Policía

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Al mismo instante en el que la llamada c, di un brinco, una emoción colosal invadió mi existencia. Me sentía afortunado... Había encontrado la forma de re-encontrarme conmigo mismo. Nada podía ser mejor. Al momento hice contraste con lo anterior, aceleré el paso, mi mirada irradiaba grandeza, nada podía estar mejor. Entré en un brote psicótico y emprendí a correr. Si, estaba corriendo como loco sin tener un camino, ni esperando llegar a algún lugar, simplemente hacía lo que mi cuerpo me pedía, mire al cielo y grité ¡Gracias dios! Y ahí recordé que soy ateo, carcajadas salían de mi boca (me estaba riendo solo de mí, y de mi reciente torpeza) Todo esto a la intemperie de la noche, me tiré en el suelo y comencé a girar apoyándome en mis costados sobre la zona verde de un parque, y así pasé no sé cuánto tiempo, dejé de girar me puse en forma de ángel, imaginé que estaba en la nieve y sentí bajo la palma de mi mano, una viscosidad, era algo frío, sin aún ver mi mano y sin tener la menor idea de qué podría ser, presioné aquello contra la grama e introduje el dedo índice; su consistencia era blanda y moldeable como la plastilina, miré de reojo y un grito desesperanzado se escuchó en el lugar - ¡No! - era excremento de perro. Una sensación de aversión era lo único que ya entonces podía sentir, pensé que nada peor podía pasar. Cerré los ojos por un instante, exhale profundo y dejé salir un suspiro y el fétido olor se filtró en mis pulmones y sentí una arcada, y otra y otra, traté de contenerme, pero, me fue imposible. Al parecer mi reflejo nauseoso era bastante sensible, otra arcada y regurgité sobre el prado. ¡Vaya! Que bien, ahora había dos irregularidades en la zona verde, mi vómito y la materia fecal canina que lo causó, y lo peor en ese instante ¿Dónde carajos conseguiría un lavabo en el que pudiera extraer la asquerosa masa residual que tenía en mi mano derecha?, ahí mismo, apoyo mi rodilla en el suelo, trato de limpiar mi mano con la grama y en ese instante alguien se me acerca por detrás;

<<  Dijo una voz grave, de forma autoritaria ­- Policía nacional, ponga las manos en alto.

Me pregunté a mi mismo ¿Qué demonios hace aquí la policía y por qué se dirige a mí? ¿Qué carajos está ocurriendo? ¡No puede ser, interceptaron mi teléfono! No pude evitar entrar en pánico, pero, trate de no perder la cordura.

- ¿Qué está pasando? - Me temblaba la voz, aún me encontraba de espalda al sujeto y sin ver su rostro el pánico me consumía.

- Manténgase con las manos en alto y no trate huir, no tengo paciencia - Su voz sonó obstinada.

Tras unos segundos de silencio, en los que ya sentía el corazón en la garganta, le dije a aquél sujeto el cual aún no había mirado. Le pregunté, aún temeroso: - ¿Me está deteniendo?

El sujeto dio unos pasos hasta quedar justo en frente de mí, me miró fijamente y me dijo de forma siniestra, como si supiera lo que me esperaba - ¿Debería? >>

10:36 p.m.

Katy, estaba atravesando la puerta principal de su casa. Pasó directo a la cocina y mientras se desabrochaba el sostén abría el refrigerador, sostuvo el sostén en su mano y lo lanzó derecho al canasto de la ropa sucia que justo quedaba al lado de del lavadero a escasos metros de la cocina y a regañadientes dijo: - ¡Malditas porquerías! Terminarán acabando con mi cuello y espalda -.

- No es tanta la diferencia - dijo Jean con una sonrisa pícara dibujada en su rostro.

Katy pegó un brinco, y por poco cae al suelo ya que la puerta del refrigerador le hizo perder casi por completo el equilibrio, se sostuvo de la misma, retomó el control de su cuerpo y miró a Jean como alma que lleva el diablo.

- ¡Demonios! ¡¿Quieres acabar matándome de un susto?! - Dijo Katy encopetada.

Jean torció los ojos, y en una mueca extraña pensó ¿Quién demonios entiende a las mujeres?

Katy, pasó derecho por el lado de Jean dirigiéndose a la sala, molesta por supuesto y antes de que Jean la hubiese perdido de vista, ella volvió su cabeza a él.

- ¡Ah! Y ahórrate tus piropos baratos, ¡No me apetecen hoy! - Siguió su camino a la sala.

Jean confundido, por lo que acababa de ocurrir le gritó sin querer que ella escuchara - ¡De hecho nunca! - Bajó el tono y dijo para sí mismo - Vieja menopaúsica.

- Aún puedo escucharte - Se escuchó la voz de Katy refunfuñona que se encontraba justo sentada en el sofá.

- Lo siento - Jean bajó la cabeza como disculpándose.

- No, yo lo siento - Dijo ella también disculpándose - Pero, entiéndeme hoy no fue mi mejor día.

- Yo no tengo la culpa de ello - La miró a las ojos con casi una sonrisa estúpida dibujada en su rostro.

- ¿Te estás burlando de mí?

- ¿Estás peleando de nuevo?

- No, no me prestes atención.

- Como digas - Le dedicó una sonrisa y se sentó junto a ella en el sofá, se recostó al espaldar, y comenzó a mirar el techo.

- Jean, con respecto a lo de antier quería disculparme contigo, sé que no debí culparte de todo, y sin embargo, lo hice - Dirigió su mirada a él y lo notó despistado - ¿Me estás escuchando? - hubo un momento de silencio - Jean... - y de un grito lo bajó de la nebulosa - ¡Jean, préstame atención!

- Me dijiste que no lo hiciera - La miró con un gesto de preocupación.

- ¡Entonces hazlo! - Se recostó en el sofá y no dijo nada más.

- Bueno, ¿Qué decías?

- Nada. No decía nada. - y sopló los cabellos que se posaban en su rostro.

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¿HILOS ROTOS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora