Olvidada entre la espesa niebla de las seis de un diez de marzo,
salpicada por el líquido café que nadie quisiera encontrar.
Allí dónde la luz tarda en llegar,
mi alma seca y debilitada,
que va decayendo ante sus palabras
que fueron como cuchillas que atravesaron mi espalda.
Olvidada por mi amor, que me ha dejado plantada.