RECUENTO DE LOS HECHOS PARTE 2

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Lo que sucedió a continuación fue que los miembros de la llamada Agencia de Detectives Armados que se encontraba allí se reagruparon junto con el conde y la niña, estaba el hombre que había visto llorar, ahora con un semblante estoico casi imperturbable, el joven albino que trato se salvar a Aya momentos antes, el muchacho que se había desmayado, un chico pelirrojo y por último, un hombre que no aparentaba mas de 30 años rubio con una mirada de preocupación oculta detrás de una cara seria, al parecer el joven albino, quién salió corriendo a abrazarlo en cuanto lo vio llegar lo llamo Kunikida, por lo que asume que ese es su nombre.

Sabía que no era momento de divagar, pero algo en el hombre le resultaba extrañamente familiar, además, un sentimiento extraño lo acompañó mientras seguía viendo al rubio.

-Señor Kunikida yo también estoy aquí- escuchó gritar a Aya quien soltaba su mano para unirse al abrazo de los chicos.

La escena que ahora admiraba era un tanto pacifica, la mayoría del tiempo lo paso en un ataúd, pero viendo el estado en el que estaban todas las personas reunidas piensa que se enfrentaron a algo mucho peor y que no solo su ropa y físico salió perjudicado.

Mientras observaba a los implicados en el abrazo, el hombre de pelo plateado se acercó junto a él.

-Me gustaría darle las gracias en nombre de la ADA por su participación en esta guerra, soy consiente que lo utilizaban para fines extremos, si hay algo que pueda hacer por usted, no dude en decírmelo.- dictó Fukuzawa

-No hay nada que agradecer, debido a un descuido propio es que termine como una especie de arma biológica, yo tambien soy responsable de lo que pasó, por ello, aceptaré cualquier castigo, solo pido que la niña esté a salvo hasta que pueda volver a verla- respondió Bram sin despegar la vista del abrazo

Fukuzawa lo meditó por un momento, pues, buscaba el mejor escenario posible para el vampiro, ya que, podía ver que era una buena persona.

-Bueno, puede que haya una solución...

UNA PALABRA HOY, UNA PROMESA PARA LA ETERNIDAD: KUNIBRAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora