iii. 03

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୨𝗔𝗟𝗟𝗜𝗦𝗢𝗡 & 𝗨𝗟𝗜𝗖𝗜𝗔୧

𝐌𝐄 𝐄𝐍𝐂𝐎𝐍𝐓𝐑𝐀𝐁𝐀 𝐒𝐄𝐍𝐓𝐀𝐃𝐀 en la cocina, Klaus estaba conmigo; al igual sentado en el final de la mesa que daba al este, con las piernas sobre la punta de la mesa, una guitarra entre sus flacos brazos que intentaba tocar sin desafinar. Su tez palida era iluminada por una lámpara de pie que tenía al costado. Número cinco también estaba, rebuscando entre los almacenes algo como un detective buscando pistas de un crimen.

Entre número cinco y yo ninguno transmitía palabras alguna, en cambio el flacucho se la pasaba hablando solo, a veces me preguntaba cosas a mí, como si tocaba la guitarra y hablaba sobre cuerdas. Mis respuestas eran con la cabeza.

—¿Dónde está Vayan?

Gire la cabeza hacia la entrada. Allison estaba de pie.

—Se fue —le informo Klaus.

Número cinco se acercó a la cuadrada mesa de madera, vacilando un frasco vacío.

—Que lastima —dijo número cinco, por su tono de voz parecía realmente sentirlo, pero su expresión expresaba poco interés.

Era realmente un misterio.

—Sí —concordó Allison.

El frasco sonó en un golpe seco al ser plantado sobre la mesa, cosa que alarmó innecesariamente el músculo de mi cerebro.

—Una manzana entera, cuarenta y tres cuartos, diecinueve baños, pero ni una sola gota de café —protesto rezongo el azabache.

—Papá odiaba la cafeína —le recobro el recuerdo Allison.

—Odiaba a los niños y los tuvo de a montones —lanzo una risita y luego examinó los rostros poco joviales.

Observé a número cinco con su expresión desabrida. Los minutos que estuve aquí sentada esperando a Diego, número cinco no me dió ni una mirada de reojo, parecía digno de no tener ni una mirada borrosa de mi o solo no le importaba mi existencia en la tierra. Yo de vez en cuando —o siempre —le lanzaba miraditas unos segundos; obvio cuando se encontraba de espalda entre su búsqueda en los almacenes. No podía míralo directamente a los ojos y enfrentar su ceño arrugado o su seriedad de piedra. Era joven y intimidante.

—Me llevo el auto —aviso número cinco.

—¿A dónde vas? _inquirió el flacucho posando sus pies en la cerámica fría, y adaptando una postura recta.

—A conseguir un poco de café.

—¿Acaso sabes conducir? —pregunto con una sonrisa burlesca Allison.

Número cinco la fulminó con sus ojos verdes.

—No hay nada que no sepa hacer —sus ojos relámpaguaron sumido en la arrogancia.

El portal azul rodeado de ondas movedizas apareció detrás del azabache, este cruzo algo irritado el círculo, yéndose a quien sabe dónde.

—Sabes, siento que debería detenerlo, pero por otro lado siento que también quiero ver lo que pasa —Klaus se puso de pie tambaleándose.

Oímos las ruedas del vehículo en movimiento, Allison se cruzó de brazos y paró la oreja. Número cinco no mintió con aquello, tal vez si sabía hacer de todo; aunque si soy conciente de su edad con razones obvias sabría hacerlo todo.

Ya no veía el significado de estar sentada, no tenía esa figura misteriosa a la cual admirar, mi mente decayó en el desinterés que me rodeaba, albergaba que Diego se apurara para irnos a "casa" así poder derretirme sobre mi cama.

¹𝐋𝐎𝐕𝐄𝐃'𝟏𝟑 || five hargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora