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La mudanza fue imprevista, así que apenas tuvieron tiempo de elegir una buena casa con todo el alboroto que surgió.

Esa casa especialmente, no era pequeña, pero tampoco era una mansión, sin embargo si le daba la privacidad necesaria a cada residente y un amplio espacio personal para la habitación de cada integrante, y como solo eran una pequeña familia de tres, las habitaciones sobraban en esa casa.

Shouto decidió hacerse de una habitación particularmente alejada de las demás, solo porque tenía un espacio más amplio, con baño propio y un balcón que daba al oscuro bosque. Él ama la oscuridad, y aunque muchos la odian, él no lo hace.

Se supone que tendría que temerle, por los cientos de relatos que los ancianos hablan y dicen todo el tiempo.

“La noche es la hora del mal” “A esa hora las almas están sueltas” “Hay demonios sueltos que pueden poseer tu cuerpo” etcétera.

Quizá cuando era un niño lo creía, pero ahora que a crecido y se a convertido en un adolescente de ya 18 años, cree que es algo infantil que le decían a los niños para hacerlos dormir temprano, igual que a él.

Claro, eso creía hasta la siguiente semana de su mudanza, cuando despertó por la madrugada a las 3:33 A.M. por los golpes constantes a su ventana, hasta que sentía que iban a romperla y tuvo miedo, mucho miedo, recordando cuando era un niño y se sentía igual de esa forma.

Todo se detuvo cuando encendió la luz de inmediato, entonces todo quedó en un silencio pulcro y él se armó de valor para levantarse de la cama y dirigirse hacia su ventana, corriendo las cortinas para ver hacia el exterior, sin encontrar nada.

Eso ocurrió en su primera noche, la segunda fue peor.

Todo comenzó (de nuevo) a las 3:33 de la madrugada, tuvo una pesadilla de la cual despertó agitado y tembloroso, y en poco tiempo logro escuchar pisadas fuertes desde el tejado sobre su habitación que pareciera querer romperlo, y los golpes a la ventana aumentaron tanto que pareciera que iban a romperse. Se sintió de nuevo como un niño pequeño desprotegido, así que apenas encendió la luz, se cubrió los oídos y cerro los ojos con fuerza, tardando poco en que todo volviera a la ‘normalidad’

Al día siguiente se lo contó a su madre, quien al escucharlo se rió de él pero luego le acaricio la cabeza y le dijo que no debía tener miedo, porque ella no había escuchado nada durante la noche y eso que estaría despierta a esas horas por otros motivos.

Shouto no dijo más, y ese día, tuvo miedo, pero por primera vez en varios años, no apagó la luz, y ese día de la semana durmió tranquilo, sin ningún mal sueño, ni miedo, todo se sintió extraño esa noche, incluso cuando sintió el peso de alguien en su cama detrás de él, no le importo.

Todo paso tranquilo durante los tres días siguientes, no hubo sueños malos, ni golpes a la ventana o pisadas en el tejado, así que Shouto volvió a repetirse que todo estaba bien y que no había nada malo en esa casa, que él exageraba las cosas como su madre le dijo antes, lo paranormal no existe.

En el sexto día de la semana, decidió apagar la bombilla, diciéndose así mismo que todo estaría bien, que nada tenía porque salir mal y que todo era mental, aunque con eso último podría parecer un loco, elige pensar que es así y que todo es mental.

Pero no fue así, no fue como creyó que sucedería.

Está vez, no despertó por una pesadilla o las pisadas en el techo, más bien despertó al escuchar algo arrastrarse por el suelo, de pronto escuchando pisadas en su habitación fuertes y que caminaban lentamente hacia su cama hasta que su colchón se sumió a sus espaldas, y fue lo suficiente aterrador como para que llorara cual niño pequeño y que sus padres aparecieran por la puerta en unos segundos solamente, encendiendo la luz y acercándose a preguntarle que ocurría, pero sin ser capaz de responderles.

Monstruo bajo mi cama;  DabiTodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora