Ahora, ¿Qué hago?

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Retomando el panorama y analizando el entorno en el cual me encuentro, no es difícil deducir que no me siento a gusto acá, no estoy conforme, y estoy casi seguro que de mis inconformidades deriva mi falta de felicidad la cual es inversamente proporcional con la ganas de encontrarla. Pero, el inconveniente es casi insuperable, ¿Cómo encontrar la felicidad?, en sí, ¿Qué es la felicidad? ¿Existe?... La única forma de saberlo era averiguándolo, no es que no existan conceptos al respecto, desde un punto de vista científico; es el proceso bioquímico que se genera por la segregación de oxitocina en el hipotálamo, además, tenía claro que las emociones hacen parte del hemisferio derecho del cerebro. Sin embargo, teniendo esa información la misma era inútil, planteando un simple y detonante interrogante ¿Cómo generar la segregación de tal hormona?, algunos decían que encontrando el amor, pero, a pesar de mi corta edad yo tenía claro que mi único amor era yo mismo. Saliendo de mi mundo onírico, tenía tan solo 15 años, por consiguiente mi nivel de escolaridad no era ni el mínimo como para sobrevivir en este mundo de competencia, era otro detonante para que mis planes utópicos se fueran en picada, casi todo estaba dicho, era imposible. En cuanto surgió esta idea de imposible, mi mente se lamentó en un susurro y trajo a mí un recuerdo, mi estadía en un internado militar.

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- Aloh, ¿Madre?

- ­Si, conmigo - Afirmó neutralmente.

- Madre, ya no me encuentro bien acá. - Le manifesté con frustración.

- ¿Te ha pasado algo?

- En sí, no, nada que realmente importe. - Casi susurrando, dije - Sucede esto, no me siento augusto en este lugar, es más, no me siento nada bien.

- Me lo esperaba, siempre buscas evadir las cosas - Dijo ya molesta.

- No es así como dices, siempre buscas solo en mis errores. Desde que tengo memoria, jamás te he escuchado ponerme en alto. - Dije con fatiga, y a modo de liberación de una notoria ira frustrada.

- No soy la peor mamá del mundo - Dijo ella con notoria arrogancia y con un tono burlón.

<Te odio> Susurró mi mente. - Adiós.

Colgué, y seguí encerrado en el baño. Aquel baño oscuro, el cual utilizaba para dos cosas; para lo que sirven los baños, y también, como mi compañía es mis malas rachas. Después de la llamada escuché alguien golpear la puerta del baño y me dijo;

- Apresúrate, ¿Qué piensas pasar toda la vida ahí? - Dijo un compañero del internado.

- ­Usa otro baño - Le dije en un tono desafiante.

- Susurró - Vamos, sal de ahí. - Retomó la voz - Los demás baños también están ocupados.

- También este se encuentra ocupado, ¿Es qué no te das cuenta? - Le dije ya molesto - Deja de fastidiarme.

- ¡Sal! - Dijo entrando en furia, su desesperación delataba el tamaño de su emergencia.

- Yo le grité - ¡Azúcar! - Una carcajada muda invadió mi aliento _ < Ese era el tipo de humor que necesitaba en aquél preciso instante > Pensé.

Después de la tensión en el lugar, de repente, mi risa contagió el lugar, inclusive, quienes estaban en los otros baños se les salió una carcajada. Salí unos segundos después y seguido a eso, él, se adentró con gran urgencia en el baño, y se escuchó en la pequeña cabina el estruendo de una gran flatulencia. >>

Me quedaba claro, era un patrón de conducta y quizá, ese sentimiento delirante el cual me hacía sentir ansioso de huir, por supuesto, era parte del patrón conductual. Este se basaba en uno no sé si muy común, era, básicamente esto; al menor inconveniente, inconformidad o inclusive algún vano capricho, o deseo que pertenecía a mi propio mundo, en sí, muy subjetivo. Se encendía una alarma que a gritos desesperados, sin dar descanso me piden huir <<*you have to flee!* (debes huir)>> y ese mismo mensaje, se repetía en secuencia las veinte y cuatro horas del día, inclusive mis sueños eran acerca de ello. Y aquella vez, mi estadía en el internado..., no se vería prolongada por mucho, debía encontrar la forma de salir de ahí. Y esto, rondaba mi mente día tras día en aquel burdo lugar, debía seguir un plan, y fue este, tenía muy claro que sufría de gastritis, la salud, era algo muy importante en aquel lugar el cual requiere una gran capacidad física para llevar a cabo las ridículas labores la cual esta disciplina opresora conlleva. "Me enfermé", me maté de hambre, recuerdo que en aquél instante se venía el rostro de mi mascota cuando todos nos sentábamos en la mesa, anhelando devorar mi almuerzo, bueno, así me sentía cuando todos ingresaban al comedor. Como efecto colateral, perdí mucho peso lo que era alarmante ya que de por sí era bastante delgado, como era de esperar, este repentino cambio en mi contextura física llamó la atención de la enfermería en la institución por lo que me sometieron a un chequeo médico, y me limité a decir, mi gastritis tiene una reincidencia, mi salud se está deteriorando a un paso alarmante. La doctora se mostró preocupada y me formuló la receta. Días después, cuando acompañaba a mi único amigo allí, noté algo nuevo; estaban listando el personal que ingresaba al comedor, lo que acabó con mi plan de "huelga de hambre silenciosa" y me obligó a comer o de lo contrario estaría haciendo ejercicio en la fría noche como sanción ya que era obvio mi objetivo. Ahí, supe que debía buscar otra forma de salir de ahí, cuando, un día a punto de dormir en las horribles e incomodas literas, supe que la solución era bastante simple, ¡¿Cómo carajos no se me había ocurrido antes?! Que torpe fui, debía entrar y firmar la constancia de asistencia y seguido a eso pasar directo a la salida, no consideré posible que me vigilaran y no, no lo hicieron. Días después, cuando me encontraba moribundo en la enfermería, tras cerrar los ojos del cansancio en la cómoda camilla, después de abrir los ojos miré el reloj y habían pasado 4 horas desde que yacía ahí y algo extraño ahí sucedía, escuché detrás de la puerta una voz que se me hacía bastante familiar, pero, pensé que era solo mi imaginación. Pero, no fue así vi cómo se abría la puerta y me tomó muy por sorpresa, ¡Era mamá! Si, ahí estaba ella parada frente a mí mientras yo estaba acostado en la camilla, pensé en saltar de la emoción, después de todo era imposible odiarla. Pero, sería un gran error mostrar tal emoción, eso, la haría creer que estaba bien. Así que, con voz de zombie y con mi aspecto pálido y débil, me comporte como tal; como un muerto viviente. En ese instante, un grito victorioso se estremeció por todo mi cuerpo, podía sentir como tomaba un vuelo directo a casa y mi vida se hacía la misma de nuevo. Sin embargo, no fue así, ella se marchó sin mí, era una simple visita. Por fortuna, me hice más estricto con mi plan y en su segunda visita, se marchó junto conmigo. Mi vida, se hizo la misma que antes tenía. Esa vida "perfecta" de la que ahora quería escapar.

¿Cómo llevar a cabo mi plan?

<< En la habitación se encontraba Katy y Jean, como comúnmente era, ella, acostada con su teléfono y el sentado en su cama viendo la pata de la peinadora.

- Dijo Katy - ¿Has notado últimamente algo extraño en Simon? - dirigió su mirada a el - Bueno, sin tomar en cuenta que él es raro de por sí, pero, más extraño aún.

- Quería comentarte acerca de ello, pero pensé que me pasarías por loco. Si, también yo...

- ¿También qué? - interrogó con la mirada.

- ¡Vamos!, no es tan grave. También yo noté que está más gordo.

- Hizo ella una mueca de decepción, esperando que fuera una broma - No, no es eso. Su comportamiento, él, está más pensativo de lo normal, de hecho, creo que esta algo inestable.

- Ah, ¿Si?..., pues, sabes no cuento con mucho tiempo como para fijarme en ello.

- Es tu hijo, nuestro hijo. - Con su miraba ya clavada en él, puso los ojos como platos.

- Dijo irónicamente - Lo sé, ¡vaya! Suenas como si te importara.

- Él si me importa, ¡No seas tonto!

- No soy tonto, soy realista, ¿Y qué con ello? ¿Te preocupa que su repentina "extrañeza" afecte tus estúpidas finanzas?

- Quizás - Bajo la cabeza y le dedicó un suspiro - Siempre ocurre lo mismo, pasa unos días así y de repente hace alguna torpeza y luego yo debo pagar una fortuna para remediarlo.

- ¡Eres su madre! - Dijo asqueado.

- Tu su padre, ¡¿Y?!

- Ya basta, es inútil. Es obvio que solo te importas tú y nadie más que tú. ¿Cómo carajos no noté con qué monstruo me casé?

- Regordete, nada más mírate. Eso debería decir yo..., agradecido con la vida debes estar, tienes de esposa una mujer hermosa; blanca como la nieve, con ojos azules como el cielo...

- Y un alma sucia como la cañería - Terminó él la frase.

- Ah, ¿Así estamos jugando? ¿Te recuerdo quién golpeó a Simon en repetidas ocasiones y quién lo echó de la casa?

- ¡Vete al demonio! >>

Eso, era algo que la verdad no tenía ni la menor idea de cómo llevar a cabo y esta vez, como muchas otras debía seguir un plan, pero, ahora no era como antes, este marcaría mi vida de forma permanente, claro está, si es que lograba dar con ello.

Me encontraba caminando con toda la parsimonia posible, en aquél momento mi mente estaba en blanco, como pocas veces sucedía. Iba solo en la fría noche, apreciando las innumerables estrellas y la luna, de seguro, si alguien se percatara de mi presencia saldría espantado, parecía un espectro. No había nada que pudiera desconcentrarme, el ritmo de mis pasos eran lentos como las manecillas de reloj y mi mirada era débil pero analítica. Mi gran compañía era la música, gran compañía, mejor que un humano. Y entonces, se detuvo el reproductor del teléfono. Pensé ¡Oh no! La batería, pero, después me percaté de que eso no podía ser, hace tan solo una hora el móvil estaba en casi el 100% de batería. Tomé el teléfono y una llamada estaba en espera, era de una vieja amiga. Me impresioné que me llamara, pero, más me impresionó lo que esa llamada me hizo enterar.

sN

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