Cuando los lobos invadieron Alexandria, estrellaron un camión que dejó débil uno de los muros y aunque trabajaron para reforzarlo, la torre quemada que estaba a las afueras terminó por ceder y cayó abriendo una brecha que dejó entrar a los caminantes y todos se vieron obligados a encerrarse en las casas quedando separados.
- Pulga quiero que me escuches con mucha atención ¿Si? - pronto iba a oscurecer y Sara sabía que era cuestión de tiempo para que los caminantes lograrán entrar en su casa porque ya habían roto una ventana y no podía quedarse esperando por una ayuda que quizá nunca llegara, debía poner a salvo a Sophie y el lugar más cercano era la iglesia. - Deberemos salir de la casa.
- No,no mami. Los monstruos están ahí - le dijo llorando y aferrándose a su pecho.
- Lo se, lo sé nena pero van a entrar en cualquier momento y no puedo pelear sola y cuidarte al mismo tiempo. Necesito que seas súper valiente y te prometo que te llevaré a un lugar seguro ¿Si? ¿puedes hacerlo? - Sara la abrazo porque no estaba segura de si era la mejor idea pero necesitaba sacarla de ahí o ambas terminarían muertas.
- ¿Por qué no viene papá?
- No lo sé pulga... no sé dónde está tu papá pero yo voy a cuidar de ti como siempre ¿Si?
- ¿Y el tío Aaron?
- Tampoco lo sé, pero ¿que es lo que siempre te digo? - le preguntó Sara tomando dos sábanas del armario para ponerse en marcha.
- Todos tenemos un trabajo que hacer.
- Exacto y el nuestro ahora es ser valientes y llegar a la iglesia. Necesitamos hacerlo ahora antes de que sea de noche ¿Si?
- ¿Prometes que no vas a soltar mí mano?
- Lo prometo pulga, tú y yo podemos con todo ¿Cierto? Ahora... lo que mamá va a hacer será asqueroso y puede que te dé un poco de miedo pero tenemos que hacerlo de todas formas. Solo espera aquí. - Sara salió y se acercó a la ventana rota para matar a uno de los caminantes y arrastrarlo al interior mientras sentía crujir la puerta que no tardaría mucho más en ceder. Arrastró el cuerpo hasta el pasillo de las habitaciones y le hizo agujeros a las sábanas para pasarla por su cabeza y la de Sophie.
- No - lloró la niña al ver qué su madre comenzaba a sacar tripas del caminante y pasarlas por sobre las sábanas.
- Lo se, es horrible nena pero es la única forma de que no nos vean... con esto nos volvemos invisibles para los monstruos. Ellos no pueden vernos ¿Si? - Sophie asintió y Sara comenzó a untar la sábana con la sangre y podredumbre del caminante después de hacerlo con ella primero. - Bien pulga... es hora. Debo abrir la puerta y dejarlos pasar. Debemos estar muy, muy calladas y caminar lento para que no nos vean... se que vas a tener miedo pero terminará pronto, lo prometo ¿Si? - Sophie asintió y Sara comenzó a rezar caminando hacia la puesta aferrada a la mano de su pequeña hija - Solo mírame a mí ¿Si? Solo a mí. - cuando abrió se hizo a un costado aferrando el hacha que le había pertenecido al hombre que la atacó así como la mano de Sophie y dejó salir lentamente el aire al ver qué funcionaba, miró a su hija que tenía los ojos llenos de lágrimas y le guiñó un ojo para calmarla mientras salían lentamente de la casa. Solo debían caminar unos pocos metros hasta la iglesia y rezar porque las dejaran entrar rápido pero incluso esos pocos metros tuvieron que hacerlos con una lentitud tortuosa y cuando un disparo sonó en la distancia pudo sentir como su hija apretaba su mano con miedo. - Solo mírame a mí Sophie - le pidió en un susurro desesperada por mantenerla en silencio, unos metros más y estaría a salvo. El padre Gabriel la vio llegar y le hizo una seña para que supiera que estaría esperando en la puerta.
- ¿Están bien? - le preguntó cuando por fin estuvieron adentro pero Sara solo se quitó la sábana que la cubría para luego ayudar a su hija a hacer lo mismo y abrazarla dejándola llorar en su pecho.
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En El Fin Del Mundo.
FanfictionDaryl Dixon solo había amado a una chica en toda su vida pero como todo lo que lo rodeaba, Sara terminó por desaparecer. No podía imaginar que el apocalipsis llegaría destruyendo todo lo que una vez conocieron y en el fin del mundo, encontraría más...