Capítulo 2

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                              Maliah

Estaba realmente preocupada, había buscado por todas partes a Astrid pero no había ni rastro de ella. Habían pasado horas desde que se perdió en la fiesta, y la angustia empezaba a apoderarse de mi.

—Kian, Kian —llamo desesperada buscándolo —¿No has visto a Astrid en ninguna parte? Estoy realmente preocupada, la he buscado por todos lados y no hay señales de ella.

—No, Maliah, no la he visto. ¿Estás segura de que buscaste bien? Tal vez se fue a dar un paseo o algo así.

—Sí, estoy segura. He revisado cada rincón de la fiesta y no hay rastro de ella. Necesitamos encontrarla, ayúdame a buscarla por favor.

Kian asintió con preocupación y juntos comenzamos a buscar incansablemente a Astrid. Ya era tarde, las 11:30 de la noche, y seguíamos sin encontrarla.

—Ya no sé qué hacer, Kian. He intentado llamarla, enviarle mensajes, pero no responde. Estoy tan asustada, ¿dónde puede estar?

—No te preocupes, Maliah. Vamos a encontrarla, no podemos rendirnos. Hagamos una última búsqueda y si no la encontramos, llamaremos a sus padres —dice Kian intentando tranquilizarme.

Finalmente, después de desalojar a los invitados de la fiesta para facilitar la búsqueda, decidimos llamar a los padres de Astrid en un último intento por encontrarla.

—Señora Courteney, soy Maliah. ¿Ha visto a Astrid? Estamos buscándola por todas partes y no la encontramos —dije con la voz temblorosa.

—¿Cómo que no la encuentran? Astrid es una chica responsable, no puede haber desaparecido así como así. Voy a llamar a Grayson, a ver si sabe algo —respondió la madre de Astrid con preocupación en su voz.

Después de la llamada, sentí un nudo en la garganta. ¿Dónde podría estar Astrid? La incertidumbre y la preocupación me invadían, pero sabía que no podía rendirme hasta encontrar a mi amiga.

La espera se hizo eterna, hasta que finalmente la señora Courteney llamó de vuelta.

—Maliah, Grayson no sabe nada sobre Astrid. Esto no tiene sentido, ¿dónde puede estar mi hija? —exclamó la madre de Astrid con desesperación en su voz.

No sabía qué hacer. La angustia me estaba consumiendo, pero sabía que no podía rendirme. Tenía que seguir buscando a mi amiga, no importaba cuánto tiempo tomara.

Así, Kian y yo continuamos buscando a Astrid, sin descanso, con la esperanza de encontrarla sana y salva.

                            Astrid

Me encontraba sentada en la cama de la habitación de al lado, él me había traído aquí anoche para que estuviera más cómoda —supongo— por lo menos ya no estaría atada con esas cuerdas que me mantenían inmovilizada en esa habitación oscura. Mi mente estaba llena de confusión y miedo, seguía intentando comprender por qué me encontraba en esta situación y qué era lo que ese chico misterioso quería de mí.

En ese momento vino a mi mente la imagen de ese chico, y... ese tatuaje. Sabía que lo había visto antes, pero en aquel momento mi mente no podía pensar, si lo había visto no.

—¿Dónde he visto antes ese tatuaje?—, me pregunté para mí misma, tratando de recordar cada detalle de aquel chico de ojos verdes profundos que me había robado el corazón en la secundaria.

Las imágenes del pasado se agolpaban en mi mente, recordando los días en los que lo observaba pasar por los pasillos del colegio con su uniforme impecable y su sonrisa encantadora. Suspiré al recordar los momentos en los que me sentía nerviosa e ilusionada cada vez que él pasaba por mi lado, sin hacerme notar. Aunque nunca se dio cuenta de mi existencia cada vez que lo veía hacía mi vida más emocionante.

Pero ahora, todo parecía ser parte de un cruel giro del destino que me había llevado a ser prisionera de aquel chico enigmático que me había arrebatado la libertad y la seguridad. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras intentaba encontrar una salida de aquella pesadilla en la que me encontraba atrapada.

Si por lo menos se dejará ver su cara, sabría si es él o no.

Mis pensamientos se reducieron en el momento en que ví que se habría la puerta. Y como si hubiera escuchado todo lo que había pensado, entró sin esa capucha que cubría su rostro, y ahí lo vi. Era él, Axel.

Su cabello estaba desordenado como si se hubiera pasado frecuentemente las manos por él, esos ojos verdes profundos, ese mismo cuerpo atlético y... ese tatuaje. Ese tatuaje cautivador que me había hecho darme cuenta de quien era.

Pero no podía decirle que le conocía, no quería quedar en ridículo y rvelarle lo que sentía hace unos años por el, además este chico no es el que había visto tantas veces pasar por los pasillos de la secundaria. Por el estoy aquí, sin saber que me esperará los próximos días, sin saber que sucedería. Por él mi familia y amigos deben estar preocupados y angustiados por mi desaparición. Sabía que no podía confiar en él, pero tendría que seguirle el juego.

—¿Qué quieres de mí?—, pregunté con voz temblorosa, mirando fijamente al chico que se movía con gracia por la habitación, como si estuviera en control de toda la situación.

El chico se detuvo frente a una ventana y se volvió hacia el mi, con una mirada llena de misterio y confianza. —He estado esperando mucho tiempo para encontrarte, Astrid. Eres la pieza clave en un rompecabezas que está a punto de revelar su verdadero significado—, dijo con una voz cautivadora y seductora.

Mi mente estaba llena de interrogantes y dudas, pensaba en salir huyendo de ahí de alguna forma, pero una voz en mi interior me decía que debía seguir adelante, descubriendo la verdad que se escondía detrás de aquel misterioso encuentro.

—No entiendo nada de lo que está pasando. ¿Por qué yo? ¿Qué es lo que buscas en mí?—, pregunté, desafiandolo a revelar sus intenciones.

Él se acercó lentamente a mi, extendiendo su mano con delicadeza y ternura. —Eres especial, Astrid, estamos destinados a unirnos en este viaje hacia la verdad y desvelar los secretos que han estado ocultos durante tanto tiempo. Pronto, lo entenderás todo.

Sentí una mezcla de emociones encontradas en mi interior, luchando entre el miedo y la esperanza, la desconfianza y la curiosidad. Pero algo en su mirada me transmitía una sensación de calma y confianza, como si estuviera allí para ayudarme en mi camino hacia la revelación de mi verdadero destino.

—Está bien. Haré lo que sea necesario para descubrir la verdad que me has prometido—, tomé su mano aceptando el desafío que se presentaba ante mí.

No sabía que iba a pasar en ese momento que acepté su mano, pero lo único que pasaba por mi cabeza era saber la verdad, de por qué me encontraba en este sitio atrapada y por qué dice que estamos destinados en este viaje hacia la verdad. Sólo sé que algo en mi interior sentía que no debía aceptar su mano, pero a la vez me decía que si lo hiciera. Tal vez así, pueda escapar de aquí, tal vez si me gano su confianza pueda irme a casa tranquila.

Solo había una forma de descubrir que es lo que quiere y fue aceptando su petición, tampoco podía negarme, no sabía que pasaba por su mente, estaba atrapada no tenía ninguna escapatoria, así que esa fue la mejor decisión. Tengo mucha curiosidad y angustia de lo que estará por venir.

...

Alas de Traición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora