En la mañana bajan a desayunar y Armando los atiende con una sonrisa traviesa. —Ayer los cubrí, pero compórtense de ahora en adelante, ¿eh? — Dice después de tomar las órdenes y se va cuando todos lo miran raro. Todos excepto Gulf, quién lo vio hacer travesuras ayer. Mew cuestiona su comentario entre murmullos, pero Gulf los atrae al preguntarles cómo durmieron.
—Dormimos bien, gracias. — Mew mira a James como si le hiciera la misma pregunta y James asiente. —Nos preguntamos si tuviste la misma suerte.
—Sí. De maravilla. Al inicio, los fuegos artificiales me asustaron, pero durante, fueron un bonito recuerdo de Canadá. Entre los muchos que ya he creado aquí.
La mesera de ayer posa frente a ellos y Gulf se va a esconder, pero Mew le dice que escuche lo que tiene qué decir y comparte un cómplice asentir con La Reina de Las Ranas. —Me han convencido. Yo, La Reina de Las Ranas, retiro el velo que separa este mundo del nuestro (imita el sonido de un tornado) y los dejo entrar a Naradia.
Sonríe y hay un gran y consternante silencio.
Incluso Armando llega con los platos y se va en cuánto los deposita.
—Gracias Reina de Las Ranas, pero habrás olvidado que el velo no es aquí. Es en el lago cerca de Naradia. Pasar mucho tiempo con los humanos te ha humanizado. Siéntate con nosotros, justo vamos a Naradia.
La mujer obedece, cruzada de brazos. —Tengo nombre. Un nombre humano, quiero decir.
—No lo sabía. Dinos.
—Mi nombre es Freen. Freen Rana. — Inventa el apellido para no quitarle la fantasía.
—Qué bonito nombre. Suena como 'amiga' en inglés. Freen, te presento a mis compañeros de viaje: Mew y James. De no ser por ellos dos, no estaría aquí.
—Sólo para cerciorarme, ese lugar sí existe y ustedes no me van a secuestrar, ¿verdad?
Mew y James ríen. —Claro que existe. El tiempo es demasiado valioso como para desperdiciarlo en patrañas y cuando yo quiero algo, lo consigo. Yo no sueño despierto, lo realizo. — Promete el CEO y Gulf gira a medias para pedirles una selfie. —Digan, ¡Naradia!
—¡Naradia! — Exclaman todos. Freen luce incómoda, pero les sigue la corriente.
─── ⋆⋅☆⋅⋆ ──
Mientras exploran Canadá se toman fotos en atracciones turísticas o tiendas extravagantes. Llegan al lago cerca de Naradia y el mismo es una cascada impresionante. Algo irreal. Tiene un letrero que prohíbe la entrada a bañistas, pero Gulf le pide a Freen que se meta porque ese es su hogar. Que su hogar la extraña. —¿Tú no extrañas tu hogar? — Pregunta conforme ella sumerge las piernas. Temblando del frío y encogida de hombros.
—¡Los hogares son cálidos, no fríos! — Grita desde el agua. Gulf agrieta los dientes, apologético. Ella voltea hacia ellos. Con asco, coloca una rana sobre su cabeza y dice lo mismo que dijo en el restaurante, pero subido de tono.
—¡Gracias, Reina de Las Ranas! Te lo agradecemos. Ahora vayamos todos juntos. — Gulf la ayuda a salir del agua, depositando la rana en una roca cercana.
Suben la montaña durante una hora. Hasta llegar al punto más alto de Canadá. Una colina llena de mariposas, pétalos cayentes y un enorme árbol en el centro. Un árbol gigante de flores rosadas con un corazón tallado en el centro. Un corazón hecho por sí mismo ante un error de pigmentación. Un hermoso error. Mew sonríe anonado. —Felicidad inmediata. Tal como dijiste.
—Ahora crees. No ha cambiado nada. — Gulf sonríe. La hada que siempre habla con él se une a otras en el árbol. Gulf se acerca al acantilado, viendo que más abajo sólo hay rocas. Él le sonríe al viento. Todos los demás se tiran al césped o corretean curiosos. Disfrutando de Naradia.
Porque la felicidad de Naradia era una plaga de fácil contagio. Era simplemente encantadora.
—Sólo nos queda volar. Es el último paso. — Gulf se abre de brazos. Mew lo mira sobre un hombro, primero sonriente, luego asustado. Corre a él.
—¡Gulf, no!
Él lo agarra de la cintura justo al margen del acantilado y le da la vuelta. Gulf se aferra a sus hombros. —¡¿Qué crees que haces, Gulf?!
—Debemos volar, ¡ese es el paso final!
—No, Gulf. Eso es suicidarte. No tenemos alas. Ninguno de nosotros. Y no vinimos aquí para morir en grupo.
—Pero mamá dijo que se fue con las hadas. ¡Jamás regresó porque se fue con las hadas! Entró a su mundo.
Gulf llora y Mew entiende todo. Ata los cabos del mundo imaginario de Gulf y por qué existía. Es el trauma de un niño. Vio a su madre morir entonces creó un escudo para afrontar la realidad sin dolencia. Él no está loco sino gravemente herido. Tal como todos en el mundo.
—Yo no quiero que te vayas con las hadas, Gulf. Quiero que te quedes en mi mundo. ¿Me escuchas? Las hadas también lo quieren. ¿Las oyes? Dicen que debes acompañarme porque si te vas ahora me quedaré solo y estaré triste. Muy triste.
Ambos se miran a los ojos. Dedicándose una profunda y larga mirada. —¿Puedes escucharlas?
—A través de ti. Tú eres el velo, Gulf. El velo a un mundo al que necesito ir de vez en cuando. No vueles ahora. Vuela conmigo después, ¿sí?
Vuela conmigo
después
Vue la con mi
des pu és
La voz se mezcla con la de su ex esposo y Gulf grita, retrocediendo un paso y ambos caen.
—¡Jefe! — James grita y junto a Freen, corren al acantilado dónde sus cuerpos son un punto a la vista.
Nota de Autora: OMG, ¿Y AHORA QUÉ? AHHH. La súplica de Mew fue tan hermosa. No puedooo. Siento que este libro y El Pájaro Y El León van acabar con mi estabilidad emocional. Espero que lo hayan disfrutado, ¡nos leemos! ;D
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lo que nos depara el mañana• mg
Romance🧚🏽♀️: Gulf Veish es un paciente mental de treinta años que no distingue la realidad de la fantasía. Cree que todos en la Tierra guardan un secreto: que las ranas son príncipes malditos, que las lagartijas son hadas disfrazadas, y que existe una u...