Capítulo 1

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*err hola...es mi primera vez escribiendo esta pareja. 

"Habrá un cambio en tu vida que dará un giro de 360°"

El papel que venía dentro de la galleta de la fortuna tenía esa frase absurda. No había manera de que Max creyera esa estupidez. Si quería algo, debía luchar por ello con disciplina hasta conseguirlo. No creía en el destino. Max arrugó el trozo de papel y lo puso a un lado de su plato. Lando arqueó la ceja.

—¿Qué decía?— su amigo preguntó.

—Estupideces.

Lando no preguntó más. Le gustaría hacer enojar a su amigo, pero no quería lidiar con el mal humor del León de Hielo. Pagaron y salieron del restaurante.

◊◊◊◊

El semi internado Red Queen había estado en pie desde 1956, once años después del final de la segunda guerra mundial. Desde su fundación, había pertenecido a la familia Horner, y sería así hasta el fin de los días.

—¿No crees que solo traerá problemas? Hay una razón por la que no ponemos a un Omega como compañero de habitación de un alfa. Sería caótico, ni hablar de lo peligroso que sería cuando el omega entre en celo— Toto opinó, a pesar de que sabía que si Christian ya había tomado la decisión, no habría marcha atrás —Y, estamos hablando de Jos Verstappen. No quiero lidiar con él. Estará más que enfadado.

—Cada varón Verstappen ha venido aquí. Y yo soy el jefe, no creo que Jos quiera llevar a otro lugar a su hijo y romper la tradición. O lo acepta o lo acepta. Ya estoy cansado de que crea que debo de cumplir sus demandas.

Toto asintió. Aún así, no entendía el motivo por el cual Max debía de compartir la habitación con un Omega. Sergio, el nuevo estudiante, provenía de México y su ingreso era debido a que Christian le debía un favor a alguien importante. Christian bebió el resto de la bebida. Veía a Max como un hijo, y por eso no quería que Jos lo destrozara por completo. Había viajado a México para conocer a Sergio, y él era lo que Max necesitaba. Él sería su contraparte.

◊◊◊◊

La impresión de ver el lugar que sería su próximo hogar por los próximos dos años, era gigante, como una ola. Checo ya traía puesto el uniforme. Su madre le había hecho el nudo a la corbata, y Checo no sabía cómo hacerlo así que no quería deshacerlo. El suéter no era suficiente para el viento otoñal, pero traía una chamarra que había heredado de su hermano, y una bufanda bordada a mano. Esperaba que sus prendas fueran suficientes cuando el invierno llegara.

En la entrada, Horner le dio la bienvenida con una sonrisa y un abrazo aplastante.

—Bienvenido, Sergio. Espero que este lugar te llene de grandes experiencias y enseñanzas.

Sergio no dudaba que sería así.

◊◊◊◊

—Tu compañero puede llegar a ser un tanto...— Horner estaba buscando la palabra correcta, aunque había bastantes. Maleducado, arrogante, egoísta.

—¿Un tanto qué?

Horner se acarició la barba. Max no era un mal chico, pero no había tenido el mejor padre y mucho menos el mejor guía.

—Antipático. Pero, sé que lograrán ser muy buenos amigos— Horner le apretó el hombro.

Sergio asintió. Esperaba hacer muchos amigos, pero ante las palabras de Horner, Sergio no sabía qué esperar de su compañero.

—Vamos, vamos, te llevaré a tu habitación.

Checo cargó su maleta al hombro. Había olvidado avisarle a su familia que había llegado sano y salvo, pero lo haría cuando estuviera un poco familiarizado con la escuela que en realidad parecía un castillo.

◊◊◊◊

El nuevo aroma que invadió el ambiente dejó a Max pensativo. Reconocía las esencias de los chicos de los cuartos cercanos. Su padre le había dicho que compartiría su habitación con el nuevo estudiante y no había nada que él pudiera hacer para impedirlo. A Max no le importaba en lo absoluto, mientras no fuera molesto, todo sería como debía ser.

El olor a rosas, a naturaleza, a calma, fue haciéndose fuerte. No tenía duda de que era el aroma de su nuevo compañero. Y en efecto, un chico de cabello negro y alborotado, entró a la habitación, llevando con él su maleta.

—Umm, hola. Soy Sergio Michel Pérez Mendoza. Mucho gusto.

El chico, Sergio, alzó su mano para que Max la apretara, pero el rubio solo lo vio de pies a cabeza y salió de la habitación, rumbo al entrenamiento de fútbol. El primer pensamiento de Max fue: ¿Cuántas pecas estaban repartidas en ese rostro? Y luego, su enojo se volvió evidente al percatarse que su compañero era un Omega. Horner debía de estar loco.

*Gracias por leer! c:

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