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En un día en el que el cielo parecía teñido de misterio, dos barcos emergieron de la bruma marina, sus velas hinchadas por el viento.

Uno de ellos, el Blanco, era un majestuoso galeón con casco de ébano y velas de un blanco inmaculado. Su tripulación, vestida con uniformes similares, se movía con gracia y alegría. Los marineros sonreían mientras ajustaban las cuerdas y pulían los cañones. El capitán, un hombre de cabello plateado y ojos tan azules como el océano, se mantenía en la proa, observando el horizonte con una expresión de determinación. También sentía cierto coraje, ¿Cómo es que Seungmin se atrevió a atrasar los días del encuentro? Al fin y al cabo no pudieron ver aquella criatura en las tierras de Levia'n, y tuvieron que esperar al tardío espadachín, no tenían más remedio. Seungmin era su mejor amigo, y iría por él hasta el final, tarde, temprano, pero siempre hasta el final.

El segundo barco, en contraste, era el Tormenta. Su casco estaba cubierto de algas y cicatrices de batalla, y sus velas eran de un oscuro carmesí. La tripulación, vestida con ropa similar a la de Christopher y miradas sombrías, se movía con una eficiencia fría, como él. Los piratas a bordo no sonreían; sus rostros estaban marcados por la vida en el mar y la lucha constante..

Pero algo los mantenía en pie, algunos confiaban fielmente en que Christopher algún día los liberaría a todos de ese mandato, ya que todos están malditos y obligados a servir al Reino del mal, en este caso bajo la orden de Chris.

¿Porqué tenían su única fé en Christopher? Si se supone que es la mano derecha del príncipe del mal...

Ambos barcos se dirigían hacia la misma isla, tenían razones muy diferentes para ir allí. La tripulación del Blanco buscaba a él, el espadachín Seungmin.

Por otro lado, los piratas del Tormenta buscaban al infame pirata Christopher, un hombre cuya astucia y "crueldad" eran conocidas en todos los mares. Hay que recordar, que la tripulación tiene otra perspectiva de Christopher. Había robado tesoros, hundido barcos y dejado un rastro de destrucción a su paso. Se decía que tenía un corazón de hielo y que estaba tan maldito como todos allí.

Los que confiaban en él, aún lo hacían porque saben que este conserva parte de su puro corazón por su hermano, debajo de aquella coraza creada de hielo...

Y ahora, también por Hyunjin...

Los dos barcos atracaron en la isla al mismo tiempo, y las tripulaciones se miraron con desconfianza, claro. Fue extraño que dos barcos se detuvieran en el mismo lugar.

El aire estaba cargado de electricidad mientras los marineros desembarcaban, algunos con espadas desenvainadas, tan desconfiados como Seungmin.

El espadachín Seungmin y el pirata Christopher aún no se habían revelado.

—¿Hyunjin, no tienes frío? Ten

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—¿Hyunjin, no tienes frío? Ten.

Seungmin le acercó su abrigo mientras mantenía su rostro sereno.

𝐶𝑜𝑛𝑡𝑎𝑛𝑑𝑜 𝐿𝑎𝑠 𝐸𝑠𝑡𝑟𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora