"La marquesa Debling"

La confusión

El jardín, estaba envuelto en una suave luz que apenas iluminaba a los dos amigos. Ese instante compartido había sido un refugio para Penélope. Henry, con su gentileza y apoyo inquebrantable, le había ofrecido la tranquilidad que tanto necesitaba y cada palabra que le había dicho había sido un bálsamo para su alma afligida. Saber que Henry la apoyaría le había dado la esperanza de que esta vez todo podría ser diferente.

Luego de ese abrazo profundo con su amigo de tantos años, Penélope decidió volver a la casa principal y dirigirse al despacho.

-Gracias por no juzgarme Henry, has aliviado mi corazón que se sentía pesado.

Henry le dedicó una tierna sonrisa e inclinó un poco la cabeza levantando las cejas.

-Siempre estaré para usted marquesa... pero creo que ahora es tiempo de que vuelva a su despacho debe resolver cierto asunto.
La mirada y el gesto pícaro de Henry la hizo sonreír. Se acercó a él, le dejó un pequeño beso en la mejilla y comenzó a caminar.

Cada paso la acercaba más al despacho, donde seguramente Colin la estaba esperando. La incertidumbre la envolvía mientras repasaba en su mente las posibles conversaciones que podrían tener. O quizás podrían seguir lo que habían empezado...

A medida que se acercaba a la puerta del despacho, su corazón latía con fuerza. Pero, a pesar de la ansiedad que la consumía, sabía que debía enfrentar a Colin. Había decisiones que tomar, conversaciones que mantener, y no podía permitir que el miedo la paralizara.

Con una resolución renovada , Penelope giró el pomo de la puerta y entró en el despacho, con una mezcla de miedo y expectación, solo para encontrarse con un espacio vacío. El escritorio, en el cual Colin había estado, estaba desprovisto de cualquier indicio de su presencia. Una sensación de desolación se apoderó de ella cuando se dio cuenta de que él no la estaba esperando.

El silencio pesado en la habitación solo exacerbaba su sensación de desamparo. Se sentía abandonada, como si todas sus esperanzas se hubieran desvanecido en el aire. El enojo empezó a burbujear dentro de ella, una mezcla de frustración y decepción por la ausencia de Colin se iba acrecentando en su pecho.

Se dejó caer en la silla frente al escritorio, sintiéndose como si estuviera atrapada en un torbellino de emociones. ¿Cómo podía Colin haberse ido luego del momento que habían compartido ? La sensación de ser ignorada y despreciada la envolvía como una manta fría.

Un nudo se formó en su garganta mientras luchaba contra las lágrimas que amenazaban con emerger. Había tomado fuerzas y se había preparado para hablar con él, para serle sincera y decirle cuánto lo había extrañado durante esos largos años, pero él se había ido, se sentía como si todo hubiera sido en vano y se reprochaba mentalmente por haber sido tan tonta de volver a caer ante las redes de Colin Bridgerton.

El eco del silencio continuaba resonando en sus oídos, mientras se aferraba con fuerza al borde del escritorio. La ira ardía dentro de ella, alimentada por la sensación de abandono y desprecio que él le había infligido una vez más.

No podía evitar recordar la primera vez que Colin había lastimado sus sentimientos, siete años atrás, en el jardín. En aquel entonces, había sido una jovencita vulnerable, fácilmente manipulada por los encantos de Colin. Pero ya no era aquella muchacha ingenua.

La reminiscencia de aquel día le recordaba lo lejos que había llegado desde entonces, lo mucho que había crecido y cambiado. Ya no permitiría que Colin jugara con sus emociones como lo había hecho en el pasado. Se había convertido en una mujer fuerte e independiente, capaz de enfrentar cualquier desafío que se le presentara.

Penélope se levantó de la silla y miró hacia fuera, particularmente al banco que se encontraba en el jardín donde había compartido momentos de risas y confidencias con Henry, su más leal amigo.Una sensación de valor se apoderó de ella mientras se prometía a sí misma que no permitiría que las acciones de Colin la afectaran más.