Capítulo 17

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Tenía que ser una broma.

Y si lo era, era una de muy mal gusto.

—Ey, rocoso —Se apresuró Tracker a llamarlo—, creo que deberíamos...

—No —Lo interrumpió—. Estoy bien.

Entonces el mismo aire pareció volverse una tortura para Rocky. Sus ojos se cristalizaron y tuvo que agachar la cabeza para no dejar que el otro par lo viese en ese estado. Hace años que no lloraba, no por amor; y aunque quiso evitarlo vió una lágrima caer, sintiéndose patético al no poder retenerlo más. Tracker colocó una mano en su hombro para intentar consolarlo pero éste la apartó de forma brusca. Tenía demasiadas emociones acumuladas, tantas que tal vez acabaría explotando.

Una ira comenzó a crecer en su interior mientras se preguntaba, «De todas las personas, ¿Porqué él?», haciendo memoria de todas las veces que ese maldito intentó sabotear a su equipo cuando pequeños. Honestamente, habría preferido que fuese un total desconocido.

Zuma seguía hablando al micrófono alegremente, pero para Rocky todo era lejano, resonando como ecos inentendibles y borrosos. El labrador hasta aquel momento parecía totalmente inmutado ante su presencia; se encontraba inaugurando el evento con un pequeño discurso, sonriendo, mientras tomaba la mano de su novio.

La realidad era que Zuma y Moby se conocían muy bien, y el de rizos encontraba un gran confort en la compañía del otro. Mentiría si dijera que no era porque aquel carácter malhumorado y terco del chico le era... familiar.

No le gustaba pensar en eso, pero Moby, Tuck y Ella eran las únicas personas que mantenían a Zuma andando, pues estos tres sabían lo deprimido que estaba. Sabían que en el momento en el que le dieran la espalda, colapsaría por completo, porque Zuma no era tan feliz como lo aparentaba. Había dejado de serlo desde el día en que se fue del cuartel, pero lo disfrazaba todo bajo aquella fachada de celebridad con la vida perfecta la cual logró hacerlo destacar por fin. Y claro, había sido campeón en diversas competencias de surf alrededor del país, no era sorpresa para nadie que fuese tan admirado. Moby por su parte gozaba de la misma fama, o por lo menos parecida. Lo suficiente para saber que sus fotos con Zuma estarían en todos lados después de ese evento.

Mientras el apuesto labrador hablaba por el micrófono, su vista se posó espontáneamente en un par de orejas grises entre la gente. Lo pasó por alto al saber que no debía concentrarse mucho en el público al asistir a eventos así, pero el sentimiento de familiaridad le hizo tener que mirar dos veces para darse cuenta de que no eran cualquier par de orejas grises. Estas pertenecían a un chico alto y pálido, uno que reconocería sin importar los años que pasasen.

era Rocky.

No sabía cómo ni porque estába ahí. ¿Pero quería saberlo? La verdad era que no.

Inevitablemente sintió un nudo en la garganta que le impidió continuar. En cuestión de segundos toda su confianza y carácter alegre se esfumaron por completo, dejándolo congelado. Todo lo que había construído por años de repente parecía caerse frente a él.

—Por eso es que los fondos recaudados de.. la.. —Comenzó a perder el hilo de sus palabras, incapaz de formular algo coherente. Incluso parpadeó un par de veces con fuerza para asegurarse que no estaba alucinando a lo que su desgracia fue darse cuenta de que era real—. Yo.. Perdón. Debo irme.

Entonces, dejó el micrófono caer y se fue corriendo.

El público y el staff estaba confundido, pero nadie había ido tras de él. Un sonido agudo que emitió el micrófono al caer obligó a los caninos a cubrir sus orejas al instante. Inesperadamente, dos chicos salieron a paso rápido tras la celebridad; sin embargo, uno de ellos paró a medio camino, viendo al otro seguir.

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⏰ Última actualización: May 28 ⏰

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