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"Carencias de cordura." para todas las edades ‼️ TW; ninguno.
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Desde que eran niños, Blas y Mia compartieron una conexión especial. Crecieron juntos en el mismo barrio, compartiendo juegos en el parque y risas en las calles adoquinadas. Eran inseparables, como dos piezas de un rompecabezas destinadas a encajar perfectamente.
Sin embargo, cuando alcanzaron los quince años, algo cambió. Un silencio incómodo se instaló entre ellos, como si un muro invisible se erigiera de repente, separándolos. No había habido una pelea ni un desacuerdo, simplemente una distancia que se hizo cada vez más difícil de atravesar.
Blas, sumergido en sus propios pensamientos y preocupaciones adolescentes, se alejó de Mia y de todo lo que conocía. Se refugió en su habitación, pasando horas frente a la pantalla de su computadora, explorando un mundo virtual que le ofrecía la promesa de escapar de su realidad.
Mia, por su parte, se encerró en su propio mundo de libros y música, buscando refugio en las historias que la transportaban a lugares lejanos y en las melodías que le susurraban secretos al oído. Se sentía perdida en un mar de emociones contradictorias, anhelando la cercanía de Blas pero temiendo el dolor que podía traer consigo.
A pesar de la distancia física, ambos se buscaban sigilosamente en las redes sociales, como dos almas perdidas en un vasto océano cibernético. Observaban las publicaciones del otro, dejando rastros discretos de su presencia sin atreverse a dar el primer paso. Se escondían detrás de pantallas y se comunicaban a través de likes y comentarios, como si temieran que el mundo real pudiera devorarlos si se mostraban tal como eran.
Una noche, mientras navegaba por su feed de Instagram, Blas se topó con una foto de Mia en la que ella lucía radiante bajo la luz de la luna. Su corazón dio un vuelco en el pecho al verla, como si el tiempo se detuviera por un instante para permitirle apreciar su belleza con una nueva intensidad. Sin pensarlo dos veces, dio doble clic en la imagen, dejando un rastro visible de su admiración.
Mia, por su parte, observaba en silencio las historias de Blas, buscando indicios de su presencia en cada detalle. Cada foto, cada publicación, era una ventana a su mundo interior, una oportunidad para acercarse un poco más a él sin revelar sus propios secretos. Se preguntaba qué estaría pensando, qué estaría sintiendo en ese preciso momento.
