Jeonghan

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Desde un inicio la mirada desafiante de Jisoo lo hacía reír de la ironía, desde que habían establecido las normas de su compromiso el menor no dejaba de recordarle cada una de ellas.  Era gracioso ver como un estudiante de artes amenazaba a un mafioso de renombre, era más que obvio que Jisoo no conocía a su futuro esposo con exactitud, incluso si buscaba en los medios todos dirían lo mismo "Un exitoso empresario" , nadie tenía conocimiento de su vida amorosa, de la cual su primer novio fue un joven que conoció en su primera misión cuando su padre lo entrenaba  para asumir el puesto, incluso si significara poner en riesgo la vida de su propio hijo.

Hyungwon era el sinónimo de seducción, su figura esbelta y porte sofisticado le hacía brillar en una habitación llena de personas. En ñas oscuras calles él manejaba las armas con elegancia y aquello enloquecía a Jeonghan. Hyungwon era un sádico de primera por lo cual Yoon nunca se pudo quejar de falta de diversión en la cama.

Pero, sabía que ellos no llegarían a nada juntos, Hyungwon vivía para saciar su sed de sangre, no le importaba con quien fuese y eso lastimosamente lo pudo comprobar Jeonghan, cuando el asunto se iba de las manos, la locura de aquel psicópata iba más allá de lo permitido, razón por la cual lo transfirió a la sucursal de Japón, allí sería un inversor en galerías de arte, para algo tenía que servir el refinado gusto de aquel loco, a la vez movería algunas fichas del tablero de los yakuza para él.

Sowon, dulce y adorada Sowon, una ternura que se convirtió en tortura. Fue el intento de sus padres de afianzar lazos con los Kim, importantes proveedores de armas, sin embargo la obsesión de aquella chiquilla se extralimitaba terminando muchas veces encerrada en la habitación que ocupaba en la mansión de los Yoon.

Jeonghan no aceptaría ordenes de una niñita mimada que sólo quería alguien que la complaciera. Cheonsa no lo podía negar tenerla calentando su cama fue divertido pero una perdida de tiempo enorme.

Ambos dos rogaron a sus pies en cuanto Yoon los aisló en Japón, Jeonghan no podía negar que un pensamiento intrusivo que lo hacía reír era la idea de que ambos ex-amantes se encontraran, sería una adorable combinación de seguro.

Y ahora frente a él se encontraba Joshua, Hong Jisoo, nacido en Estados Unidos, y con pleno desconocimiento de sus años en Corea, Jeonghan no pudo olvidar aquel niñito menudo que coqueteó descaradamente con él cuando era un adolescente, tenían una diferencia de siete años, pero el menor insistía en que se casaría con Jeonghan aunque hiciese reír a este múltiples veces.

La madre de Joshua era una buena amiga de su abuela, su apariencia daba a entender que tuvo a Jisoo a una edad avanzada, pero eso no le quitaba el gran cariño que tenía por el pequeño, a quien vestía como un principito.

Jisoo sabía hablar más de cinco idiomas, sin embargo le costaba manejar un poco el coreano. El niño parecía un genio e incluso podría hacerse pasar por mayor de vez en cuando.

Jeonghan lo veía como un hermanito menor, uno demasiado adorable a quien solía peinar en las mañanas o acompañar al parque de juegos.

Lo gracioso fue la frase de despedida del menor quien no lloró al saber que ese podía ser su último encuentro con Jeonghan.

──Hyung creceré muy bonito, búsqueme cuando tenga-  Pensativo miró a la señora Hong preguntándole a que edad sería bueno casarse, su madre rió acariciando la mejilla de su pequeño y le susurró un número que Joshua gritó sin inhibiciones ──Búscame cuando cumpla Veinticuatro años.

Jeonghan sólo río mientras negaba un par de veces los niños y sus cosas.

Así pasaron los años y en una reunión familiar, mientras visitaba su antigua habitación en la mansión pudo ver una foto enmarcada donde estaban su abuela y el acompañados de aquel niño americano.

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