Mi Profesora (freenbecky history)

CÁPITULO II

Becky Armstrong

Me senté al lado de Irin, quien amablemente me explicaba algunas cosas que no entendía y también me había solicitado mi número telefónico para que pueda pasarme lo que ya llevaban hecho de trabajos y proyectos.

También me presentó a su mejor amigo, Heng Asavarid. El es un chico de cabello corto con un mechón colgando sobre su frente tambien en esta se encontraba un pequeño lunar, sus ojos son color entre cafés y grises.

Si dijera que no sentía la mirada de la profesora sobre mi durante toda la clase, sería una completamente mentira. Fue tanta mi sensación de que alguien me vigilaba qué levante mi vista hacia ella, y efectivamente chocamos miradas.

La profesora Freen mordió su labio inferior y empezó a trabajar con algunos papeles que tenía en su mesa. Debía confesar que era una mujer guapa y sexy, si no fuera mayor, yo si le venía dando...Y no precisamente consejos.

La clase no era del todo aburrida así como me lo había asegurado Irin y Heng, tal vez esta sería mi clase favorita a partir de ahora en adelante. La campana resonó en toda el aula, era la hora del almuerzo.

Todos los estudiantes dejaron sus cosas sobre sus butacas y se reunieron con su grupo social para después irse hacia donde tomarían su descanso. -Maldito Asavarid, como siempre sale a toda velocidad hacia la cafetería- Resopló frustrada Irin.

Yo reí. -¿Cuál sería su prisa?-Le cuestioné al enterarme que era algo habitual en él.

-Hoy es Lunes de "Satay"- Me explicó mientras acomodaba sus utiles dentro de su mochila.

La mire confusa. -¿Lunes de Satay?- Cuestioné frunciendo el ceño.

-Oh, cierto. El "Satay" son brochetas de carne fritas o empanizadas y a Heng le encantan- Comentó Urassaya ahora retocandose su maquillaje en un pequeño espejo que sostenía entre sus manos. -Por cierto Becky, te presentaré a algunos de mis amigos.- Mencionó ahora mirándome.

Asentí con una sonrisa y ambas caminamos hacia la puerta del aula, aunque una voz me llamó. Era ella. La profesora Freen Sarocha.

-Señorita Armstrong, ¿puede venir?- Escuché llamarme a lo que inmediatamente fui hacia ella.

Estaba justo delante de ella, Irin tomo de mi hombro. -Puedes irte Irin, te iré a buscar más tarde- Le dije a mi ahora amiga quien después de escuchar se fue. -Dígame.- Me cruzé de brazos y arqueé la ceja.

-Tengo entendido que usted no es tailandesa- Mencionó mirándome fijamente.

-Soy Tailandesa-Britanica pero antes de vivir en Bangkok vivía en Estados Unidos- Le mencioné.

-Oh, ¿y tienes algún problema con hablar el tailandés?- Me preguntó recargandose sobre la mesa que era su escritorio. Que atractiva que es. Pensé.

-Un poco, pero voy mejorando. Pero si necesito su ayuda, digamos que no soy tan buena en las matemáticas, así que me gustaría practicarlas un poco más- Confesé rascándome la nuca. Era para mi un poco vergonzoso admitir que era mala en la materia.

-Ya veo, mira no soy una persona con muchas preocupaciones o cosas por hacer después del trabajo- Me dijo y Buscó algo en la bolsa de sus pantalones. -¿puedes darme tu número telefónico? Así puedo ayudarte en lo que te ofrezca- Me extendió su teléfono móvil.

Tomé el móvil entre mis manos, escribiendo con cuidado para no equivocarme. Al acabar se lo entregé -Debo irme, gracias por la ayuda- Agradecí y sonreí hacia ella, dándome media vuelta para ir a buscar a Irin.

El instituto no era del todo malo, a decir verdad era de mi agrado, todos convivian en armonía y era pacifico. Algo que en mi antigua escuela no era así. Allá eran ya habituales escuchar los gritos y carcajadas de los otros.