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La luna resplandecía en lo alto del cielo iluminando las calles de Nueva Orleans de una manera hermosa; en una mansión se podía ver a dos pequeños infantes sentados en el piso con algunos peluches escuchando atentamente a la mujer frente a los dos que les contaba un cuento de hadas.

-y entonces la joven princesa tomo al pequeño sapito entre sus manos- narro tranquilamente mirando como la niña asentía emocionada y el niño negaba con una mueca de asco formándose en su boca- ¡y le dio un beso! Convirtiendo al verde ser en un principe y bailaron al compás del felices para siempre- sonrió cuando escucho una clara arcada.

-¡Guácala!/¡SII!- ambos menores gritaron a la vez.

- ¡Léelo otra vez!-hablo entusiasta la niña abrazando un peluche.

-Lo siento Rosie ya nos tenemos que ir, di adiós Alastor- hablo la mujer empacando sus cosas.

-que asco, ¿Cómo va a besar a un sapo? ¡Es antihigiénico!- el moreno sacude la cabeza- ¡Yo jamas besaría un sapo!- el pequeño de ojos rojos se cruzó de brazos indignado.

-no digas eso Alastor- la pequeña de esponjoso vestido se levantó caminando hacia un pequeño gato de pelo blanco- yo si besaría a un sapo, ¡Besaria a cientos de sapitos si así puedo encontrar a mi príncipe!- canturreo soñadora la rubia antes de atrapar al minino y ponerle una mascara que simulaba ser un sapo.

-ble- Alastor saco la lenguan asqueado hasta que miro a su amiga asercarse a el con el minino en manos.

-Anda Al solo un besito- sonrió empujando al animalito hacia la cara del Castaño.

-¡No!, eww- sonrio divertido alejándose como podia de la contraria.

-¡Solo uno pequeño!- sonrio divertida- mira es fácil- y con eso la niña abrazo al gatito empezando a besar la cabeza de este hasta que el animal logro safarse y brinco al techo con un maullido de protesta.

Los menores miraron al techo con sorpresa antes de empezar a reírse alegremente de su pequeño juego ignorando el regaño de la madre de Alastor.

-¡Niños!, dejen de atormentar a ese pobre gatito- subiendo en un banco tomo al animalito con cuidado volviendo a ponerlo en el piso-pobre pequeño-suspirando al verlo aferrarse a la alfombra.

-jajaja, perdón mamá- Alastor sonrió acomodando sus gafas.

-perdón- la pequeña sonrió volviendo a sentarse correctamente en el piso hasta que vio entrar a un hombre robusto a la abitacion.

-¿Cómo estas Carmilla?- pregunto una vez entró por completo al lugar-

-¡PAPI!¡PAPI!-la niña se levantó corriendo hacia el hombre- ¡mira mi vestido nuevo!, ¿No es bonito?- Rosie hablo alegre girando sobre su propio eje.

-si hija, es muy bonito, aunque no esperaba menos de la mejor costurera de Nueva Orleans-el hombre lebanto a la niña en brazos-

-estoy bastante bien John- sonrió amablemente a la vez que colgaba su bolso.

-¡Oh!,¡Quiero ese vestido!, ¿Puedes?- Rosie sonrió pegando su cara a la de su padre con entusiasmo a la vez que señalaba el vestido del libro de cuentos-¿Siiii?- tomo al mayor de la cara haciendo ojitos de cachorro.

-ah, esta bien, Carmilla, ¿puedes confeccionar un vestido igual a ese?- con cariño acaricio la cabeza de la menor.

-cualquier cosa para mi mejor cliente de Nueva Orleans- La mujer sonrió antes de tomar la mano del pequeño moreno y empezar a caminar a la salida- si me disculpas ya nos tenemos que ir, Zestial llegará de trabajar y nos gustaría estar para recibirlo- se despidió con una reverencia saliendo del lugar.

𝓔𝓛 𝓟𝓡𝓘𝓝𝓒𝓘𝓟𝓔 𝓨 𝓔𝓛 𝓢𝓐𝓟𝓞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora