Capítulo 4

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Sergio se estaba acostumbrado a vivir en el mismo lugar en el que estudiaba. Los primeros días, había extrañado su hogar como nunca antes. La comida de su mamá, las peleas con sus hermanos, su antigua escuela, e incluso su almohada y su cama, el clima, y los elotes. Se le hacía agua la boca al pensar en darle un mordisco a un elote con chile del que no pica y poquito del que pica, sentir la textura del queso y el sabor de la mayonesa.

—¿Qué le pasa?— Carlos levantó su ceja, viendo como la mirada de Checo estaba perdida en el horizonte y su boca entreabierta.

—¿Se le cayó el cerebro?— Lando se echó a reír. No era un secreto que había poca tolerancia entre ellos, más por parte de él que de Checo.

—Lando— Carlos le recriminó —Es mi amigo.

Lando puso los ojos en blanco. Amaba a Carlos, pero eso no significaba que debía de aceptar a todos sus amigos, sin embargo haría el intento, porque era un buen novio.

—¿Checo?— Carlos le apretó el hombro, y Checo regresó de sus pensamientos —¿Estás bien? ¿Max te hizo algo?

—¿Max? ¿Qué tiene que ver Max con que yo quiera un elote?— Checo se acarició el vientre.

—¿Un qué?

—Un elote. ¿No sabes que es un elote?

Para evitar malentendidos, Checo le mostró la imagen del alimento.

—Ah. Una mazorca.

Checo asintió, su antojo haciéndose más grande.

—¿Vas a venir a la práctica? Hoy será en el gimnasio.

—Si, pero antes hablaré con mi familia.

—Vale, entonces te dejamos. Nos vemos en el entrenamiento.

Carlos se despidió de él y Lando lo siguió. Se comunicaba con su familia a diario, la preocupación de su papá no se había reducido, pero Checo siempre les decía que estaba bien y que se estaba adaptando. Había dejado de llamarlos en su habitación, porque su hermano fue testigo de la manera en que Max lo ignoró.

—Oye, ponme frente a ese pinche güero maleducado. No puede tratar a mi hermanito así. Debe de ser un alfa, ¿verdad? Pinche güero creído.

Su hermano había usado todo su léxico para insultar a Max, a pesar de que él ya había dejado la habitación.

—Cálmate, Toño. Max ya se fue. No le vayas a decir a nuestros papás. No quiero que se preocupen.

Le fue difícil convencer a su hermano de que no dijera nada, pero él le prometió que pronto iría a visitarlo y le partiría la cara a ese rubio engreído. Checo se rió, pero estaba feliz de que su hermano se preocupara por él. Su relación con Max no había mejorado, pero Sergio no perdería la esperanza.

El rostro cansado de su mamá apareció en la pantalla, y a Sergio se le apachurró el corazón.

—Checo, mi vida. ¿Cómo has estado?

Sergio sonrió al ver el intento de su mamá de esconder el cansancio. Deseaba con todo su ser tener el poder de teletransportarse y poder abrazar a su familia, pero tenía que conformarse con verla a través de una pantalla.

《□□□□》《○○○○》

Cuando había problemas, siempre se trataba de Esteban Ocon. Para el segundo tiempo, Red Queen llevaba la delantera, pero no podían confiarse. Eso les había sucedido el campeonato pasado, y perdieron por primera vez la corona.

—Checo, aquí— Daniel gritó, pidiéndole el balón a Sergio.

Pero, el mencionado terminó en el suelo, gracias a que Ocon le había metido la pierna y lo hizo caer con alevosía y ventaja. Sergio, tirado en el pasto, se quejaba al sentir el raspón arder. Pero, todo se volvió más caótico cuando Max empujó a Ocon y se subió arriba de él, dándole golpes con la mano abierta.

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