37 parte 2

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Hipocresía

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La japonesa busca a alguien que se esconde tras ella y sonriendo tira de él.

—Te presento a Luke —sonríe Wilmer y posa las manos en los hombros del niño, que tiene auriculares puestos.

El silencio reina en la sala. Es tan denso que lo unico que se logra escuchar es el murmullo de la música que escucha el pequeño, bajo el agarre de Wilmer que mira a todos perdido, sobre todo a Braiden que está a nada de desmayarse… de nuevo.

—¿Recuerdas hace años esa cena familiar en Phoenix? Donde tú me contaste que hiciste un viaje a Los Ángeles encontrándote una vieja amiga y… pasaron cosas —lo mira volviendo a caminar y al no recibir respuesta continúa explicando en general, o a quienes le interesa: Tatiana y Braiden—. Me dijiste que ella se hizo dos pruebas y la primera salió positiva, como no quisiste aceptarlo, la mandaste a hacerse otra que… por cosas de la vida salió negativa. Aunque… bien estúpido que fuiste —pasa por el lado de Tatiana—. Braiden huyó miedoso y por eso cuando nombré la casa en Los Ángeles, él se negó. Lo hice a propósito —pone una mano en el hombro de Braiden—, quería ver tu reacción. Y presiento que tú en el fondo sospechabas que ella si estaba embarazada y si había un bebé abandonado por su padre. Ella como no supo contactarte, ya que estabas desaparecido, tuvo que criar el niño sola.

Pone una mueca de pesar y Natalie repara al niño una y otra vez antes de hundir las cejas, dirigiéndose a su hijo mayor.

—¿Cómo lo supiste? —pregunta, sin mucha sorpresa. No es como si le volara la cabeza tener otro nieto. De hecho, siempre esperó por un momento así para burlarse, aunque la situación ahora solo deja que se mantenga seria.

—Gracias por preguntar. Esta información llamará la atención del chico-cliché —comenta—. Ian Clark, el hombre que hace años te estafó. Gracias a él lo supe. Antes de venir, un amigo que trabaja en un cuerpo de investigaciones y casos estaba siguiendo su rastro. Él me lo comentó y supe de quien hablaba¸ me ofrecí a ayudarlo. Se sabía que Ian estaba en negocios raros, pero no se tenían pruebas suficientes entonces yo lo contacté. Fingí trabajar para él, pidiéndole una nueva identidad para Tatiana, y en eso tomó confianza contándome de sus horribles relaciones y su orgullo por ser tan porquería en la vida —hace una pausa subiendo las cejas—. Investigué todas sus relaciones y un nombre se me hizo familiar, además de que era la única mujer en tener un hijo de siete años: madre soltera, bajos recursos. Ian se involucró con ella para satisfacerse a sí mismo y tras dejarla, la dejó tan… inestable que… ella se suicidó, Braiden.

Deja unos segundos de silencio para que su hermano procese eso. Sabe que de alguna manera le remueve algo, aunque Braiden mira al niño que, como planeó Wilmer, no escucha nada por los auriculares.

—El niño quedó a cargo de su madrina, ya que Ian también desapareció y volvió como dos veces dándole una miserable cantidad de dinero a él. Entendible. No era su padre realmente. Y ahí aparezco yo —sonríe—. Por alguna extraña razón me empeñé en averiguar más del chico, no había rastro del padre y en mis locuras llegué a ver un rostro familiar en su cara —pone la mano sobre la cabeza de Luke que sigue muy en silencio moviéndose un poco por la canción que suena en sus oídos—. Visité a la madrina y al tenerlo frente a mí no lo dudé dos veces. Ya tenía ocho años… bueno, los cumplió. Las cuentas me encajaban recordando la cena donde tú me contaste eso. Terminé de confirmarlo cuando su madrina me contó lo que sabía del padre. Y decidí darme el gusto con otra prueba de ADN —se acerca a Braiden dándole un papel que ni siquiera lee ya que el shock no se lo permite.

De verdad quiero tener tu parsimonia para todo” piensa él, viendo a su hermano caminar muy casual como si de verdad fuese una reunión familiar.

Pisando los erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora