitando así poder ver a la feliz pareja.
Entró al colegio y comenzó a caminar con un andar lento, cada vez que veía a Liam con Abigail era como una sensación de ahogo y un golpe en la boca del estómago, era algo con lo que tenía que vivir todo el tiempo, pero que soportaba con ese espíritu de valentía que ella cargaba frente a todas las cosas. Por supuesto que ella intentó olvidarse de él, claro que lo intentó, tuvo varias relaciones a las cuales puso todo de sí, pero simplemente jamás funcionaban, aunque ella los quería, de un día para otro ellos se iban. Y por ellos se refiere a sólo dos chicos en su vida. Entró al taller de música y se sentó junto a Hannah, una rubia platina de delicados rasgos, y cuerpo curvilíneo a pesar de tener 1.63 de estatura.
—Estamos en binas desde ayer y no viniste, que tonta eres— le dijo burlona la pequeña Hannah.
—Oh sí, seguro que me perdí de mucho ¡Wiiii!... — Contestó con sarcasmo su amiga.
—Pues yo tengo a mi pareja y tú a la tuya— dijo mientras se limaba las uñas.
— ¿Ah sí? ¿Y quién es tu pareja? —preguntó Alice con fingido interés.
—Ryan Donovan— contestó la rubia con orgullo.
— ¡Nooo...!— Exclamó la castaña en voz muy bajita y con una sonrisa cómplice.
—Oh sí— le dijo sonriendo como el gato sonriente de Alicia en el país de las maravillas
— ¿Y el mío? — preguntó con ojos expectantes.
Hannah sonrío con la promesa de un secreto que le revelaría —Va entrando justo ahora— le dijo mirándola a ella.
En ese instante, los ojos verdes de Alice buscaron la puerta de inmediato y ahí frente a ellos, aquél castaño pecoso, pedía la entrada a su maestro y los pulmones de la chica se hicieron un nudo que no la dejaba respirar.
—Él mismo pidió hacer el trabajo contigo... con mucha insistencia—Musitó Hannah para terminar con los nervios de su amiga.
Liam terminó por sentarse a lado de Alice, sonriéndole como sólo él podía y lo único que ella pudo hacer fue sonreír de vuelta y quitarle la mirada bastante nerviosa.
"¡Sigue intentándolo, Alice!" Se animó en su mente mientras sopesaba sus posibilidades y sentía la mirada del chico de un costado clavada en su ser, y su corazón se desbocó una vez más en ese día.
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I Wanted You More.
Teen FictionSer adolescente no es fácil, y mucho menos para una chica enamorada, o más bien, deslumbrada con la personalidad de un muchacho que jamás se atrevería a voltearle a ver de manera sentimental. La historia de Alice Elgort, una chica de una posición e...