11. No me gusta

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–¿Por qué hay tanta luz? –se quejó Regulus y dio media vuelta en la cama.

Su frente chocó con algo y se dio cuenta de un peso en su cintura, pero no le dio importancia y siguió durmiendo.

Cuando volvió a despertar fue porque su celular sonó.

–¿Quieres que te lo pase?

Escuchó la voz ronca de James y recordó exactamente donde estaba –No –contestó y se dio cuenta que estaba acurrucado contra él.

También notó la mano de James sobre su cintura y sonrió al sentirse tan relajado, las sábanas eran suaves, la respiración de James no le molestaba en lo absoluto y sentir la mano sobre su cintura le encantaba.

–¿Estás bien?

Se removió hasta apoyar la frente contra su piel de nuevo –Si me dejaras dormir sería perfecto –se quejó simulando un mal humor.

James se rió, la mano sobre su cintura subió hacia su espalda y cuando bajó dijo –Por supuesto... duerme todo lo que quieras.


No supo cuánto tiempo más se quedó dormido, pero supuso que fue mucho tiempo porque cuando despertó James ya no estaba a su lado.

Abrió los ojos con pereza y se sentó en la cama. La puerta del baño estaba abierta entonces James debería estar afuera pensó.

¿Qué estará haciendo? se preguntó y el pensamiento de que quizá James estaba haciendo el desayuno le llegó.

No lo creo ¿O sí?

Tampoco me opondría, tengo hambre pensó y se levantó decidiendo que después lo averiguaría porque primero se daría un relajante baño.

Cuando salió todo estaba igual, se puso la misma ropa de ayer a excepción del sweater porque no quería estar de calor y vio hacia el armario pensando en robarle ropa a James, aún así antes decidió preguntar.

Abrió la puerta, salió al pasillo y caminó sintiendo con cada paso el delicioso olor de la comida.

James tarareaba la canción que sonaba mientras se inclinaba a ver lo que había puesto en el horno.

Regulus intentó reconocer la canción, pero no tenía ni idea.

Se notaba que James se perdía por completo en su mundo cuando cocinaba, porque pasaron largos minutos y se dió cuenta recién de él, apoyado contra la puerta, cuando sacó platos y los puso sobre la mesa.

–¡Reg!

–Hola.

Su mirada bajó de sus ojos hacia su torso desnudo y subió hacia su cabello húmedo.

–¿Puedo robar algo de tu armario? Solo vine con mi sweater ayer.

James parpadeó, abrió la boca a punto de decir algo, pero quizá se arrepintió porque volvió a cerrarla y se aclaró la garganta –Lo que quieras, es decir... sí.

Regulus se rió –¿Acabas de ponerte nervioso?

–Nunca he tenido un chico así de atractivo en mi cocina. ¿Como no me voy a poner nervioso?

Regulus ladeó la cabeza –Gracias por el halago –dijo y señaló hacia los platos– ¿Por qué tantos? No me digas que esperas a alguien.

–Por supuesto que no, solo a tí –contestó James feliz– Preparé muchas cosas, me muero de hambre, es tarde, será un gran brunch.

Número desconocido - JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora