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Jimin

Me encuentro besando los suaves labios de JinEun mientras caminamos al interior de mi apartamento. Hoy sería un buen día para estrenarlo.

Había invitado a almorzar a JinEun para darle la noticia de que había comprado un apartamento, mientras que ella me dio la información de que sus padres estaban en la ciudad y no podía ir a su casa hoy en la noche. Aunque en realidad no iba a poder porque también tengo una cena hoy con los ejecutivos de la empresa.

— Ven, quiero mostrarte la habitación. — me regala una mirada coqueta y yo me río.

Llegamos a la habitación y camino dejándola detrás de mí pero sin soltar su mano.

— Es lo que querías que viera ¿no es asi? — me pregunta con coqueteo y yo me doy la vuelta para verla y tirar de mi agarre en su mano hasta pegarla a mi cuerpo y colocar mi mano en su espalda baja.

— No solo verla, estrenarla también. — murmuro acercándome a sus labios y comienzo a besarlos con intensidad.

Con una pasión que me hace besarla con fuerza y mucho deseo.

Mis manos inquietas luego de acariciar su espalda toman su camisa y la subo hasta sacarla por su cabeza. Me voy a su cuello para deleitarme con su aroma floral, beso esa zona con delicadeza hasta volver a sus labios para seguir besándola con esa intensidad que nos caracteriza en nuestros encuentros.

Me quito el blazer del traje y ella me ayuda desabrochando los botones de mi camisa negra. Suspira en mis labios cuando la quita por mis hombros y luego siento sus besos por mi cuello y bajar después a mi pecho.

Suelto gemidos suaves al sentir sus labios y de nuevo con algo de fuerza le tomo el rostro para besarla, muerdo su labio inferior para guiarla a la cama.

Allí luego de unos minutos entre toques, besos y gemidos, nos desprendemos de la ropa y la hago mía una vez más.

En posiciones que nos encanta probar le hice sudar, y vaya que bastante.

Sin duda la cama ya fue estrenada cuando la veo y me percato de que está húmeda en algunas partes por nuestro sudor.

— Entonces no te puedo visitar hoy. — murmuro sobre los labios hinchados de ella y la veo sonreír bajo las caricias de mis dedos en sus mejillas.

Su cabello suelto y despeinado nos cubre los rostros casi unidos por un beso que tengo ganas de robarle, pero me reprimo para esperar a oír su respuesta.

Ella está a horcajadas sobre mí en la cama mientras me acaricia el pecho con sus manos, yo estoy acostado sobre el colchón mientras siento como lentamente se remueve sobre mi miembro. Aún estamos sin ropa, por lo que la fricción es mucho más placentera.

— No, hoy no... — niega con una risita.

— Si tus padres supieran lo que haces con un hombre mayor, te enviarían lejos. — se ríe fuertemente en respuesta y yo sonrío encantado mientras mi respiración agitada se calma un poco de la reciente escena.

— Harían lo que fuera porque no viera la luz del sol tras un encierro. — comenta riendo mientras me roba un beso— y no eres tan mayor, no seas tonto. — sigue riendo suavemente y finjo estar ofendido.

— ¿Cinco años te parecen pocos? — le pregunto asombrado y su carcajada me sube el ánimo aún más.

— La verdad es que si. — abro aún más la boca por la sorpresa y ella se incorpora sentándose sobre mi regazo mientras se ríe de mi rostro.

— Eres una traviesa... y coqueta. — murmuro lo último relamiendo mis labios al verla sobre mi, bajo la mirada a nuestras intimidades haciendo fricción y vuelvo otra vez a sus ojos para mostrarle la lujuria que despierta en mi.

— ¿Sigo siendo muy pequeña para ti? — pregunta con coqueteo mientras mueve sus caderas, provocando que una corriente eléctrica recorra mi cuerpo.

— Fóllate para mi. — murmuro mirando sus ojos. Ella me sigue viendo con esos ojos seductores y despierta en mi la más impura sensación.

— ¿Se te olvida algo? — pregunta aún haciendo ese movimiento tortuoso. Yo siseo por la fricción y la excitación que me recorre al verla arriba de mi, con mi mano tanteo la mesa de noche y abro el cajón.

— Allí hay... saca uno y colócalo. — le ordeno mientras llevo mis manos a sus muslos desnudos y suaves.

Ella destapa el preservativo mientras acaricio sus muslos, y los aprieto cuando se levanta para alinear mi miembro en su entrada. Baja lentamente y vuelve a subir para repetir la acción unas cuantas veces hasta que su velocidad aumenta.

Luego de varios minutos viéndola follarse por sí misma, relamo mis labios y llevo mi mano a uno de sus pechos para apretarlo suave.

Y no sé que es lo que me pasa cuando luego de sólo unos minutos me vuelvo a correr. Suelto un gemido mientras siento como me vacío en su interior, claro que dentro del preservativo, pero la sensación sigue siendo divina.

— Estás débil, cariño. — murmura moviéndose lentamente, y su mano recorre mi abdomen y pecho. Sonrío viéndola burlarse de mi en mi cara y solo coloco mis manos en su cintura para parar sus saltos y ayudarla a moverse en un vaivén lento.

— Tu tienes el poder de saciar por completo mi cuerpo. — murmuro serio llevando mi mano desde su cintura a su abdomen, hasta tomar su seno y apretarlo suave.

Sonríe de lado y se levanta luego de unos segundos para sentarse a mi lado. Me siento en la cama para levantarme y retirar el condón, camino al baño y lo tiro en la basura.

— Al parecer ya estrenamos cama y baño. — ríe un poco cuando vuelvo a entrar a la habitación.

— Falta la ducha — me acerco a ella y me sostengo de mis manos sobre el colchón para mirarla con una sonrisa pícara que me devuelve— ¿Cuándo lo hacemos?

Ríe un poco para acercarse y besar mis labios.

— Tal vez otro día, por hoy es suficiente, debo ir a casa. — me responde y suelto un quejido.

— No es suficiente, sabes que somos imparables. — murmuro en respuesta mientras muerdo mi labio inferior.

— Debo ir a casa. — se queja entre risas cuando empiezo a darle besos a su mejilla y mandíbula— Debo buscar qué ponerme esta noche y arreglar mi cabello, Jimin. — sigue diciendo entre risas y yo me detengo en su oído.

— ¿Quieres que te lleve a un salón de belleza? — pregunto en un murmullo y ella sonríe.

— Tu metrosexualidad me ayudaría muchísimo ahora. — ríe suave— pero debes regresar a tu trabajo ¿Recuerdas?

Suelto un quejido y ella se ríe más abiertamente.

— ¿Te dejo en uno de camino a la empresa? — vuelvo a preguntar en su oído.

— Jimin. — reprocha alargando mi nombre— estaré bien, solo déjame en mi apartamento que yo me las arreglo.

Y aunque pueda insistir no lo hago, pues ella es muy terca.

— Esta bien, Jefa. — ambos reímos con mi respuesta y luego tomo sus labios en un beso largo hasta tumbar su cuerpo en la cama.

SEDUCCIÓN © JM ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora