Era sorprendente lo que podía pasar en menos de una noche.
Como si fuese la caida de roma, la organización que aterrorizó por años en el mundo de los yakuzas había caido junto con sus líderes.
Melromarc había sido desintegrado y ahora los demás grupos criminales, incluyendo la policia, hacian una cacería furtiva a cualquier remanente que hubiese pertenecido a la organización.
Por primera vez, los jefes Yakuza se habían puesto de acuerdo para acabar con un enemigo en común. Después seguirían con sus disputas cuando llegara el momento de preguntar quién tomaría la prefectura que antes pertenecía a Melromarc.
Naofumi, luego de un par de días de forzado reposo por parte de sus médicos, y Raphtalia, se encontraba descansando en la comodidad de su propia departamento luego de haber hecho una reunión sobre el futuro de Lurolona y su inevitable expansión.
A diferencia de otros cuartos ostentosos que lo hacían ver como el jefe Yakuza que era, su habitación era lo más parecido a lo de un estudiante universitario promedio.
Una cama yacía en la esquina, tenía un escritorio lleno de carpetas y cosas que debía firmar. Papeles y basura arrumbados en el suelo. Una cocina que a veces utilizaba. Un baño.
Lo único que se sentía fuera de lugar, era una computadora que estaba repleta de videojuegos RPG.
Pero esa era para su muy limitado tiempo libre.
Justo cuando pensaba en darse un merecido sueño de cinco minutos, alguien tocó la puerta del departamento.
Molesto, sacó del cajón de su mesita de noche una pistola.
Se acercó tratando de hacer el menor ruido posible para asomarse a la mirilla de la puerta y decidir si disparar o no.
Casi deja caer su arma cuando se encontró con Motoyasu, vistiendo ropas normales y no su viejo traje de mafioso.
— Se que sigues viviendo aquí, Nao. Le tienes mucho cariño como para...
La puerta se abrió. Naofumi jaló con un brazo a Motoyasu para forzarlo a entrar y volver a cerrar con rapidez.
Estando adentro, Motoyasu sintió la punta de una pistola detrás de su cabeza.
— Creo que después de esto, consideraré mudarme.
— Pues si piensas hacerlo, agradecería que me dejaras quedarme con el lugar. – Motoyasu habló, ignorando el cañón del arma que seguía tras de él.
— ¿No tienes a donde ir? – Finalmente Naofumi bajó el arma y dejó que Motoyasu se levantara.
— Me quedé sin organización y mis planes de morir como mártir fueron frustrados por alguien. Así que mis opciones son muy pocas.
— Eres un... – Naofumi se frotó la cara por cómo Motoyasu se tomaba con tanta calma lo sucedido con su propia organización. — Pensé que estarías huyendo del país con la poca influencia que te quedaba.
— Pensaba hacerlo... – Motoyasu se acercó a Naofumi, tomando uno de sus hombros. — Pero recordé que si trataba de huir, tu mismo me buscarías para no escapar de este mundo en el que nos metí.
— Me hubieras ignorado... – Naofumi se quejó, tornándose rojo al recordar cómo en el calor del momento amenazó a Motoyasu cuando lo sedó.
— Se lo que le ocurre a los pobres bastardos que ignoran tus palabras. – La mano de Motoyasu pasó a la mejilla de Naofumi para acariciarla. — No soy tan idiota.
Naofumi se dejó tocar por la mano de su antiguo rival. Motoyasu sabía cuáles cuerdas de su débil corazón debía tocar para dejarlo indefenso.
— Lo eres por hacerme caso mientras también estaba sedado. – Naofumi dejó caer su cabeza en la mano de Motoyasu. — Puede que tenga una idea para cumplir esa promesa no intencional. Pero quizás no te guste.
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Kidnaping the gang leader! [Naoyasu]
FanfictionTate no Yuusha (Yakuza Au) Motoyasu hace lo impensable y secuestra a Naofumi, el jefe del grupo mafioso Lurolona. Lo que nadie sabe es qué gana con eso.