4

146 12 0
                                    

127 d

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

127 d.c

Naerys

Sonreí al sentir el viento chocar contra mi cara, y revolotear mi cabello y castaño. No había algo más hermoso que volar en dragón.

Observer a Aemond ir casi al mismo ritmo que mi dragon. Sonreí al darle una orden a Syliax para que volara más rápido, minutos después aterrizamos en una de las pequeñas islas rocosas que estaban cerca de rocadragon. Era pequeña y tenía una gran roca con un par de cuevas que usábamos como refugio para pasar el tiempo.

— Deberías ser más rápido querido tío. –hable mientras me acercaba a Aemond y le daba un leve empujón.

— Y tú deberías ser menos tramposa.

Sonreí ante sus palabras, los últimos siete años habían sido maravillosos. Empezando que no había renunciado a ser la heredera de mi madre, sabía que Jace era la opción perfecta pero ser la próxima reina estaba dentro de mi plan. Con los últimos años me había encargado de perfeccionarlo y de ser más unida a mi madre para darle consejos. También me las había ingeniado para tener mas casa aliadas, para el día de la coronación de mi madre.

Durante los últimos siete años las cosas habían cambiado un poco, había convencido a Viserys para que Daemon tuviera su lugar en el consejo, después de insistir había accedido, y Daemon habi aceptado después de meses de insistencia de mi parte. También había logrado tener muchos espías por toda la fortaleza roja con ayuda del gusano blanco, cuidando de Alicent y de Larys Strong. Habia logrado conseguir que Aegon fuera envido lejos de Alicent como pupilo de la casa Hightower; no sabía mucho sobre mi prometido, pero al menos ya no era un imbecil y alcohólico, por lo que sabía se había convertido en un hábil espadachín y no estaba interesado en la política o algo que tuviera que ver con el trono.

Aemond, hace casi siete años que se había convertido en el pupilo de mi madre, era un excelente pupilo, era el príncipe perfecto. Ahora tenía una gran relación con mis hermanos u Daemon. Le habíamos dado la oportunidad de tener una familia unida.

Siempre hacia lo mismo desde hace años cuando Aemond había aprendido a volar decentemente, volábamos para ver quien era más rápido. Y a pesar que Vhagar era más grande que mi dragón, había aprendido ciertos trucos para ganarle a Aemond.

— En dos días más será tu boda. —hablo Aemond mientras caminábamos por la orilla de la pequeña playa.

Sentí mi corazón oprimirse, había amando a Aemond tanto que dolía en mi vida anterior, y sabía que también lo hacía en esta vida.

— Tu madre envió una carta esta mañana con una noticia. —le dije detenido mis pasos.

Observé a Aemond, a sus diecisiete días del hombre era tan apuesto, y tan alto.

— ¿Que decía?

— Sobre tu compromiso con Cassandra, quiere que se casen el mismo día que yo lo haré con Aegon.

Observé su reacción, si entrecejo estaba trufado y parecía confuso. Hace dos años la reina y su padre habían comprometido a Aemond con Cassandra Baratheon, había sido una jugada que no había visto venir, y algo que no había contemplado.

— Huyamos.

Sentí mi corazón acelerarse ante su declaración.

— Montemos nuestros dragones y huyamos a las ciudades libres, podríamos viajar por todo el mundo juntos, sin el peso de las responsabilidades. —me dijo, mientras tomaba mi cara entre sus grandes manos.

Sentí mis ojos llenarse de lagrimas nuevamente, quería huir, ser libre, y ser feliz con Aemond lejos de todo. Pero no era tan fácil cuando la vida de muchas personas estaba sobre mis hombros, cuando el futuro de los siete reinos necesitaba un sacarifico. Los últimos siete años tal vez habían sido muy bonitos, pero los había vivido con miedo por el futuro incierto, miedo a perder nuevamente a quien más amaba. Y apesar que quería decirle que si, mi respuesta fue otra, aún que estuviera muriendo por dentro.

— No, tengo deberes que cumplir, al fin día me sentare en el trono de hierro. —le dije tratando de que me entendiera.

Me observo con su único ojo durante varios minutos, y sin pensarlo unió nuestros labios en un beso desperado. Ahora mismo nadie más existía sólo nosotros.

— Te amo Nae, y lo haré el resto de mi vida. —hablo en Alto valirio.

Sabía que perder con Aemond mi virtud había sido un error, el cual podía costarme mucho, pero no me arrepentía, al menos podía por un día disfrutar de nuestra felicidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Sabía que perder con Aemond mi virtud había sido un error, el cual podía costarme mucho, pero no me arrepentía, al menos podía por un día disfrutar de nuestra felicidad.

— El día de la boda, tenemos que asegurarnos que Aegon esté lo suficientemente borracho para que no recuerde nada, no puedo arriesgarme.

— No te preocupes, me encargare de todo. —hablo mientras terminaba de montar su dragona.

— Jamás hablaremos sobre esto y jamás volverá a ocurrir, en dos días más estaremos casados con otras personas.

— Está bien, haré lo que tú quieras, siempre y cuando seas feliz.

Ambos partimos a Rocadragon casi al atardecer, después de volar por un pequeño rato atrrrizamos sin inconvenientes.

— Princesa, príncipe. —saludó Sir. Simon, Al vernos bajar de nuestros dragones— Han llegado justo para la cena.

Le di una sonrisa, y comenzamos a caminar hasta el castillo.

— Necesito cambiarme de ropa y darme una ducha rápido. —le dije a Simon, quien me acompañaba hasta mi habitación.

Cuando pensé que se quedaría fuera d dls habitación, entró siguiendo mis pasos.

— ¿Necesitas que te consiga un té de Luna? —preguntó en voz baja para que solo yo escuchara.

Sentí mis mejillas calientes, y mucha vergüenza.

— Yo no...quiero decir...

— Fueron demasiado obvios, fue una fortuna que nadie los vio llegar en ese estado.

— ¿Podrías guardar el secreto?

— Mi boca está completamente sellada, solo se mas discreta. —explicó— Si *él* estuviera vivo, seguramente ese muchacho se hubiera llevado una buena golpiza.

*Él,* la forma que usábamos para hablar discretamente de mi padre Harwin. Había dejado un gran vacío en mi vida al perderlo, con el tiempo habi comenzado a olvidar su voz, y eso dolía demasiado. Sabía que yo era su pequeña princesa, su única hija mujer y su primogénita, Simón me había dicho lo feliz que Harwin era al poder ser mi padre.

Black, red and green /Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora