RECUENTO DE LOS HECHOS PARTE 1

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Bram Stocker 2 veces había sentido que el mundo se le venía encima, impotencia, aborreció su habilidad vampírica y odio a la humanidad:

La primera vez se remonta siglos atrás, cuando, regresando de un viaje de negocios encontró su castillo hecho cenizas y se enteró que su amada familia había caído víctima de los aldeanos temerosos por los rumores que acechaban sobre el conde.

La segunda vez estaba pasando frente a sus ojos, la causante era Aya Koda, una infante de 10 años que acababa de conocer pero que tomo un espacio en su corazón, pues, la niña tenía coraje y determinación, y nunca se rindió contra el brote vampírico, por eso mismo, el conde sintió una gran desesperación en el momento en que dicha niña sonrió por última vez antes de lanzarse al vacío con la esperanza que su plan de sacar la espada que tenía incrustada él en su cráneo fuera liberada y así retomar el control de su cuerpo y habilidad.

Afortunadamente en el segundo en que la espada se despegó del último nervio de su sistema, Bram, actuó rápidamente y dirigió al vampiro más cercano a salvar a la pequeña quien después se encontró descansando en los brazos del chico pelinegro con mechones blancos, que si bien recuerda, fue el primero en morder durante la revuelta causada por el hombre de bigote de traje rojo, quien ahora estaba desangrándose a lado de otro hombre vestido con yukata que lloraba, por lo que suponía, la pérdida del otro.

Sin embargo, en lo que respecta a Bram, lo único importante era el estado de Aya, así que, contando ya con la parte inferior de su cuerpo, se acercó a la jovencita y se arrodillo frente a ella jurando su lealtad tomando el papel de caballero para protegerla de cualquier mal, tal como ella hizo durante toda la conmoción arriesgando su vida no solo por él sino por toda la humanidad, pues gracias a lo que hizo, Bram pudo detener a todos los vampiros implicados.

Siguiendo el curso de los hechos, un chico de ojos rasgados y vestimenta café se le acercó, les explicó a grandes rasgos todo lo que había sucedido, el porqué es que fue utilizado (aunque lo segundo ya se lo había dicho Fukuchi) y quienes eran, por así decirlo, los buenos y sus intenciones. Siendo honestos a él todo le parecía un tanto indiferente y lo que más quería era volver a dormir en su ataúd, sin embargo, había hecho una promesa y la niña al parecer confiaba en el muchacho frente a ellos, así que, no dudo en prestar su ayuda para lo que fuera necesario.

Después de seguir las instrucciones del chico, quien al terminar su última oración cayó desmayado por el cansancio, dirigió ordenes específicas a un vampiro en unas inusuales coordenadas situadas aparentemente en Europa y liberó a los demás vampiros de la maldición.

UNA PALABRA HOY, UNA PROMESA PARA LA ETERNIDAD: KUNIBRAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora