030

1K 162 119
                                    

Ciertamente, la cara de Seokjin fue un completo poema cuando, además de tomar la hamburguesa que habían encargado para mí, le robé la suya. La habitación de Jungkook estaba patas arriba y agradecí el hecho de fugarme lejos de ahí con Dooly, pues aquellas paredes parecían una cueva de mandriles. Taehyung y Jungkook jugaban con la Xbox conectada al ordenador mientras mi hermano, Jimin, los gemelos y Hoseok observaban el partido de fútbol con emoción. La suciedad se acumulaba en el suelo, restos de comida y ropa sucia en cualquier rincón. Hoseok traía una camiseta a rayas blancas y azules y el gran nombre de Messi llamaba la atención en su espalda, aunque aquél equipo de fútbol ni siquiera fuese uno de los que jugaba esa noche.

—¿Por qué mierda te vas a llevar mi hamburguesa? —se quejó mi familiar, tratando de arrebatarme fallidamente la comida de las manos.

—¿No te quedas, Brookie? —preguntó Taehyung. Había pulsado la pausa en el juego y ahora él y su contrincante me observaban desde su lugar.

—No, ya hice planes con Dooly.

—¡Traidora!

—¿Realmente prefieres irte con él para perderte esta grandísima reunión? —el sarcasmo salió a flote entre los labios de Suga, llevándose un puñado de palomitas a la boca sin perder vista de la pantalla—. Decepcionante.

El único boxeador presente se apresuró a aplastar su mano contra la nuca del chico de cabellos verdes, logrando que varias palomitas salieran disparadas fuera del cuenco que sujetaba. Un gruñido abandonó los labios del afectado y se acarició la cabeza con el ceño fruncido, aunque pronto volvió a ser golpeado por su propio gemelo.

—Imbécil, ¿no ves que está enamorada de él? —Yoongi le regaló un codazo en las costillas y tuve que rodar los ojos. Era la segunda vez que mencionaba algo parecido sobre mí y el trillizo.

—Sólo para que lo sepáis, está en la puerta y os está oyendo.

—Idiotas —murmuró Jimin. Su mano se alzó en el aire como si fuera a golpear a los presentes y entrecerró los ojos de forma amenazante, avisando que no estaba por la labor de permitir que molestaran a su hermano.

A decir verdad, me enternecía la relación que los trillizos tenían entre ellos. Ni Mihua ni Jimin permitían que nadie se metiese con su inocente hermano y la protección era palpable; me cayese mejor o peor, admitía que el boxeador tenía un corazón de oro cuanto a Dooly se trataba, pues no era la primera vez que lo veía reñir a sus amigos con tal de defender su sangre.
La cabeza del chico tímido apareció tras la puerta y se adentró al dormitorio jugando con sus dedos, colocándose a mi lado con una pequeña sonrisa temblorosa en los labios. Enrosqué mi brazo alrededor del suyo en un intento por transmitirle más confianza y sonreí ampliamente, contenta de que se hubiera atrevido a hacer acto de presencia.

—¿Y adónde vais? —Taehyung observó con curiosidad la unión de nuestros brazos, alzando apenas las cejas.

—A mi habitación. Se queda a dormir conmigo.

Como si fuera ya algo rutinario, lo murmuré de la manera más indiferente posible justo antes de inclinarme hacia Yoongi y robarle unas cuantas palomitas, devolviéndole una sonrisa al hacerlo maldecir. Como venganza, preguntó:

—¿Vais a follar?

Entrecerré los ojos con el disgusto inundando mis facciones y supe que mi reacción era justo lo que esperaba, pues una pequeña carcajada se escapó entre sus labios. Me imaginé a mí misma arrancándole cada cabello rubio uno por uno y haciéndole sufrir de la peor manera, mi instinto asesino saliendo a flote por su culpa. Tuve que contar hasta diez para no soltar todas las palabrotas que existían en el diccionario. No debía de sorprenderme ante tales ocurrencias, a esas alturas ya debía de estar acostumbrada, pero era incapaz de ignorar aquellos comentarios fuera de contexto. 

Trillizos Park. - btsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora