Sueños de Agua [Razas #3]

Capítulo VII: ESTOY AQUÍ PARA TÍ

Irían a Agua en dos grupos. El primero estaría conformado por Shannen, Kaya, Malenna y Bastiaan. El segundo por Ian, Urien, Osmed y Glen. El primer grupo salió a primera hora de la mañana. Aquello fue una sugerencia de Kenna, quien creía que se expondrían menos de esta manera. Sin embargo fue Ian quien dispuso como serían los grupos.

Saldrían del complejo de vuelos oficial, de hecho en viajes que eran completamente legítimos. Glen no terminaba de entender como funcionaba aquel planeta. Sabía que Owen había estado al frente por mucho tiempo, sin embargo, parecía que también operaba un pequeño parlamento designado por La Hermandad que se mantenía un poco al margen pero atento. Luego de la caída de Owen se estaban movilizando tratando de tomar el control, lo cual significaba que debían irse pronto.

Cuando Glen se fue de la Tierra, no pudo llevar nada con ella, y eso incluía sus documentos, sin embargo al entrar a Fuego pudo tramitar un permiso especial otorgado por La Hermandad mientras se calmaban las cosas en la Tierra. Pero no habían tenido noticias de la Tierra, era como si hubieran aislado e incomunicado el planeta. Como fuera, ella tenía la suerte de contar con ese documento y el mismo al parecer le servía para movilizarse por el universo, sin embargo tenía entendido que desde Sueño: Kenna junto a Marrion y algunas otras personas que habían logrado convencerlos de ayudarlos, modificaron algunos datos en las bases de datos de los sistemas de La Hermandad. Por lo que ellos tenían por una única vez un viaje legal sin peligro de ser intersectados por las autoridades.

Se habían despedido del primer grupo la noche anterior, aunque Glen solo cruzó palabras con Malenna. No tenía nada que decirle a Shannen y mucho menos a Bastiaan. Kaya ni siquiera había salido de la habitación, así que tampoco de ella debía despedirse, además Shannen estaba muy protectora con la morena lo cual en realidad Glen agradecía.

Al día siguiente se despidieron de los que permanecerían en el Quinto.
Estos dijeron que se movería de allí a la noche. Creían que se exponían mucho permaneciendo en ese lugar, Osmed quiso saber qué tenían pensado hacer con Owen, a lo que Melvin dijo que lo dejarían en el edificio para que La Hermandad lo encontrará. Lo cierto era que el estado del sujeto era crítico, en aquel edificio Owen tenía una enfermería pero está no parecía tener lo necesario para sus heridas y pensaban que si lo movían a un hospital sería mucho peor. Así que parecía que la única solución viable era abandonarlo a su suerte, lo cual era horrible de pensar y hacer, pero después de todo así funcionaba la guerra, ¿no es cierto?

Ian se le acercó mientras los adultos seguían discutiendo sobre Owen y le dijo que antes de irse debían ver a alguien, Glen casi lo había olvidado y se sintió feliz de que Ian no lo hiciera.

Monna estaba en el patio trasero del edificio principal. Ese tenía una fuente que hasta donde Glen recordaba nunca vio que tuviera agua, sin embargo ahora la tenía. El agua ondulaba por todo el derredor de la fuente y Gwendoline sentada desde un banco observaba a la niña. Se la veía más grande, con el cabello un poco más largo y la forma en que sus manos se movían hacía el agua parecía ser mucho más segura que antes. Glen se preguntó si la niña la reconocería, y no más tener ese pensamiento, la niña les miró. Les reconoció, lo supo en el momento en que una fina sonrisa se le dibujó en los labios, al tiempo que juntaba la gran masa de agua y la dirigía hacía Ian, este reaccionó de inmediato, sus manos se alzaron para formar una pared con el agua, la niña se acercó del otro lado, hizo un movimiento con sus manos y abrió un agujero en la pared de agua, asomó el rostro y se rió.

—Aprende muy rápido —Gwendolind se acercó a Glen, y las dos contemplaron a la niña jugar con Ian.

—¿Quién le ha estado enseñando?

—Un híbrido agua/fuego. Escapó cuando ustedes lo derrotaron a Owen, pero pienso buscarle otro maestro. —Glen asintió y dijo.

—Melvin y Mellian se van a mover al asentamiento de esta, quizás allí podrían encontrar a alguien que le enseñe a Monna. —Gwendolone asintió.