Prólogo

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Vlifmond.
El pueblo donde crecí junto a mi madre guiandome en una crianza desente pero estricta, a mi nunca me importó su forma de criarme ya que nunca me falto amor de su parte. Ella me amaba mucho, desde que mi padre falleció, ella se aferra a mi fuertemente por la razón de que me parezco mucho a el y eso en parte la reconforta a ella. Sabiendo que todavía tiene algo de mi padre cerca, y volverlo a perder la devastaría completamente.
Así que siempre trato de estar a su lado regresandole el amor que ella me ha dado.

Desde que cumpli los 5, mi madre me decía siempre que por ningun motivo debía entrar en el bosque que rodeaba nuestro pequeño pueblo. Yo a esa edad no entendía el porque, pero cuando llegue a cuarto grado mi maestra de ese entonces nos contó que en aquel oscuro lugar lleno de árboles habitaban criaturas con un apetito voraz. Decía que si ibamos más allá del sendero de caza que seguía la gente que iba a cazar animales ahí dentro, es donde era territorio de estas bestias, que si te llegaban a ver no durarían en lanzarte sobre ti.
En ese momento yo sentía que era pura fantasía, porque no tenía sentido el que hayan hecho un pueblo donde habían animales así de salvajes cercas, entonces me lo tome a la ligera toda mi niñez. Pero luego ocurriría algo que me haría cambiar de opinión y que hiciera que empezará a tomar más en serio las advertencias que nos daban siempre en el colegio.
Antes de que todo eso sucediera, había una familia pequeña pero eran bastante amables con todos. Eran los Davies.

Esta familia la conformaban el padre, el señor Henry Davies, la señora
Hanna Davies, su hija de 8 años Grace Davies y por último la mascota de la familia. Todo el pueblo decía que era un perro bastante grande y yo pensaba lo mismo cuando me los topaba cuando lo llevaban a pasear, pero ellos decían que era una cruza de un Beethoven y un Husky aunque no tenía un rastro de alguna de esas razas pero nadie los contradecía, ni el veterinario del pueblo. Supongo porque eran una de las familias menos problemáticas y amables con todos y creo que por eso nadie los juzgaba.

Pero nadie pensó que algo tan horrible les llegará a pasar..

Y nadie pensó que fuera..

El...

Era una noche tranquila como muchas. Todos ya estaban en sus casas descansando, era media noche, la Luna llena estaba en lo alto iluminando todo el pueblo.. Incluido aquel oscuro busque donde apenas se apreciaba la luz de la Luna en su máximo resplandor.

Todos estaban tan profundamente dormidos que nadie pudo escuchar los gritos de ayuda provenientes de la casa de lo Davies, además que su casa estaba un poco más apartada que la del resto. Así que al día siguiente no se les vio paseando a su 𝑝𝑒𝑟𝑟𝑜 como era costumbre de ellos todas las mañanas.

Nos pareció curioso y raro, pero nadie hizo mucho caso solo pensaron que por un día cambiaron de rutina supongo porque es algo que las personas hacen de vez en cuando. Pero todo se volvió más raro cuando ya pasado una semana seguía sin haber una señal de los Davies, ninguno de sus integrantes se le había visto en el pueblo.. A excepción de la mascota de la familia... Ya que varios aseguraban verlo de noche caminando por la calles de lo más tranquilo, con su collar color amarillo aún rodeando su cuello, y su pelaje largo y gris y sin mencionar su enorme tamaño no normal para un animal doméstico.

Pero así seguían pasando las semanas y todavía no se sabía nada de los Davies, hasta que por fin alguien fue a denunciar su extraña desaparición.

Los oficiales del pueblo días después fueron a su casa para averiguar el porque de su ausencia..

Tocaron a la puerta una, dos, tres veces pero no habia respuesta ni siquiera se escuchaba algún ruido del otro lado de la puerta. Así que los oficiales entraron forzando la cerradura entrando a la fuerza a la vivienda. Al entrar todo estaba oscuro, frío, silencioso y con un olor muy peculiar..

Dentro del oscuro bosque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora