37 parte 1

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Hipocresía

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Tal vez, han pasado más de unos minutos desde que llegó la invitada inesperada a la casa.

Más de unos minutos dónde tratan de estabilizar una que otra cosa. Cómo por ejemplo el pulso de Larissa que parece estar al borde de un infarto tras despertar y ver a su hija de nuevo.

Por suerte, se recupera tras los alientos de Erick y de Arianna. El resto muy incómodo sin saber qué hacer. O sea, los amigos de Tatiana, incluyendo a Damon…

Porque siguen sin ser novios.

Comparten una mirada colectiva llegando a la decisión silenciosa que deben salirse del momento ya. Es un tema familiar, y saben que están demás. Pero claro, Delanie no descarta que luego Tatiana les contará.

Antes que todos se retiren, esperando que Erick termine sus servicios con Larissa, Natalie lo llama.

—¿Te puedo pedir un favor antes? Y disculpa por tenerte como sirviente.

—No pasa nada, dígame.

—Jarra de agua, pocillo con azúcar y una cucharilla —ordena y su mirada se desvía a el resto de la sala—. Se va a necesitar sabiendo que hay muchas explicaciones pendientes —y el azul de sus ojos se clava en Arianna que finge no escuchar concentrada en su madre que llora conmocionada—. Y unos caramelos. Llévalos a la otra sala. Me da nervios tener la puerta en frente. Siento que va a aparecer mi ex-esposo vivo también.

Todos se transfieren a la otra sala sin decir nada. Erick aparece rápido, dejando lo pedido en la mesita del centro de la sala, retirándose casi corriendo por el pasillo, a la habitación donde están todos mirándose en silencio.

Damon en la cama con Delanie, Anthony a los pies de ellos, Sandra en el tocador y Erick que llega tratando de animarlos colocando música.

Abajo nadie dice una palabra, o eso hasta que Tatiana y Natalie comparten una mirada. No pudieron tener una relación tan unida en los años que vivieron juntas, pero las miradas hablan bastante y cuando Tatiana asiente, Nat se acerca a la mesa tomando dos caramelos. Uno que le tira a Tatiana y otro para ella que desenvuelve llevándoselo a la boca y tomando lugar en las escaleras apoyando los antebrazos en las rodillas mirándolos a todos.

—Y bien ¿Alguien quiere hablar? Soy turista en esto, no tengo que explicar algo como, por ejemplo: cómo es que estoy viva si hace 11 años tiraron mis cenizas en una playa —Tatiana se tapa la cara. Siempre ha sido así de directa—. O porque también 11 años después aparezco tras desaparecer de la vida de mi nieta como si nada.

El silencio vuelve y Arianna tras por fin calmar a su mamá, y dejar a un lado el momento emotivo, Natalie tampoco se guarda las palabras:

—Bien, Arianna, explícanos. Los muertos no hablan y me acabas de demostrar que estás más viva de lo que puedo ver —la aludida suspira.

—Abuela, yo te explico…

—Lo va a explicar ella —enmarca y Arianna toma lugar al lado de su madre que le acaricia el cabello cariñosamente.

Arianna conoce a Natalie y sabe perfecto cómo es cuando demanda algo. Mejor explicar de nuevo lo que le dijo a Tatiana. Y en eso se va bastante dónde nadie dice nada. Braiden se mantiene de pie, apoyado en una pared escuchando atentamente.

Es ella. De verdad está ahí. Está hablando. Está a nada de llorar con cada palabra. Está explicando todo. ¿De verdad Wilmer hizo todo eso? ¿Cómo podía creerle? Mintió por años. Y no precisamente por estar viva. Sino por Tatiana. Por Wilmer.

Pisando los erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora