Capítulo III.

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La latina estaba despierta desde las 5:30 de la mañana

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La latina estaba despierta desde las 5:30 de la mañana. Quería demostrarle a Verstappen que no se había equivocado en escogerla a ella como la niñera de su hija. A las seis en punto, ya estaba vestida y había hecho café. No conocía la rutina del piloto, ni si en su dieta de deportista el café estaba permitido, y tampoco sabía si se despertaba a esa hora. Por suerte, le atinó un poco. Unos minutos después de servirse una taza de café, escuchó los pasos de Max y Penelope llegar a la cocina.

—Hoy llevaré a Penny a le escuela, ya que tengo una cita con la directora. Volveré para entrenar, pero cuando termine discutiremos su rutina y unas cuantas reglas —Max le avisó. Miró su reloj inteligente, sin mirar a la pelinegra, y seguido se eso, se marchó.

—Me parece perfecto —dijo Adriana para sí misma, mientras se encogía de hombros.

Max desapareció junto a Penelope, y la casa quedó en total silencio. En un principio se quedó tirada en la sala, hablando con Sierra por el teléfono. La morena aspirante a actriz la atacaba con cientos de preguntas, pero después de un tiempo, Adriana comenzó a aburrirse. No sabía qué tanto podía explorar la casa. De todos modos, se decidió a dar un paseo para conocer su nueva casa.

Con cada habitación nueva que veía, sentía algo de envidia. Es decir, ¿para qué un tipo que vivía solo necesitaba una casa tan enorme como esa? Tenía habitaciones para huéspedes, un cuarto de cine y uno de juegos con una mesa de billar. Adriana era malísima para el billar, siempre metía la bola ocho o la blanca antes que las rayadas o las lisas? sin embargo, se le antojaba echarse una partida. El patio era enorme también. Había una piscina, un jacuzzi, una cancha de tennis y Adriana no se sorprendería si Max tuviera por allí escondido su propio circuito para practicar para las temporadas.

Antes de volver a la casa vio una habitación cerca de la piscina cuyas paredes estaban hechas de cristal. Decidió aventurarse y notó que era un pequeño gimnasio. Entró y empezó a inspeccionar las maquinarias. Solo reconocía la trotadora, pero las demás parecían maquinas de tortura que vería en una película de Saw. Le aburrió la habitación, así que iba caminando a la salida cuando de un pasillo venía Max secando su cabello con una toalla.

—¿Estabas de excursión, Dora la Exploradora? —preguntó Max tirando la toalla a un lado. Había secado su cabello, pero todo su cuerpo seguía empapado de sudor.

—Un poco, Torito —admitió Adrian. Max frunció su ceño, todavía no acostumbrado a su nuevo apodo—. Me comenzaba a aburrir.

—Bueno, yo ya terminé de entrenar. Me baño y comenzamos a hablar de tu trabajo.

Max y Adriana se quedaron parados frente a frente. El neerlandés la miraba, y Adriana, exasperada, alzó sus cejas buscando la explicación a su mirada.

—Vete —Max dijo con un ademán—. Eres niñera de Penny, no mía —comenzó a caminar de vuelta al pasillo, pero antes de doblar la esquina, volvió a hablar—. No necesito que me vigiles mientras me baño.

into you  🃖  max verstappen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora