mis papis son militares [alerudy]

Vll

"si la vez grande, no te asustes. Si te la meten, relajate. Cuando ya esta adentro tu solo respira y deja que acabe adentro. Una vez que salga el dolor ya abra desaparecido"

Alejandro ladeo la cabeza acercando su rostro al oído de su esposo para poder susurrarle por lo bajo.

"ella sigue hablando de la aguja cierto?"

Rudy frunció el ceño y miro a Alejandro, ¿como se le ocurría mal pensar en ese momento?.

Habían anunciado en la escuela de melina qué vacunarian a los niños para la influensa, obviamente en la presencia de los padres haci que tuvieron que dejar las cosas que hacían para ir a la escuela de melina donde se llevarían a cabo las vacunaciones, exactamente dentro de la biblioteca de la institución.
Las enfermeras intentaban calmar a los niños mientras preparaban las jeringas, hablándoles con suavidad y de porque era importarte vacunarse, pero por la expresión de los padres se podría decir que nadie en la sala tenía la mente limpia tras haber escuchado a forma en la que estaban hablando las mujeres.

Rudy estaba más concentrado en acariciar el cabello de su hija porque esta no dejaba de temblar al ver todas las agujas de distintos tamaños. Alejandro estaba igual que el, intentando mantenerla tranquila solo que por el momento se quedo procesando lo que las enfermeras decían.

Le dio un codazo en el estómago a Alejandro para regresarlo a la realidad una vez que llega el turno de melina.

"tranquila hija, solo es un piquetito. No duele" le dijo con calma y cariño.

Melina sonrió ante las palabras de su padre y la acaricia en su cabeza de Alejandro. Le gustaba mucho el apoyo y amor que le daban sus dos padres, pues antes lo único que había obtenido de parte de los demás había sido rechazo.
Observó como la enfermera se acercaba a ella con un algodón y la jeringa lista en la mano derecha, aunque mentiría si dijiera que no se ando de miedo al tan solo ver esa aguja acercándose a su brazo.

Como toda niña le tenía miedo a las cosas que parecían ser inofensivas para los demás pero para ella tenían una gran carga. No le tenía miedo a los monstruos del armario, pero si a los de la calle. Le daba miedo el ruido de la lavadora, pero no el de la secadora de pelo.

pero aún haci, pese a que sus miedos fueran algo infantiles, quería demostrar ser más valiente qué sus compañeros, que incluso algunos habían llegado a llorar sin vergüenza frente a los demás, no debía ser para tanto un simple pinchon o si? Haci que quería demostrar de que a pesar de que estaba a nada de también llorar, ella podría hacerlo sin derramar ninguna lagrima.

"lista querida?" le pregunto con ternura la señorita mientras limpiaba la zona con el pedazo de algodón.

Las acaricias de sus padres le daban fuerza y valentía, haci que movió su cabeza de arriba a abajo con seguridad.

"si...eso creo" murmuró.

Primero sintió el frío metal de la aguja atravesando su piel lentamente El dolor por poco la hizo tensarse, pero intento como pudo mantenerse tranquila y relajada.